Integracion Suramericana
Enviado por lualexur • 14 de Junio de 2012 • 1.319 Palabras (6 Páginas) • 312 Visitas
La República Bolivariana de Venezuela promueve el fortalecimiento de los vínculos geográficos, culturales e históricos, entre los pueblos y gobiernos suramericanos a través de la integración, concertación y cooperación latinoamericana. Muestra de ello, fue la reciente visita del presidente Hugo Chávez Frías a la ciudad de Manaos, Brasil, donde se celebró el III Encuentro Empresarial Venezuela-Brasil.
El Presidente en sus intervenciones ratificó que la integración provechosa para los pueblos latinoamericanos requería de la unión, no sólo económica y comercial de los países de la región, sino de una unión más integral, antes que nada política e incluyente de los pueblos, ya que “la política es la democracia y la participación de los pueblos. Los indígenas, los estudiantes, las mujeres, los empresarios, los intelectuales, los escritores, los pensadores, los militares, los civiles, los cristianos, los ateos, los católicos; todos unidos...”
En este contexto, la integración debe fortalecer los nexos políticos entre los países latinoamericanos, empezando por los países del Sur. Es necesario e imperativo el empuje del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), dentro de una mayor dimensión política. Por eso, el Presidente recibió con agrado la invitación a la reunión de MERCOSUR: el camino a la integración provechosa para los pueblos requiere de una verdadera unión sudamericana, capaz de hacer frente como bloque a otros procesos con países y bloques consolidados, cuya fortaleza es muy amplia en materia tecnológica y de desarrollo.
En este sentido, Venezuela ha propuesto la conformación de un Fondo para la Integración en América Latina, con el objetivo de consolidar una integración más profunda, en un modelo de integración donde prevalezcan los intereses de los pueblos y naciones, por encima de los intereses puramente economicistas del mercado. Para esto es necesario conformar y robustecer los mecanismos de cooperación entre los países de la región, pues desde este tipo de integración las naciones latinoamericanas podrán conseguir vías alternas para generar un bienestar social integral. La cooperación internacional no sólo puede basarse en ayuda humanitaria, tiene que orientarse a la cooperación productiva, generadora de empleo y promotora de inversiones que estén en sintonía con las necesidades de los pueblos.
Sólo después de consolidada la integración suramericana, la región estará en posición de negociar en condiciones más equitativas con cualquier país o bloque del mundo, pero si no se corrigen las grandes desigualdades tecnológicas y económicas, así como el problema de la injusticia y exclusión social -evidenciadas en los altos niveles de pobreza y desigualdad de la región-, cualquier proyecto integrador que no contemple las necesidades de los pueblos y los diferentes desarrollos de las naciones no podrá favorecer a las mayorías.
Desde esta perspectiva, los cuestionamientos a la actual propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), no significan un rechazo arbitrario por parte del Gobierno Bolivariano de Venezuela a la misma, sino un llamado de alerta frente a un marco jurídico que profundizaría las desigualdades de la región y potenciaría en mayor mediada la vulnerabilidad externa que ya agobia a la mayoría de los países latinoamericanos. Se trata que desde los mismos espacios del ALCA, se discutan los problemas de la región, para que sean tomadas en cuenta las profundas desigualdades e inequidades entre los países participantes de esa propuesta.
El ALCA, tal como está planteado en la actualidad, significa una pérdida de soberanía para los países como Venezuela, que tratan de impulsar y dinamizar su propio desarrollo productivo en la actividad económica. Con el ALCA, resultaría imposible utilizar las compras del Estado como mecanismo impulsor de la actividad económica; empresas como Pdvsa tenderían a ser privatizadas; la participación de Venezuela en la OPEP sufriría consecuencias; en el marco de las liberalizaciones y la preponderancia del mercado, las licitaciones públicas serían totalmente abiertas a inversionistas extranjeros, los cuales competirían “como iguales” con los nacionales, cosa que en términos reales, no es cierto. No se trata de consolidar un proteccionismo, pero sí de medir las diferencias e inequidades entre los países participantes, pues tal como lo indican las cifras de organismos multilaterales
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