Interculturalidad

El proceso de globalización que estamos viviendo, no sólo es de carácter económico, sino de todos los elementos intrínsecos del propio proceso. Es por eso, que debemos ver a la globalización como un “proceso irreversible que afecta de la misma manera y en idéntica medida a la totalidad de las personas. Nos están globalizando a todos; y ser globalizado significa más o menos lo mismo para todos los que están sometidos a ese proceso” (Bauman, 1999: 7).

En ese sentido, las expresiones culturales se ven amenazadas, de múltiples maneras, por el proceso de globalización. Quienes pueden tomar parte activa en los intercambios culturales, a menudo conciben la cultura como un proceso, más que como un producto, y su percepción personal de la identidad se convierte en una vía de receptividad frente a otras culturas. Pero quienes carecen de medios de intercambio, o quienes perciben la globalización como un proceso inexorable y extraño, pueden refugiarse en un concepto estrecho de la identidad cultural, que rechaza la diversidad. Cuando esta reacción negativa se explota políticamente, o se ve exacerbada por otros factores, la cultura se entre mezcla rápidamente con los conflictos.

Donde quiera que existan riesgos de tensiones o conflictos culturales, o de aumento de la uniformidad cultural, la propia cultura es fundamental para su solución. Se trata, en primer lugar, de encontrar caminos para establecer el respeto de todas las identidades culturales y fortalecer los intercambios culturales. En segundo lugar, la cultura sirve de palanca para luchar contra el rezago educativo, desafiando y reorientando los procesos de cambio, de modo constructivo y creativo.

Alterar el curso de las transformaciones educativas no es, desde luego, tarea fácil. La velocidad del cambio social actúa, a menudo, en contra de los ritmos de la cultura, que suelen medir el tiempo en fases, en etapas de la vida e incluso en generaciones.

Por ello, es urgente buscar alternativas para preservar todas las manifestaciones cultuales (lengua, derecho, educación, costumbres, tradiciones, artes, etcétera) de las comunidades más vulnerables al cambio en México, las indígenas.

No hay que ver a las comunidades indígenas de México (o de otro país) como sociedades cerradas y estáticas, sino como entes sociales que interactúan en la transformación del país con la aportación de su conocimiento. Es precisamente ahí, en donde la educación intercultural juega un papel imprescindible en la importancia para el desarrollo humano en nuestros días, siendo que la interculturalidad remite a la confrontación y el entrelazamiento, a lo que sucede cuando los grupos entran en relaciones e intercambios, es decir, “interculturalidad implica que los diferentes son lo que son en relaciones de negociación, conflicto y prestamos recíprocos” (García, 2005: 15).

En suma,

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