Justicia Y Equidad

Justicia y Equidad

Al escuchar la expresión “Sólo los tontos, los feos y los pobres están en prisión”

Me hacen pensar en justicia y equidad.

No es de extrañar que se tenga la certeza de que en México existe una justicia para pobres y otra para ricos. Hay un doble rasero que propicia la inseguridad jurídica y deja a los ciudadanos en un estado de indefensión y le resta credibilidad a las instituciones.

Lo más deprimente es que basta leer el periódico o ver noticias en televisión para creer que la justicia, no es igual para pobres y ricos, es decir, que no todos somos iguales ante la ley. Que a pesar de tratarse de una idea justa y democrática, casi todos somos conscientes de que no se utiliza la misma vara de medir cuando los implicados en los delitos son personajes ricos, famosos o gente común. A veces hasta a nosotros se nos hace difícil entender que pueda haber una justicia para pobres, que vayan a la cárcel, y otra para ricos, que pagando dinero, se libren de cumplir la condena impuesta.

“Sólo los tontos, los feos y los pobres están en prisión” es sinónimo de que la justicia es patrimonio de los poderosos. Los pobres, los menos instruidos y los no influyentes, están condenados de antemano.

En nuestro país, como en muchos otros, hay muchas injusticias en la impartición de la justicia, no sabemos realmente si la razón estriba en que muchas de las leyes mexicanas ya están obsoletas, o que la manera en que se aplican no es la adecuada, o la corrupción, o un poco de todo. El caso es que pareciera que todas las circunstancias apuntan hacia la certeza de que en México “Sólo los tontos, los feos y los pobres están en prisión”.

En la impartición de justicia ciertos sectores de México gozan de privilegios y estrategias que los ponen por encima de los grupos más desprotegidos. La riqueza, la ocupación de cargos públicos, el tráfico de influencias y el acceso a movimientos mediáticos, son característicos de los que se favorecen de un aparato de justicia deficiente y a modo.

Los sectores que carecen de los medios para comprar justicia deben enfrentar procesos engorrosos y de fianzas económicas altas. Ellos no pueden evadir la justicia ni contar con la suerte de conocer algún juez que pueda dispensar ciertos delitos o extraviar algunas pruebas incriminatorias. Para ellos no les queda de otra que enfrentar el duro calvario que es el recibir justicia.

Es sabido que en México las instituciones encargadas de hacer valer la impartición de justicia no son muy confiables. Los juzgados y las cárceles son algunos de los principales lugares donde directamente, o amparados en el sistema legal, se cometen una gran cantidad de violaciones a los derechos humanos y prevalece la impunidad.

El principal problema es que nuestro sistema de impartición de justicia no está basado en un sistema de investigación de culpabilidad. Por el contrario es un sistema inquisitorio donde desde el inicio el acusado es culpable y se le niega el derecho a demostrar su inocencia a través de un juicio justo.

Para la mayoría de los mexicanos la justicia en México no es completa ni imparcial. Uno de los principios fundamentales de la aplicación de la justicia es que, para ser considerada como tal, ésta debe aplicarse de forma pronta, completa e imparcial (condiciones consagradas en el artículo 17 constitucional).

Entre la ciudadanía predomina la creencia de que, en general, el sistema judicial mexicano no cumple con los elementos básicos que garantizan justicia a los mexicanos, y están en la convicción de que si un delincuente sujeto

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