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LA ASISTENCIA ESPIRITUAL En Enfermos Terminales


Enviado por   •  11 de Agosto de 2011  •  751 Palabras (4 Páginas)  •  1.016 Visitas

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Introducción

La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que constituye el horizonte natural del proceso vital. Ésta forma parte de nosotros porque afecta a quienes nos rodean y porque la actitud que adoptamos ante el hecho de que hemos de morir determina en buena medida la manera como vivimos. Pero recordemos que “el moribundo es un viviente”: con estas afirmaciones se abre la reciente publicación ‘Luci nel tramonto’ . El autor precisa que el moribundo no es aquél que vive los últimos instantes de la vida, sino una persona que vive la condición característica de una enfermedad incurable, progresiva e irreversible, desde el progresivo deterioramiento y declino de las normales funciones fisiológicas y psíquicas hasta la muerte verdadera. El moribundo es en primer lugar un viviente y como tal requiere ser considerado, acogido y acompañado en cada momento y en cada fase de la relación.

Se trata de personas a quienes queda un periodo limitado de supervivencia, afectadas por una enfermedad grave, que están perdiendo su autonomía, que combaten concientemente a su propia enfermedad y con la certeza de la muerte ya próxima, pero que al mismo tiempo conservan la propia dignidad de hombre, la voluntad, la capacidad de pensar y de evaluar.

La enfermedad terminal no es entonces un evento de pocas horas, sino un periodo que puede durar algunos meses y que tiende a ampliarse siempre más en el tiempo, gracias a los progresos de la farmacología y de las técnicas de apoyo y soporte.

La Carta de los Agentes de la Salud define sintéticamente este proceso: “Cuando las condiciones de salud se deterioran de modo irreversible y letal, el hombre entra en la fase terminal de la existencia terrena. Para él, el vivir se hace particularmente progresivamente precario y penoso. Al mal y al sufrimiento físico sobreviene el drama psicológico y espiritual del despojo que significa y comporta el morir. Como tal, el enfermo terminal es una persona necesitada de acompañamiento humano y cristiano; los médicos y enfermeras están llamados a atender esta necesidad en forma cualificada e irrenunciable” .

Ayudar a una persona a morir significa ayudarla a vivir intensamente la última experiencia de su vida y el primer cuidado que se ha de realizarse al lado del enfermo es el de una presencia amorosa.

“El derecho a la vida se precisa en el enfermo terminal como ‘derecho a morir con toda serenidad, con dignidad humana y cristiana’. Esto no designa el poder de procurarse o hacerse procurar la muerte, como tampoco el de evitarla ‘a toda costa’, sino de vivir humanamente y cristianamente la muerte. Este derecho ha venido surgiendo en la conciencia explicita del hombre de hoy para protegerlo, en el momento de la muerte de ‘un tecnicismo que arriesga convertirse en abusivo’ ” .

En una visión holística, respetuosa de la totalidad

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