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La Higiene Del Anciano


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2013  •  3.375 Palabras (14 Páginas)  •  419 Visitas

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LA HIGIENE EN EL ANCIANO

LA HIGIENE en la persona anciana constituye una norma de vida muy importante, ya sea para la prevención de enfermedades, ya sea para la recuperación de un buen estado de salud o como estímulo al mantenimiento de los hábitos característicos de un estilo de vida.

El hombre que envejece ha de poder vivir según hábitos ligados a su educación, a su cultura, a sus necesidades, a sus tradiciones y a su forma de ser.

La posibilidad de mantener el interés por la higiene personal incluso en condiciones físicas afectadas se halla vinculada a diversos factores y de forma especial al estado de autosuficiencia y a la vivacidad psíquica. Se trata de factores que, de existir, son el resorte para vivir con la voluntad de conservar inalterado el ‘estilo” de vida, pero que si no existen o se dan de forma precaria pueden dar lugar a un cambio de intereses y de estímulos.

La higiene personal de la persona condicionada por una minusvalía requiere un ritual y un ambiente adecuados y servicios estructurados de forma apropiada y en número suficiente. Desgraciadamente no es fácil encontrar dichos requisitos en las viejas viviendas.

Precisamente debido a ciertas deficiencias en materia de vivienda, las tareas comunes de higiene pueden hallar a veces obstáculos y dificultades o presentar riesgos, que impulsan al paciente a posponer dichas tareas cada vez durante más tiempo, hasta que dicha actitud se convierte en la norma habitual.

El anciano renuncia sobre todo cuando no dispone de ayuda por parte de familiares o de otras personas, cuando se instauran miedos o no son superables ciertas actitudes personales (sensación de pudor o de excesivo sentido de la intimidad). El anciano minusválido descuida y pierde la costumbre de respetar ciertas normas higiénicas con tanta mayor facilidad cuanto mayores sean las dificultades que encuentra y que ha de superar para observarlas.

Las sugerencias y las actuaciones para facilitar estas tareas no tienen nada de especial. A menudo son trivialidades que sin embargo se convierten en factores decisivos para que ciertas operaciones parezcan más sencillas y más seguras.

A veces las razones de una escasa higiene personal son muy concretas, aunque no siempre se manifiesten, mientras que otras veces son vagas y mal definidas. Por ello es absolutamente indispensable reconocerlas para poder superarlas.

Las formas de llevar a cabo las operaciones habituales de higiene personal varían en función de la condición de autosuficiencia o de invalidez o enfermedad del anciano.

En el primer caso, teóricamente, no deberían existir dificultades, salvo las ocasionadas por actitudes personales.

En los demás casos, en cambio, las operaciones de higiene personal requieren la ayuda y la intervención de alguna persona (familiares o extraños).

El cuidado de la higiene personal ha de ser diario e incluso repetirse varias veces al día, por la facilidad con la que algunos ancianos tienden a ensuciarse.

Estas labores de higiene han de ser escrupulosas, afectar a las partes descubiertas (cara, manos, boca y cabellos) y de forma especial a las partes cubiertas (región púbica, región genital, mamaria para las mujeres, anal, etc.). Es esencial un control continuo (pero siempre discreto) de las partes del cuerpo sujetas con mayor facilidad a ensuciarse y más escondidas (axilas, ingles, genitales, ano, mamas, etc.). Y tanto más necesario es el control cuanto menos válidas sean las condiciones psicofísicas del paciente.

A veces, para vencer el hábito de lavarse poco y mal adquirido con el tiempo y de forma inaparente debido a dificultades articulares o por actitudes psíquicas o confusión mental, es necesario facilitar dicha tarea y ha cer que resulte más agradable, con ayuda directa, sugiriendo o enseñando de nuevo al paciente la forma de hacerlo.

Cuando el anciano no pueda realizar por sí solo durante cierto tiempo estas operaciones, la persona encargada de su asistencia deberá prestar especial atención para reconocer enseguida cualquier signo de recuperación de fuerzas y de mente más despierta, para animar o para llegar a imponer (en ciertos casos) al individuo que atienda él solo a estas exigencias.

LIMPIEZA DE LA CARA

Si la persona es autosuficiente, las operaciones de higiene de la cara no plantean dificultades, salvo el riesgo de vértigos al flexionarse hacia delante. En tal caso bastará con facilitar el equilibrio y proporcionar la maxima seguridad para evitar caídas o traumatismos (apoyos laterales al lavabo o una butaca o una silla frente al lavabo para que el paciente se siente en ella).

En caso de pacientes obligados a guardar cama, habrá que aplicar las técnicas habituales en enfermería para evitar que se mojen o que mojen la cama. Se coloca para ello a modo de gran babero una pieza de tela impermeable que cubra el tórax del paciente y la cama y encima una toalla o un empapador. La limpieza de la boca ha de realizarse con suma atención, ya que, aparte de favorecer el acercamiento de otras personas al anciano, constituye una medida de prevención de manifestaciones inflamatorias y facilita la actividad digestiva. Dado que la presencia de caries, de enfermedades para dentales o de focos sépticos puede alterar de forma a veces muy grave el estado de la boca, dicha práctica ha de seguirse con especial atención y repetidas veces a lo largo del día. Han de examinarse con cuidado las prótesis dentarias, comprobando eventuales roturas o astillamientos, que podrían producir efectos traumatizantes y ulceraciones pocas veces referidas por el individuo. Esta última circunstancia puede deberse a la escasa sensibilidad a la molestia provocada o a una menor percepción dolorosa ligada al deterioro de la estructura nerviosa.

Estas ulceraciones pueden también tener su origen en una acidez excesiva o en fenómenos de deshidratación orgánica. Es necesario lavarse los dientes con cepillo y dentífrico. Los aparatos de prótesis han de ser retirados y lavados por lo menos una vez al día, y siempre después de las comidas.

Se aconseja que la extracción del aparato se realice siempre cuando la persona se encuentra delante del lavabo o de un barreño llenos de agua, para evitar que una caída accidental pueda provocar la rotura del mismo.

Una vez extraído el aparato, debe realizarse el lavado de la boca con agua sola o con agua y bicarbonato. Si no se tiene intención de volver a aplicar inmediatamente la prótesis, ésta debe guardarse en alguno de los modelos de recipientes existentes a tal fin o en un vaso con agua o desinfectante. Por cuanto respecta a ios empastes fijos, los lavados deben ser muy cuidadosos y realizarse después de las comidas, pues es entonces cuando pueden

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