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La épica medieval es un subgénero narrativo, escrito en verso y en lengua romance


Enviado por   •  27 de Diciembre de 2017  •  Trabajo  •  1.590 Palabras (7 Páginas)  •  278 Visitas

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La épica medieval  es un subgénero narrativo, escrito en verso y en lengua romance, sus primeras manifestaciones de este subgénero datan del primer tercio del siglo XI. Las narraciones de este tienen como protagonista a un héroe que representa a toda la sociedad por los valores que posee, transformándose así en un modelo para los integrantes de esa sociedad. Se centran en hechos relevantes para dicha sociedad.

Primeramente se hablará de las características de la literatura de la época medieval como base para entender las creaciones de la misma y la mentalidad que se tenía en ese período.

Las creaciones literarias se transmitían mayoritariamente de forma oral a través de la recitación debido a la población era analfabeta y eran de carácter anónimo, esto al principio se daba porque el autor no presentaba interés en diferenciarse de los más ya que las obras pertenecían a la colectividad; eran escritas en versos, debido a la facilidad que proporcionaban a la hora de recitarlas, también contenían una finalidad la cual consistía en la transmisión de valores o enseñanza de un rey o de un pueblo. Y se caracterizaban por la imitación ya que lo que hacían los autores era tomar una tradición popular o un texto latino y recrearlo, el hecho de que no fueran originales no tenía mucha consideración en esta época.

En la épica medieval se encuentra el mester de juglaría y el mester de clerecía el cual será explicado en el desarrollo, haciendo énfasis en el último.

El mester de juglaría se desarrolló durante el siglo XII, en él se encuentra la épica que era anónima y oral, transmitida por la figura de juglar en actos públicos. Lo que se busca es entretener al público, se usa un lenguaje cotidiano.

En cambio, el mester de clerecía se desarrolló en los siglos XIII y XIV, era llevado a cabo por los clérigos y a pesar de compartir el mismo público, la misma intención, el lenguaje cotidiano, era totalmente opuesto ya que sus obras eran escritas y se buscaba ser la conexión entre los libros y el pueblo por su falta de conocimientos en la lectura. También se interesaba por transmitir conocimiento de índole religiosa, así como también valores.

También los clérigos buscaban transmitir si bien en un lenguaje cotidiano los conocimientos también de manera más sofisticada con respecto al mester de juglaría cuyo lenguaje era más vulgar.

Los textos del mester de clerecía tienen una intención docente y sus historias son basadas en libros, además de que la métrica es más cuidada, se usa la cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo —compuesto de catorce sílabas—.

Podemos ubicar dentro del mester de clerecía a Gonzalo de Berceo, quien fue un clérigo secular, del que poco se sabe y los datos biográficos existentes han sido brindados a través sus obras, tampoco se tiene una fecha exacta en la que vivió, se estima que fue entre 1195 y 1274; lo que sí sabe es que nació en España, la Roja, en el pueblo de Berceo, educado en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, también se lo vincula al Monasterio de Santo Domingo de Silos. Se cree que debido a que muchas de sus obras se autodenomina como «maestro» que pudo tener formación universitaria.

Otra estimación que se hace es que siguió manteniendo vínculos con el Monasterio de San Millán de la Cogolla por la mención que se realiza en varios documentos notariales de dicho monasterio en los que figura como testigo. Es en base a estos documentos que también se prevé que Gonzalo de Berceo murió ya bastante mayor, esto se evidencia ya que en muchos escritos notariales aseveran que vivía aún en 1264.

Con respecto a sus obras se dice que estas son religiosas, devotas e ingenuas. Teniendo en cuenta dos visiones del autor: la primera como un clérigo ingenuo y con poco conocimiento sobre el latín, y la segunda  de un una persona inteligente con conocimiento en latín y de las bibliotecas monacales de San Millán y de Santo Domingo de Silos.

Se conservan nueve obras completas, a diferencia de otros autores de los que solo se conservan algunos fragmentos.

Dentro de estas obras se encuentra “Milagros de nuestra señora”, que constituye una de las obras más extensa de Gonzalo de Berceo, estructurada en novecientas once estrofas,  veinticinco milagros, además de una introducción de carácter alegórico. En la obra se narra los milagros llevados a cabo por la Virgen María en favor de sus devotos.

Al ser veinticinco milagros, se propone la teoría del múltiplo de cinco que representa el número mariano por excelencia utilizándolos al nombrar los símbolos fundamentales de la pradera —estos son la pradera, los ríos, la sombra, los pájaros canoros, los árboles—.

Como era característico en esta época, Berceo no inventa las temáticas de sus obras ya que su tarea consiste en la difusión de los textos en latín. Por ello, los milagros que aparecen en su obra son tomados del manuscrito de Thott —estudiado por Becker— encontrándose en el veinticuatro milagros. Lo que hace el autor, es tomar esos milagros y relatarlos en el orden que aparecen en el manuscrito agregando un milagro más el de “La iglesia robada”, del cual no se sabe su procedencia.

De esos veinticinco milagros se procederá a analizar los siguientes: el ladrón devoto y el del pobre caritativo.

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