Las Puertas Y El Poder
Enviado por miguel0024 • 4 de Agosto de 2014 • 1.916 Palabras (8 Páginas) • 172 Visitas
La lectura de las puertas en El Proceso
En El Proceso de Franza Kafka es posible ver, todo el tiempo, la tendencia de Josef K. por el manejar la situación, hacer que en cualquiera de sus encuentros haya cierto dominio por parte de él, llamémosle poder. Dicha preocupación no es banal ni sin fundamento, K. requiere tener cierto poder para salir satisfactoriamente de su proceso. Corresponde preguntarse cómo se definen los encuentros de K. con los demás personajes. Las puertas tienen ésta función: son un mecanismo en el que es posible la transición de poder. Por lo que pasar de una estancia a otra, de un cuarto a otro es una invasión al otro de la que se puede salir victoriosa o no.
La tensión sobre el poder
Josef K. tiene una obsesión sobre el poder desde que los guardianes le informan sobre su proceso en el primer capítulo, antes (dice el narrador) era diferente:
La mayoría de las veces e tomaba todo positivamente, a pensar únicamente en lo peor únicamente antes de ejecutarse, a no tomar precauciones para el futuro, aunque fuesen amenazas. Pero esa manera de tomarlo no le parecía justa en este caso.
Pero mientras transcurre el encuentro empieza una tensión entre K. y su proceso, quiere saber porqué estas siendo detenido y cómo salir de éste: ““Es una ley que no conozco” dijo K.; habría querido entrar a los pensamientos de los guardianes; convertirlos para su beneficio, o bien adaptarse a ellos”. Dado esto, no es inusual ver pensamientos parecidos con los demás personajes que tienen (o pueden tener) una función en su proceso, es recurrente ver introspecciones parecidas o implícitas a esta (del primer capítulo): “habría perdido la superioridad que tal vez hasta ahora mantenía frente a ellos”.
La función de las puertas y su significado: posibilidad
En El Proceso se puede advertir un enfrentamiento entre ideologías, posiciones que se resume a dos: Josef K. y, casi todos, los personajes que tienen alguna relación con el proceso directa o indirectamente; sólo un personaje no tienen ninguna función con su proceso: el subdirector. Desde el encuentro con los guardianes hasta el del sacerdote hay una posición frente al proceso de K., la señorita Bürstner sería la secretaría de un abogado en un futuro e informaría a K., la señora Grubach piensa que es inocente aunque no sabe “nada” acerca de su proceso, los guardianes y el ejecutor cumplen sus respectivas funciones en la ley, el tío Karl solo se preocupa por la imagen de la familia y ayuda a su sobrino por eso, el abogado considera “interesante” el proceso de K. y, por último, en los encuentros con la lavandera, Leni, Block, Titorelli y el sacerdote se puede apreciar información de la ley, en mayor o menor medida, otorgada a K. Ningún encuentro funciona a la par de poder en la novela porque la tensión de K. con el poder no puede ser olvidada si quiere salir de su proceso. Las puertas tienen la función de advertir los encuentros que generalmente se resumen a dos posiciones ante la ley que se dan en espacios diversos en los que al final hay un dominante y un dominado.
Como ya se dijo, en los encuentros siempre hay un dominante y un dominado, ¿acaso hay una forma de saber quién será el dominado? ¿O quién el dominante? Pues no, no la hay, K. es tanto dominante como dominado a lo largo de la novela y no hay tal método profético. Pero sí se puede advertir cuando el poder puede cambiar de manos. Las puertas son un mecanismo que refleja dicha posibilidad, quien cruza la puerta tiene la posibilidad de tener poder, usando diferentes recursos, sobre el encuentro.
Guardianes, Bürstner: el poder cambia de manos
La primera manifestación de que la puerta es un mecanismo en el que es posible la transición de poder es en el primer encuentro, con los guardianes: “Enseguida tocaron a su puerta, y un hombre que no conocía entró en su estancia.” Se invade el espacio de K. y a lo largo del encuentro con los guardianes K. queda a sus órdenes a pesar de la insolencia con la que habla. Además no es sólo su cuarto, también la habitación adyacente y la habitación de la señorita Bürstner. A estos espacios K. es desplazado bajo órdenes y está controlado todo el tiempo. Los guardianes aseguraron su dominio al dominar al espacio y sus habitantes, es por eso que aunque se pudiera asegurar la superioridad mental de K. sobre ellos no puede oponerse a la invasión de la ley a cargo de tres hombres físicamente imponentes y que no dejaron espacio libre de su dominio.
Cuando K. visita a la señorita Bürstner el día del arresto, conociendo su habitación por el interrogatorio de la mañana, cruza la puerta con una intención: informar lo sucedido y pedir “disculpas” para conocerla (o mejor dicho, tener poder sobre ella). En resumen, K. entra a su habitación y le informa lo sucedido en la mañana, lo cual es corroborado por las fotos que ya no están en su lugar y empieza una conversación que acaba en un beso “animal”. K. invade a la señorita Bürstner con la excusa de disculparse, pero ya conociendo el espacio en el que está hace lo que quiere en ese momento. Además, no tiene ninguna oportunidad de hacer lo mismo posteriormente, a pesar que así lo desea, porque no vuelve a ver a la señorita Bürstner, no tiene la oportunidad de invadirla de nuevo.
El ejecutor: la necesidad de cruzar la puerta
En el capítulo del ejecutor K. ve a los guardianes Franz y Willem siendo azotados por otro funcionario de la ley, el
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