Los Niños Del Grupo

Los niños del grupo: sus ideas, actitudes y aprendizajes.

Cada grupo de alumnos, muestra características diferentes. Las ideas, las actitudes y los aprendizajes de los alumnos varían de acuerdo al contexto donde se desarrollan.

Los niños son el alma del aula; sus risas, su carisma, su empeño al hacer las cosas, sus enojos, sus tristezas y sus alegrías se comparten y se guardan en este pequeño lugar.

No todos los niños aprenden al mismo tiempo y de la misma manera; habrá quienes sean kinestésicos, auditivos o visuales, pero sin duda, una buena estrategia para motivar e interesar a los niños y propiciar un mejor conocimiento siempre será el juego.

Los juegos como estrategias didácticas y recursos para abordar los temas resultan ser del agrado de los niños. Sin embargo, como docentes hay que saber escoger y determinar qué juegos nos apoyarán al facilitar la enseñanza de un contenido.

A los alumnos les gusta crear, imaginar, manipular y experimentar cada cosa que aprenden. Si no le encuentran algún sentido al conocimiento como parte de su entorno y de su vida cotidiana perderán el interés y la curiosidad por seguir aprendiendo más acerca de ello.

En la mayoría de las ocasiones las actitudes de los niños vienen determinadas por lo que viven tanto en su familia como en la escuela (es decir, con el docente) o bien por la forma en que actúan con los amigos.

Es indispensable que además de ser un educador, un instructor o un facilitador de la enseñanza nos mostremos como un amigo para el niño para propiciar cierta confianza y entender el por qué de sus reacciones, de su bajo rendimiento o de sus malas conductas.

Todo tiene un por qué y si no nos preocupamos por lo que al niño le pasa nunca entenderemos las causas de sus comportamientos.

En el salón de clases se manifiestan infinidad de problemas día con día y es importante tener la habilidad de saber cómo manejar las situaciones para darles solución en el momento en que se presentan.

Asimismo, resulta fundamental que todo maestro sea alegre, paciente, inteligente, cariñoso y respetuoso.

Alegre, para hacer más divertida la clase. Paciente, porque cada niño tiene un ritmo de trabajo diferente. Inteligente, para transmitir los conocimientos que ha adquirido a lo largo de su carrera de la manera más adecuada. Cariñoso, para crear en los niños un sentimiento de paz y seguridad. Y finalmente respetuoso, para que a los alumnos les sirva como ejemplo y puedan así responder de la misma forma.

Hoy puedo decir con seguridad que el verdadero maestro es aquél que ama su profesión, aquél que busca la mejor estrategia para dar a conocer un tema pero sobre todo, el verdadero maestro es aquél que lucha por sacar a los niños adelante sin importar qué dificultades se le presenten.

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