Más historia, más aprendizaje

Por medio de la práctica reflexiva  logramos una verdadera práctica educativa reflexiva y crítica, ha adquirido gran importancia dentro del ámbito pedagógico, orientándose a distintos principios y valores siendo consciente de su propio proceso. Aquellos que desarrollan una reflexión sobre la práctica, aprenden escuchando, observando, actuando y disponiendo de una supervisión directa de su hacer, reflexionando ellos solos y con sus tutores, sobre cómo se desarrollaba la acción.

Dentro de la enseñanza para poder hacer frente a las situaciones educativas, debemos recuperar la reflexión en la acción y sobre la acción. Una adecuada enseñanza exige tomar decisiones reflexivas, racionales y conscientes, resolver problemas, plantear soluciones y puntos de mejora, lo cual se va a lograr mediante una práctica pedagógica reflexiva lógica o analítica.

Esta práctica se da cuando nos enfrentamos a un problema real, promoviendo un aprendizaje profesionalizador y práctico, interrelacionado mediante ejes fundamentales, trabajando de manera sistemática los ejes y mejorar la práctica profesional de todos, construyendo propuestas para la mejora en aquellos puntos en que la eficacia de los aprendizajes de los alumnos no se considera exitosa, teniendo como objetivo transformar la práctica diaria en el aula en un proceso de investigación-acción, constituye una competencia profesional para el desarrollo docente.

Se pretende formar docente competentes, que integren la teoría y la práctica, un compromiso ético y social, mejorando su capacidad para gestionar él aula y su práctica. De alguna manera como docentes practicamos la reflexión en nuestro trabajo, siendo lo correcto esta producción natural y espontánea. Llevar al campo dicha práctica requiere de una sistematización de diversos aprendizajes, para que sea efectiva debemos seguir una serie de condiciones, para consolidar la formación docente, incrementando el aprendizaje profesional, estableciendo pequeñas comunidades de aprendizaje contribuyendo a la mejora de la institución educativa.

La práctica reflexiva promueve y facilita la interacción entre acción, pensamiento y ser, propiciando un desarrollo personal del alumno, encontrando una relación entre la razón científica y la razón práctica. El aprendizaje producido permite formar practicantes reflexivos capaces de construir saberes nuevos a partir de la experiencia, logrando un aprendizaje metacognitivo de sus competencias, habilidades y capacidades a nivel profesional.

Diversos autores cuestionan las bases de la práctica, asegurando que no asegura la calidad del pensamiento reflexivo, alegando posibles efectos negativos, dudando sobre el posible alcance que puedan tener los alumnos niveles elevados de crítica, existiendo el riesgo de que no todos los estudiantes muestren actitudes para introducir el proceso reflexivo.

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