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Meditaciones.


Enviado por   •  22 de Octubre de 2016  •  Ensayo  •  1.591 Palabras (7 Páginas)  •  210 Visitas

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Rêve
















A Amy, porque eres la prueba de que
el mundo a veces puede saber a vodka con hielo.


No sé cómo empezar. Esta noche turbia me siento a organizar mi alma para plasmar en estas tristes hojas la contundencia con que ella me golpeó.

La conocí en una tarde lluviosa. Caminaba bajo este cielo inclemente con las solapas de mi chaqueta arriba. Pensaba vagamente en el olor a concreto mojado, hasta que decidí resguardarme de la lluvia en una parada de bus. Busqué con esperanza entre los bolsillos hasta que encontré mi paquete de Lucky Strike milagrosamente seco. Con poca destreza saqué uno, lo puse en mis labios y traté de encenderlo con el Zippo de mil batallas que había encontrado en el bar El Holandés Errante. Solté la primera y furiosa bocanada, y al levantar la mirada sentí sus penetrantes ojos sobre mí. Era de tez morena y tenía el cabello corto, y daba una vaga impresión de femme fatale. Se quedó viéndome y la tensión crecía dentro de mí. Con palabras lentas me pidió fuego y vi como un Lucky Strike se acomodaba entre sus labios perfectos. La miré encender su cigarrillo y me pareció que toda Bogotá era una extraña amalgama de coincidencias: Unas te deprimen, otras te hacen la vida mejor. Me dijo que si planeaba invitarla a un café o simplemente me iba a quedar como un idiota mirándola. Asentí y caminamos en un silencio tangible. Ella caminaba con gracia, y me parecía que sus piernas eran un largo camino hacia la gloria. Entramos en el primer café que encontramos. Era un espacio agradable y a lo lejos sonaba música de ambiente genérica. Le dije que me gustaba ver la ciudad correr a través de las ventanas. Ella pidió un capuchino, y yo pedí el café más oscuro posible sin azúcar.

Me dijo que se llamaba Amy, pero yo pensé que era más que tres letras. Me pareció que ella sabía a un LP de Ty Segall en un balcón a media noche. Me pareció que ella sabía al primer trago del viernes donde quieres sentir la vida ahogada en alcohol. Me dijo que quería estudiar cine. Yo estudiaba filosofía y letras. Pasamos la tarde entera al calor de los cigarrillos y las copas. A las 8 la ciudad era una extraña concentración de farolas y afanes, como si hubiera estado ahí desde siempre pero realmente no existiera. Salimos del café un poco mareados, y tomamos el rumbo de la Séptima con dirección al centro. Durante el viaje le hablé de todo: De la economía, del precio de la cerveza, de los ceniceros que me gustaban, de la ginebra, de sus ojos, de su sonrisa, de los cerros, de los árboles que a veces no quieren ser árboles. Pasamos la Universidad Javeriana y compré en un pequeño estanco una botella de vodka. En el Parque Nacional buscamos una banca y discutimos de mil temas hasta que la botella quedó vacía y lo único que tuvimos por hacer fue fumar mientras los autos aceleraban con primicia. Ella tenía una particular forma de fumar: Sus labios parecían llevar la brisa del mar cuando expulsaba el humo. Me llenaba de su humo azul, de sus tristezas concentradas en la nicotina. Todo en ella parecía un sueño una película en Super-8 un filme francés donde al chico triste le llega un sol que calienta su vida yo quise tenerla ahí como un retrato entre los sonidos entre las miradas entre los sentimientos inciertos que rodean esta maldita ciudad se me ocurrió que ella sería el vaso omnipotente donde podría derramar todos mis poemas mis versos mis palabras quebradas por el tedio de los días que pasan y pasan y pasan y pasan incesantes tal vez ella podría ser mi bebé como en el comienzo de Mean Streets así es Bogotá estas calles son groseras con sus buses que van y vienen llevando almas destrozadas ella era como un cenicero roto desangrando el cuello mi cuello le dije que fuera a mi apartamento allí había una gran terraza podríamos mirar a esta luna que no se ha suicidado vamos ven conmigo muñeca vamos te escribiré poemas en servilletas te pintaré el cielo con el particular dolor que siento cuando no te siento respirar a mi lado ven las piernas me tiemblan pero no importa esto es para ti esa musiquita lejana es para ti sigue claro que puedes sentarte si quieres busca las botellas tristes que hay en la cocina a ver si ahogamos esta noche de una vez por todas a ver si me ahogas entre el mar que tienes en la mitad de los ojos ven mira cómo se ve Bogotá de noche se ve como una maqueta verdad ja-ja la noche sabe a Pink Floyd verdad has notado que cuando hablo contigo hablo incoherencias hablo mucho hablo rápido y violento es porque me descontrolas me pones en una licuadora con un poco de licor y me vuelves un coctel de letras déjame tenerte entre mis brazos porque me he sentido anormalmente acompañado hoy una vez iba a saltar de este balcón pero pensé en que aún tenía ron por beber sabías sí yo sé que no me crees pero no me mires asó has detonado algo oscuro dentro de mí y ahora sangro palabras he llegado a la deducción de que eres como un risco sólo te tiras y te estrellas con el duro fondo de tu sonrisa ven acércate déjame conocer el filo de tus labios de tu aliento desángrame en ti no importa nada la noche es testigo y cómplice.

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