Metaética y ética normativa
Enviado por malupi_0218 • 7 de Octubre de 2013 • Examen • 2.936 Palabras (12 Páginas) • 378 Visitas
Metaética y ética normativa
La ética o filosofía moral es la disciplina que justamente se ocupa de aquello que es moralmente bueno o malo, correcto o incorrecto. Es la rama de la filosofía que evalúa el comportamiento humano y, sistematiza, defiende y recomienda criterios referidos a comportamientos correctos e incorrectos. Existen tres ramas: la metaética, la ética normativa y la ética aplicada.
La metaética se ocupa del análisis del sentido y justificación de los conceptos éticos. El realismo moral sostiene que los principios morales tienen un fundamento objetivo que trasciende las meras convenciones humanas.
La ética normativa se ocupa de evaluar los elementos o principios morales presentados por la metaética y formular criterios que permitan justificar las reglas y juicios que se presenten acerca de lo que es bueno y correcto. Se trata de poder llegar a establecer un criterio final de conducta moral que pueda ser aceptado por todos.
De acuerdo con las teorías deontológicas la moralidad se basa en principios fundamentales de obligaciones que los seres humanos tienen que cumplir con independencia de las consecuencias que puedan derivarse de sus acciones. Se han distinguido cuatro tipos de teorías deontológicas: la primera se denomina teoría es la de los deberes, en donde existe un conjunto numeroso de caracteres que las personas tienen el deber de adquirir por leyes de la naturaleza. Esos deberes pueden ser deberes hacia Dios, hacia uno mismo y hacia otros. En segundo lugar puede mencionarse la teoría de los derechos que sostiene que todas las personas tienen naturalmente ciertos derechos que todos deben reconocer y respetar. De acuerdo con esta teoría, los derechos morales deben ser naturales, ni creados ni inventados; universales, que no cambian de un lugar a otro; iguales para todos.
Dentro de las teorías deontológicas la que más relevancia tiene es, sin duda, la del imperativo categórico formulada por Emmanuel Kant. De acuerdo con Kant las acciones morales deben estar basadas en un “principio supremo de moralidad” que es objetivo, racional y libremente elegido. Ese es el imperativo ecológico: cualquier acción para ser considerada categóricamente imperativa debe ser buena en sí misma y conforme con la razón; es la ley que dicta el curso de las acciones, sin importar las consecuencias que puedan resultar.
Kant presenta también otras formulaciones del imperativo categórico, una de esas señala que debe tomarse siempre a la humanidad como un fin y nunca como un medio, ya que tomar a una persona como a un medio resultaría claramente inmoral. Existe una última teoría deontológica presentada por el filósofo británico W. D. Ross, para él lo que vuelve correcta a una acción no es el bien o la utilidad que de la misma se deriva. En este sentido una acción correcta no es necesariamente la que produce el mayor bien. Una acción es moral cuando tiene algún aspecto de estos que se consideran como parte de la naturaleza fundamental del universo: fidelidad, reparación, gratitud, justicia, beneficiencia, automejora y no-maleficiencia.
Se ha señalado que no pueden ignorarse las consecuencias que determinados actos pueden acarrear. Juzgar una acción por sí misma, con independencia de sus resultados, no parece suficiente. Esto lo han hecho las llamadas teorías consecuencialistas. Existen tres tipos: el egoísmo ético, el altruismo ético y el utilitarismo. De acuerdo con la primera una acción puede ser considerada moralmente correcta si el resultado de la misma es favorable para quien la lleva a cabo. El altruismo ético sostiene que la acción moralmente correcta es aquella que tiene consecuencias favorables para todos excepto para quien la ejecuta.
La teoría del contrato social ha sido modernizada con la noción de la justicia distributiva de Rawls y la idea de libertad personal de Nozick. Rawls considera a la justicia como el mayor valor, por encima de la libertad. Y la justicia la entiende en el sentido de “equidad” que es el valor que debería regir al contrato social. La distribución de beneficios y cargas en una sociedad será justa si la misma se genera por la aplicación de tres principios: el principio de igual libertad, el principio de diferencia y el de igualdad de oportunidades. El primer principio establece que “cada persona deberá tener igual derecho a las libertades básicas más amplias compatibles con libertades básicas similares para todos”. El principio de diferencia es prioritario respecto del de igualdad de oportunidades.
El utilitarismo fue presentado en primera instancia por el filósofo británico Jeremy Bentham que formuló un “principio de utilidad” de acuerdo con el cual el criterio que debe adoptarse para valorar las acciones debe ser el aumento o disminución de la felicidad que promueven, entendiendo felicidad como placer. La forma original de Bentham sería el ahora llamado utilitarismo de acción de acuerdo con el cual cada acto individual sería evaluado directamente de acuerdo con el principio de utilidad. El segundo tipo sería el utilitarismo de reglas que sostiene que la conducta debe ser evaluada de acuerdo con ciertas reglas que si fueran adoptadas por todo el mundo llevarían al mayor bien para el mayor número.
En el caso del utilitarismo de acción determinar el valor moral de un acto determinado requiere la consideración de todas las alternativas posibles y debe elegirse aquella que haya de producir el mayor bien. En el caso del utilitarismo de reglas el status moral de ciertas acciones debe surgir del análisis de las consecuencias que se derivarían de la adopción generalizada de determinadas reglas.
Las virtudes son rasgos del carácter que no son innatos, sino que se desarrollan como consecuencia de la educación moral recibida de joven y de la experiencia derivada de comportamientos subsiguientes. Pueden ser clasificadas en virtudes intelectuales y morales. Las primeras corresponderían a aquellos hábitos que contribuyen al perfeccionamiento del intelecto y a la comprensión de la verdad por parte de quienes las practican. Las virtudes intelectuales son condición necesaria pero no suficiente para las acciones moralmente buenas. Podemos mencionar algunas de las virtudes intelectuales: la ciencia, la comprensión o razonamiento inductivo, la sabiduría y el arte.
Pero son los hábitos morales los que disponen a tomar, con una adecuada disposición del ánimo, decisiones buenas y correctas en todas las circunstancias de la vida. Las virtudes morales son rasgos admirables del carácter que implican formas características de comprender y sentir al mundo así como motivaciones para actuar de cierta manera hacia el mismo.
Platón ponía énfasis
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