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Motivaciones Y Dinámicas Para El Aprendizaje Del Adulto Mayor


Enviado por   •  14 de Marzo de 2013  •  11.474 Palabras (46 Páginas)  •  1.013 Visitas

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Motivaciones y dinámicas para el aprendizaje del adulto mayor

Nociones preliminares

Durante años nuestra sociedad elaboró una imagen del adulto mayor cargado de prejuicios, de connotaciones negativas en torno a la vejez. Sin embargo, esta visión ha ido cambiando a través del tiempo y han sido los propios adultos mayores quienes nos han enseñado que el envejecimiento no tiene que ver con enfermedades o deterioros. Más bien, son cambios naturales que suceden en la etapa del envejecimiento y que afectan las distintas dimensiones del desarrollo humano (física, psicológica y social), que se describen en este texto y que nos permiten aproximarnos hacia la persona del adulto mayor para comprender cuáles son esos cambios que experimenta.

A continuación revisaremos algunos mitos y creencias en torno a los adultos mayores.

Creencias y mitos acerca de los adultos mayores

Nuestra sociedad tiene incorporada en su mentalidad varias creencias o prejuicios que se manifiestan en una actitud discriminatoria hacia los adultos mayores.

La vejez es sinónimo de deterioro progresivo, decadencia y enfermedad

Concibe a la vejez como una etapa de la vida de progresivo deterioro, de decadencia en lo físico y lo mental. Este modelo induce a pensar el transcurso de la vida como comienzo, plenitud y decadencia y proyecta sobre los adultos mayores una imagen de incapacidad, inutilidad social, obsolescencia y rigidez.

Este modelo cultural -imágenes e ideas compartidas por una sociedad- repercute en los adultos mayores de dos maneras. Por un lado, experimentan el menoscabo por las descalificaciones, desvalorización y discriminación de que son objeto y, por otro, hacen suyas estas ideas y terminan por percibirse a sí mismos de esa forma, aceptando su deterioro como algo fatal. Así, tienden a asumir una actitud de resignación y apatía frente a lo que les sucede, restringiendo cualquier iniciativa de superación.

La vejez es una etapa más del ciclo de vida de las personas. Y, al igual que las etapas anteriores, está llena de sueños e inquietudes, de tareas y desafíos. La importancia de este tema es tal que el gran objetivo de la política social sobre la vejez en Ecuador es lograr un cambio cultural, que significa que un mejor trato y valorización de los adultos mayores en nuestra sociedad y el mejoramiento paulatino y sostenido de su calidad de vida, lo que implica una percepción distinta sobre el envejecimiento y las personas mayores.

Las Personas Mayores son incapaces y dependientes

Esta creencia enfoca el envejecimiento desde una mirada exclusivamente física o médica, sin considerar otros aspectos al momento de evaluar, como la autonomía o funcionalidad de las personas mayores.

Si bien en la vejez se está más expuesto a enfermarse y el adulto/a mayor requiere de más tiempo para adaptarse a los cambios, la disminución de las capacidades es compensada por potenciales propios de esta etapa: experiencia, conocimiento, madurez vital y perspectiva de la historia personal y social.

Parece que en nuestra mente la imagen que primero se gatilla cuando pensamos en adultos mayores es la del adulto o adulta mayor dependiente o postrado/a y no la de la persona mayor que es autónoma.

Las Personas Mayores no tienen nada que aportar a la sociedad

Esta consideración se hace, principalmente, desde una perspectiva económica. Se cree que los adultos mayores ya hicieron su aporte a la sociedad y que son una carga económica para ésta.

Asimismo, el ritmo actual de vida ha privilegiado la eficiencia, el hacer por sobre el ser, generando una división artificial entre personas pasivas y activas. También, se ha tendido a privilegiar el tener, por sobre el ser, valorándose en gran medida los bienes materiales que se tienen, más que las características de la persona como un todo.

La disminución de la capacidad física es un hecho que se ha producido siempre, pero antes eso no influía como para discriminar al individuo, porque se veía contrapesada por un aumento de la experiencia y del conocimiento general de la vida.

Cuando se vive en una sociedad donde el rápido cambio tecnológico impregna y altera casi todos los ámbitos de la vida, la experiencia resulta muchas veces obsoleta, puesto que se refiere a formas de hacer y de pensar ya sobrepasadas. De ahí que se juzgue prescindible la experiencia del adulto mayor y descartables sus opiniones. Esto puede ser cierto a nivel tecnológico. El error es hacerlo extensivo a todas las esferas de la vida.

Las Personas Mayores son como niños

Se tiende a creer que el deterioro físico de los adultos mayores es sinónimo de pérdida total de sus conocimientos y experiencia, de su carácter y personalidad. Por una parte, se asocia la debilidad física de la persona mayor con la debilidad física del niño, olvidando o dejando a un lado, todas las diferencias. Por otra, se atribuyen ciertas conductas como exclusivas de los niños y no se considera que, en realidad, pertenezcan a todos los seres humanos (niños, jóvenes, adultos medios y adultos mayores).

El concepto de deterioro de la última etapa de la vida es aplicable, tal vez, a lo que ocurre a nivel fisiológico, pero no es adecuado para describir lo que sucede en los niveles psicológico, sociocultural y espiritual. En estas últimas esferas, salvo que ocurra una enfermedad grave, cada persona continúa siendo la misma. En este sentido, no se puede comparar a un niño, que está empezando a vivir, con un adulto. De ahí la importancia de describir la vejez como una etapa de la existencia y no como el momento de su derrumbe o disolución.

En el ámbito del hogar, y frente a una persona mayor frágil o postrada, se dice: “no puede masticar, hay que darle todo molido, como a una guagua” o “no controla esfínteres, usa pañales y hay que cambiarlo/a, como a un niño”. Es en ese sentido que la debilidad física de la persona mayor se asocia con la debilidad física del niño. En esos casos, no se considera que, a pesar de esas circunstancias específi cas, la persona mayor no es comparable a una guagua o a un niño. Tal vez, en algunos casos, no puede masticar ni controlar esfínteres, pero su mente sigue razonando bien. El adulto/a mayor escucha y percibe esas comparaciones, las cuales le provocan una baja en su autoestima.

En el ámbito del aprendizaje con adultos mayores autónomos, también caemos en situaciones similares a la anterior. Por ejemplo, decimos frases como “hablan todos al mismo tiempo y hay que hacerlos callar, son como niños” o “a veces discuten en malos términos, sin respetarse, o pelean por un lápiz, si son como niños”. Esas conductas que se atribuyen como exclusivas de

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