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Objetividad Cognitiva


Enviado por   •  28 de Abril de 2013  •  2.503 Palabras (11 Páginas)  •  372 Visitas

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MAX WEBER

LA OBJETIVIDAD COGNITIVA DE LA CIENCIA SOCIAL

Y DE LA POLÍTICA SOCIAL

EN MAX WEBER. ENSAYOS SOBRE METODOLOGÍA SOCIOLÓGICA

Desde el comienzo, la revista concibió los objetos de que se ocupaba como objetos económico-sociales. Poco sentido tendría que emprendiéramos aquí determinaciones de conceptos y deslindamientos de ciencias; no obstante, debemos aclarar sucintamente qué significa ello.

Que nuestra existencia física, así como la satisfacción de nuestras necesidades más espirituales, choquen en todas partes con la limitación cuantitativa y la insuficiencia cualitativa de los medios externos necesarios para tal fin, y que tal satisfacción requiera la previsión planificada y el trabajo, al par que la lucha contra la naturaleza y la asociación con los otros hombres, de ahí —expresado del modo más impreciso— el hecho fundamental al que se ligan todos los fenómenos que caracterizamos en el sentido más lato, como económico-sociales. El carácter de un fenómeno no es algo que este posea objetivamente. Antes bien, está condicionado por la orientación de nuestro interés cognoscitivo, tal como resulta de la significación cultural específica que en cada caso atribuimos al proceso correspondiente. Cada vez que un proceso de la vida cultural está anclado, de manera directa o mediata, en aquel hecho fundamental, en cuanto a aquellos aspectos de su especificidad en que para nosotros consiste su significación particular, entonces contiene un problema de ciencia social, o, en la medida en que ese sea el caso, puede al menos contenerlo; representa, pues, una tarea para una disciplina que se proponga elucidar el alcance de aquel hecho fundamental.

Dentro de los problemas económico-sociales podemos distinguir, en primer lugar, procesos y complejos de estos, normas, instituciones, etc., cuya significación cultural reside para nosotros esencialmente en su aspecto económico, y que —como los procesos de la vida bursátil y bancaria— en lo esencial nos interesan solo desde este punto de vista. Esto ocurrirá como regla general (aunque no exclusivamente) cuando se trate de instituciones que fueron creadas o que son utilizadas conscientemente con fines económicos. A tales objetos de nuestro conocer podemos denominarlos procesos o instituciones . A estos se añaden otros —por ejemplo, los procesos de la vida religiosa— que no nos interesan (con seguridad al menos no en primer lugar) desde el punto de vista de su significación económica y en virtud de esta, pero que, en ciertas circunstancias, cobran significación en ese sentido porque producen efectos que sí nos interesan desde aquel punto de vista: los llamaremos fenómenos en nuestro sentido, existen algunos cuyos efectos económicos carecen de interés o lo tienen muy escaso (por ejemplo, la orientación del gusto artístico de una época), pero que en casos individuales están influidos en mayor o menor grado, en ciertos aspectos significativos de su especificidad, por motivos económicos (en el ejemplo mencionado, digamos por la organización social del público interesado en el arte). Los llamaremos fenómenos . El complejo de relaciones humanas, de normas y de vinculaciones determinadas normativamente, al que denominamos es, por ejemplo, un fenómeno con respecto a sus finanzas; en la medida en que opera la vida legislativa u otra sobre la vida económica (e incluso allí donde rige de manera consciente su comportamiento según puntos de vista por entero distintos que el económico) es ; por último, en cuanto su comportamiento y sus características, también respecto de relaciones no , están codeterminados por motivos económicos, está . Compréndese de suyo, de acuerdo con lo dicho, que por un lado las fronteras de los fenómenos son imprecisas y no susceptibles de nítida delimitación, y que, por el otro, los aspectos de un fenómeno, como es natural, en modo alguno están solo ni son solo , y que, en general, un fenómeno tiene la cualidad de solo en la medida y por el tiempo en que nuestro interés se dirija de manera exclusiva a la significación que posee respecto de la lucha por la existencia material.

Nuestra revista, como lo ha hecho la ciencia económico-social a partir de Marx y Roscher, se ha ocupado no solo de los fenómenos económicos, sino también de los . El ámbito de tales objetos se extiende naturalmente —de manera fluctuante, de acuerdo con la orientación de nuestro interés en cada caso— a la totalidad de los procesos culturales. Motivos propiamente económicos —o sea aquellos que en su especificidad para nosotros significativa tienen sus raíces en el hecho fundamental que hemos mencionado— operan siempre que la satisfacción de una necesidad, por más inmaterial que esta sea, se liga al empleo de medios externos escasos. El peso de estos, por lo tanto, no solo ha codeterminado y modificado en todas partes la forma de la satisfacción, sino también el contenido de las necesidades culturales, aun las de naturaleza más íntima. La influencia indirecta de las relaciones sociales, instituciones y agrupamientos humanos sometidos a la presión de intereses se extiende (a menudo sin que se tenga conciencia de ello) a todos los ámbitos de la cultura, sin excepción, incluídos los más delicados matices de la experiencia religiosa o estética. Los procesos de la vida cotidiana, lo mismo que los acontecimientos de la alta política y los fenómenos colectivos y de masas, así como las acciones de los estadistas o las realizaciones literarias y artísticas individuales, están co-influidos por aquellos intereses: están . Por otra parte, la totalidad de los fenómenos y condiciones de vida de una cultura históricamente dada opera sobre la configuración de las necesidades materiales, el modo de satisfacerlas, la formación de grupos de interés material y los tipos de sus instrumentos de poder, y con ello sobre el curso del . Tal totalidad se vuelve, pues, . En cuanto nuestra ciencia, en el regreso causal, impute a los fenómenos culturales económicos causas individuales —sean o no de carácter económico—, procura un conocimiento . En cuanto persiga un elemento específico de los fenómenos culturales, a saber, el económico, en su significación cultural, a través de las más diversas conexiones de la cultura, procura una interpretación histórica desde un punto de vista específico, y ofrece un cuadro parcial, una contribución preliminar para el pleno conocimiento histórico de la cultura.

Si bien no en todos los casos en que entran en juego momentos económico-sociales, como consecuencias o causas, existe un problema económico-social —pues este se presenta sólo cuando la significación de tales momentos es problemática y el único modo de determinarla con precisión es el empleo de los métodos

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