PRÁCTICAS COERCITIVAS EN LA EDUCACIÓN DURANTE LAS ETAPAS PREHISPÁNICA Y COLONIAL
Enviado por estrada_adriana • 7 de Diciembre de 2012 • 1.590 Palabras (7 Páginas) • 773 Visitas
Introducción
El presente trabajo tiene como propósito hacer una breve descripción de las prácticas coercitivas y contenidos de la enseñanza impuestos a los indígenas durante las épocas prehispánica y colonial, con el objetivo de poder vincularlo con el tema que me interesa trabajar durante la maestría: violencia escolar.
Algo que aprendí en el seminario de Historia de la Educación en México; impartido en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, como parte del programa de Maestría en Ciencias de la Educación (8ª generación) es que la educación, percibida como una práctica social, no está exenta del tiempo y sólo al analizarla en su acontecer es posible entender el sistema educativo actual, en el que se participa de manera consciente o inconsciente, aceptando, rechazando o cuestionando propuestas educativas establecidas por las diferentes instituciones implicadas en ella: el Estado, la Iglesia, los medios masivos de comunicación, los organismos económicos internacionales y la familia, tan sólo por mencionar algunos, por lo que intentaré hacer una reflexión acerca de la escuela como un espacio generador de violencia en todas las épocas, para lo que tomaré como ejemplo dos etapas: precolonial y virreinal.
Para efectos del presente trabajo podemos decir que existen varios tipos de violencia: la que incorpora, acciones de carácter físico contra la integridad propia, de otros o de grupos, la violencia simbólica (abuso de poder basado en el consentimiento que se establece y se impone mediante el uso de símbolos de autoridad); verbal; e institucional (marginación, discriminación y prácticas de sujeción utilizadas por instituciones diversas que instrumentalizan estrategias de poder (Abramobay, 2002, citada en Mingo, 2010).
Respecto de la violencia simbólica es pertinente recordar algunas de las precisiones que al respecto hace Pierre Bourdieu (1991: 24): “la violencia simbólica, violencia suave, invisible, ignorada como tal, elegida tanto como
Sufrida…la que honra la moral de honor, se impone como el modo de dominación más económico…”.
Entonces podríamos decir que la violencia en esta y en otras épocas cobra con frecuencia modalidades que dificultan identificarla como tal, pues se ejerce en formas sutiles o se ha naturalizado a través de su cotidianidad, y de usos y costumbres.
A continuación haré una breve descripción de las prácticas utilizadas en la enseñanza durante la etapa del México Precolombino y posteriormente durante la época de la Colonia que hacen uso de algún tipo de violencia (explícita o simbólica).
Prácticas coercitivas en la etapa indígena
En el México prehispánico los verbos a partir de los cuales se construyen los términos enseñar y educar son izcaltia y uapaua: hacer crecer en un sentido biológico y endurecer respectivamente, por lo que el maestro ayuda al niño a crecer y endurecerse.
Durante la época prehispánica eran muy importantes las distinciones de clase y género en los procesos de enseñanza. Pero más allá de estas diferencias, Escalante (2010), menciona que en las imágenes del Códice Mendocino se aprecian los fuertes castigos corporales que coinciden con fuentes escritas en el siglo XVI sobre la dureza con la que eran reprendidos los niños (nobles y plebeyos). Según este autor los textos nahuas dicen que los niños eran conducidos “con el palo, con la piedra”, o bien, “con el agua fría, con la ortiga”. Este tipo de frases dobles habitualmente metafóricas, aluden en este caso a prácticas que, en efecto, solían emplearse en la educación de los niños y que son formas de violencia explícita.
La mayoría de los jóvenes mexicas plebeyos acudían (durante tres o cuatro años) a las tepochcalli, en donde aprendían acerca de la guerra, los muchachos ascendían en la escala militar por sus méritos contra el enemigo, y podían llegar a convertirse en guerreros especiales. Este era un camino de ascenso social ligado a la escuela, los guerreros valientes vivían con honores y beneficios superiores a los de un guerrero cualquiera pero también eran expuestos a grandes riesgos, lo que podríamos considerar como violencia simbólica.
Los hijos de familias nobles acudían al calmécac, y allí se preparaban para desempeñar los más altos cargos en el gobierno y el sacerdocio (fue una escuela de élite), era un lugar de estudio: el más importante recinto de conservación y transmisión del saber en Mesoamérica, pero también en este espacio los chicos estaban sometidos a una rutina de mortificaciones y autosacrificios (pasar noches en vela, tomar baños de agua helada a la media noche, punzarse el cuerpo, etc.) que tenía la finalidad de habituarlos a realizar la ofrenda de sangre, indispensable en la religión, y también la intención de endurecerlos y acostumbrarlos a la disciplina. Según el texto de Escalante 2010, las fuentes reiteran que los castigos que se infringían en el Calmecac eran muy severos para quienes cometían alguna falta: se les azotaba, se les apaleaba con leños ardientes e incluso quienes “se entregaban” a la bebida o a las mujeres
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