Pagar Por Lo Que Compras

¿De donde vienen las cosas que tenemos? Es una pregunta que creo millones de personas se han formulado durante la infancia y que normalmente nos definen, los profesores, los padres y hasta la televisión; como un sistema de producción que nace en el campo, se vende en la ciudad y lo consumimos en la casa.

Las cosas que utilizamos a diario hacen parte de un gran régimen que se desplaza de manera lineal por todos los sectores: Extracción, producción, distribución, consumo y desecho; son los pasos que siguen los productos que hoy nos sirven a todos.

Este sistema interactúa directamente con la cultura, la sociedad, los intereses y por supuesto con el dinero, a lo que se denomina, economía de los materiales.

En este modelo, el gobierno actúa como la figura que técnicamente regula el sistema, pero que actualmente se rige por sus necesidades e intereses individuales para apoyar a quienes les benefician. Los inversionistas, forman la cúpula de las negociaciones y son quienes financian toda la operación, es decir, estos dos son padre y madre del sistema.

La extracción, es el primer segmento de la línea, el nacimiento de un problema de explotación de los recursos naturales que resulta de la necesidad de adquirir materias primas que para su conversión; combinan químicos y tóxicos, que durante la etapa de desecho generan un impacto en la salud de las personas.

Esta crisis de materiales, es una mezcla de intereses, donde quienes producen son los mismos que consumen, donde: “todos nos comemos lo que hacemos pero no vemos en realidad como pagamos el precio” ; por que la publicidad y los medios de comunicación nos venden la idea del consumo, todo el tiempo nos dicen que debemos comprar, gastar y lo más importante, que debemos estar a la moda, pero nunca utilizan palabras como sembrar, reutilizar, arreglar en sus comerciales y propagandas.

La distribución de los productos se hace por medio de las ventas, las grandes tiendas compran en cantidades y utilizan las promociones y descuentos para desocupar las estanterías. La flecha dorada del consumo siempre nos indica donde mirar, y el poder adquisitivo se maneja no desde los bolsillos sino desde necesidad de obtener y de cambiar cada día nuestras cosas por algo mucho mejor, más actual.

El consumo y la necesidad que ha creado el mismo sistema sobre pasa los limites del poder adquisitivo, es por esto que la producción cada día aumenta y es directamente proporcional a la contaminación y explotación del suelo.

La conexión entre comprar y pagar un precio justo, no la identificamos a la hora de adquirir el producto; pues en ningún empaque dice cuanta agua gastaron, o cuantos arboles cortaron y mucho menos cuanto aire contaminaron. Por el contrario los bajos precios en las etiquetas y las ofertas en las tiendas hacen de este panorama una nube que solo cuando nos toca se dispersa en el cielo que para ese momento ya es

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