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Pedagogia


Enviado por   •  19 de Marzo de 2013  •  1.317 Palabras (6 Páginas)  •  323 Visitas

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Lectura: Los Orígenes del Animismo Infantil. Necesidad Moral y Determinismo Físico.

Tres discusiones preliminares son indispensables para poder tratar de los orígenes del animismo infantil. Importa en primer término, precisar qué forma se presentan las manifestaciones espontaneas del animismo en el niño. Para esto será preciso analizar la creencia de los niños según la cual el sol y la luna los siguen. En tercer lugar abra que examinar que especie de necesidad concede el niño a los movimientos regulares, a las leyes de la naturaleza.

1. El animismo espontáneo en el niño.

Las obras de psicología y de pedagogía abundan en rasgos espontáneos de animismos extraídos de la vida del niño. Aquí se hace mención de dos tipos de niños los sordomudos y los niños normales, en el caso de los niños normales el animismo es comprensible y tiene otra tonalidad afectiva. Las preguntas de estos niños denotan muy frecuentemente una actitud animista y que, en general, el espectáculo del movimiento es el que lleva al niño a plantear preguntas animistas. Los niños más pequeños, su animismo es mucho más implícito e informulable. No se preguntan si las cosas saben lo que hacen, ni que está vivo y está muerto, porque el animismo no ha sido puesto en duda en ningún punto particular. Se limitan a hablar de las cosas en lenguaje humano, a prestarles voluntad, deseo, actividad consciente.

El único medio para adquirir informes es la observación atenta sobre el comportamiento del niño como sobre sus palabras. Es en efecto, un rasgo sorprendente del lenguaje de los niños de dos- tres años el empleo de “quien” para designar las cosas como si fueran personas, por ejemplo “¿Quién es aquel tren?” entre otras expresiones. Parece, pues, que Nel atribuye el “Quien” a todos los objetos en movimiento y que de esta manera llega a animar estos objetos. Seguramente este empleo del “Quien” no prueba nada por sí solo. Pero, los mismos cuerpos en movimiento dan lugar, en el niño de corta edad, innumerables expresiones animistas, cuya acumulación parece indicar una orientación de espíritu y no solamente un hablar metafórico. Para los pequeños toda cosa en movimiento es descrita en términos de conciencia, todo acontecimiento es descrito en términos de acción intencionada. Se hallan dos periodos en el animismo espontaneo de los niños.

El primero, que se extiende hasta los cuatro-cinco años, se caracteriza por un animismo integral e implícito, toda cosa puede ser momentáneamente asiento de una intención o de una actividad consciente, a riesgo de las resistencias o de los choques que golpean el espíritu del niño. Pero este animismo no plantea problemas al niño. Es natural, al contrario de los cuatro-seis años las preguntas se plantean a su sujeto y señalan por eso que este animismo implícito esta en parte en vías de desaparición y, por consecuencia, en parte en vías de sistematización intelectual. En este momento se hace posible preguntar al niño y dan comienzo las etapas cuya sucesión hemos estudiado.

2. El sol y la luna nos siguen.

El animismo de que dan testimonio las preguntas y las expresiones de los niños de cinco-siete años nace esencialmente con ocasión de fenómenos fortuitos que el niño no comprende por su condición de fortuitos. Es la creencia según la cual el niño se considera seguido constantemente por el sol y la luna. La técnica que se debe seguir para no sugestionar al niño, es muy sencilla. Se le pregunta si cuando se pasea ¿Qué hace el sol? Si el niño tiene la creencia de que el sol le sigue contestara súbitamente: el nos sigue. Si no tiene esta creencia, la pregunta es demasiado vaga para sugerir la contestación. Se han hallado tres etapas. Durante la primera, el niño cree que el sol y la luna le siguen, esta etapa se extiende, por término medio, hasta los ocho años, pero se encuentran todavía presentes hasta los doce años.

Durante

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