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Introducción

En este breve texto se revisa tres tópicos importantes: el aporte que han tenido las ciencias sociales y humanidades a las problemáticas sociales, la enseñanza de las competencias para la vida en una sociedad del conocimiento con cambios vertiginosos, y la importancia de implementar la noción de pensamiento complejo en la práctica docente. Tan necesaria para desarrollar la capacidad de investigación en alumnos y así formar seres humanos capaces de producir conocimiento a partir de realidades y situaciones que viven y enfrentan día a día.

Aporte de las ciencias sociales y humanidades, la enseñanza de las competencias para la vida y el pensamiento complejo en la práctica docente

Tanto a nivel nacional como internacional, existe evidencia científica importante respecto al aporte de las ciencias sociales y humanidades a la solución de problemas sociales de actualidad.

Mientras tanto, es de vital importancia, dar un bosquejo de la complejidad e incertidumbre predominante en las sociedades contemporáneas. Por ejemplo, como se menciona en la guía del participante modulo 1 del diplomado, desde el siglo XX, el desarrollo de la ciencia y la tecnología, ha cobrado una mayor influencia en la explotación y aprovechamiento de los recursos naturales y energéticos. Mientras en lo que va del siglo XXI, las grandes industrias y urbes demandan cada vez más mayor cantidad de energía y recursos, lo que ha ido incrementando en gran escala el consumo de los mismos, que de seguir así, en poco tiempo nuestro medio estará enfrentando serios problemas de desequilibrio y deterioro ecológico irreversibles.

Es por eso que las ciencias sociales y humanidades han aportado conocimientos pertinentes a estos problemáticas a través de conferencias, debates, investigaciones, diagnósticos, proyectos, etc., que ponen a la mano herramientas sofisticadas que permiten un aprovechamiento más sustentable de los recursos de la naturaleza. Por ejemplo, el Proyecto de Kioto, que pretende la protección del medio ambiente.

También se observan los aportes de estas ciencias en diversos campos como educación, salud, discriminación, pobreza, equidad de género, interculturalidad, violencia, desigualdad, etc., que con enfoques antropológicos, sociológicos y humanistas han hurgado estos campos para comprenderlos de modo denso y tener así conocimientos pertinentes que sustenten las alternativas de solución para diversas situaciones. Recordemos que la idea de la sociedad del conocimiento es generar conocimiento sobre una problemática que permita una forma erudita de solución.

Nuestro país por ejemplo, está viviendo una crisis multidimensional sobre todo en el ámbito de la seguridad. Día a día vemos diversos medios informativos y de comunicación, casos increíbles de delincuencia, violencia, narcotráfico, asesinatos, etc., que reflejan una macro-crisis social producto de una complejidad de factores. Según algunas contribuciones de estas ciencias, algunos de los problemas mencionados derivan de una multiplicidad de causas: crisis económica, desempleo, desigualdad, pérdida valores, rechazo, exclusión, y otras. He aquí donde el trabajo de estas ciencias comienzan a introducir lo que Morín denomina como Transdisciplinariedad, multidisciplinariedad e interdisciplinariedad que conforman el pensamiento complejo, que busca ejercitar un pensamiento capaz de conocer, de dialogar, de negociar e intervenir, con loa real. El pensamiento complejo persigue el reconocimiento de lo inacabado e incompleto del conocimiento. Pretende que la educación incluya este método de estudio, en donde el alumno ponga en acción su intelecto a través de investigar problemas reales desde múltiples disciplinas científicas interconectadas entre sí y así llegar a un mejor y profundo entendimiento de dichas realidades.

La posibilidad de saber tratar los peligros que viven las sociedades contemporáneas plagadas por una infinidad de conflictos sociales, económicos y culturales, depende efectivamente, de la capacidad de las personas para generar conocimiento que permita identificar y comprender mejor las problemáticas sociales más relevantes, asimismo, hacer diagnósticos adecuados y plantear soluciones viables y realistas. Lo que implica actividades de pesquisa de mejor calidad y así producir nuevos conocimientos pertinentes y relevantes para los complejos contextos. Para lo cual, es necesaria la transformación de los procesos educativos. Los docentes necesitan transitar del enfoque frontal de la educación en donde el alumno es un mero recipiente de depósito de información, a una práctica docente que implique la implementación de la metodología de la indagación para que el alumno sea un sujeto activo y autónomo en su proceso de formación.

Ante las incertidumbres y complejidades actuales a las que estamos inmersos, no podemos pensar, mucho menos actuar como si nada pasará. Pues bien, día a día experimentamos una sociedad del conocimiento en constante y vertiginoso transformación multidimensional. A tal grado que nos exige actuar de la misma manera. Es decir, tenemos que estar a la altura de una sociedad donde la prioridad sea lograr que todas las personas desarrollen las capacidades de generar saber, apropiarse de lo existente y generados en cualquier lugar, y de aprovecharlos para comprender y resolver mejor los problemas cotidianos.

Para lograrlo es urgente un currículo escolar de educación basado en competencias para la vida tal como lo establece la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB) que busca promover e impulsar una formación integral del alumnado orientado al desarrollo de competencias útiles para sus vidas y para el futuro de México. Es decir, la educación debe preparar a los alumnos a enfrentar los retos de la vida actual y futura. Entendamos por currículo al conjunto de objetivos, contenidos, métodos, recursos y evaluación.

Por eso, es necesario centrar el cambio educativo en el desarrollo de competencias para que los estudiantes puedan responder a las demandas actuales en diferentes contextos y situaciones con saber, con hacer y con valores y actitudes. Para la RIEB una competencia es la capacidad de responder a diferentes situaciones que implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimiento), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes). Por lo que, una competencia es llevar a la práctica los conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de ciertos propósitos en contextos y situaciones diversas de la vida.

Aunque, poner el énfasis tan sólo en el enfoque del currículo, no es suficiente, ya que vivir en un mundo complejo

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