“¿Qué escuela queremos? ¿Qué queremos ser?”
Enviado por lgimenezsubia • 21 de Noviembre de 2017 • Informe • 3.095 Palabras (13 Páginas) • 953 Visitas
Título:
“¿Qué escuela queremos? ¿Qué queremos ser?”
Nombre de la Institución: I.E.S Juan B. Justo
Nombre de la materia: Pedagogía
Cuatrimestre: Segundo 2017
Trabajo práctico: Número 1
Fecha de entrega: 2-10-2017
Nombre y apellido de los integrantes:
Capua, Romina.
Gimenez Subia, Lucas.
Mich, Maria Justa.
Schiavinato, Emilia.
“¿Qué escuela queremos? ¿Qué queremos ser?
La educación como fenómeno social: entre la reproducción y la producción.
A partir de las ideas y conceptos desarrollados por Gvirtz podríamos definir a la educación en sentido amplio, como una práctica social necesaria propia de la especie humana, que forma parte de la socialización. Los primeros vínculos afectivos con los otros significativos de los primeros cuidados y las interacciones e intercambios que allí acontecen mediatizados por el lenguaje, serán la condición de posibilidad para que el niño ingrese a la cultura. El adulto significativo a cargo pondrá en juego, aun cuando no tenga conciencia de ese hecho, un cierto poder en tanto condición de posibilidad para la convivencia. De esta forma según la clasificación de Berguer y Lukman podríamos decir que es gracias a la socialización primaria que el niño dispondrá de esquemas para entender la realidad.
“Educar es incidir en el pensamiento de otros de diferentes modos”, (Gvirtz- Grimberg- Abregu 2009, pág. 18) por tanto podríamos pensar que este fenómeno se pone en juego en diversos momentos y situaciones de la vida y que no es un fenómeno cuya responsabilidad se atribuya de manera exclusiva a las instituciones educativas, protagonistas en el desarrollo de la socialización secundaria de los sujetos.
Es así como Gvirtz y sus colegas plantean que educación y escolarización, si bien son conceptos estrechamente relacionados uno con el otro, no son sinónimos, ni palabras equivalentes. Definen a la escolarización como “el conjunto de producción, distribución y apropiación de saberes que acontecen en una institución escolar” (Gvirtz-Grimberg-Abregu 2009, pág. 32).
La educación puede definirse entonces como un “fenómeno social significativo que posibilita la producción y reproducción social…”. (Gvirtz-Grimberg-Abregu 2009, pág. 17) y la distribución del saber. La conservación del orden establecido (en las prácticas sociales reproductivas) o la transformación, cambio, innovación (en las prácticas sociales productivas) van pivoteando frente a los importantes cambios que se irán produciendo en las distintas sociedades y momentos históricos.
Educación e infancia: contexto histórico
La educación es un fenómeno histórico que se irá modificando a la par del concepto de infancia. El mismo sufrió variadas transformaciones desde el siglo XVII al siglo XXI. Carbonell, en el texto “La escuela entre la utopía y la realidad” describe que durante mucho tiempo el niño ha sido menospreciado y marginado. No era considerado en absoluto, no concebían ningún rol para ellos dentro de la sociedad y en ocasiones era hasta considerado como una especie de demonio.
Carbonell contextualiza la infancia en tres momentos de la historia. Edad media, moderna y contemporánea. En la edad media, la infancia no es considerada como clase social. Encontramos un desinterés por el mundo de los niños, al punto que era de poca importancia alfabetizarlos. Incluso se preparaba sólo a una minoría, aquellos hijos de los nobles. En la edad moderna se empieza a reconocer el concepto de infancia como un grupo social que hay que proteger y disciplinar. Así, el surgimiento de las escuelas está ligado al proceso de constitución de los Estados modernos y las revoluciones industriales en su necesidad de intervenir política e ideológicamente en la regulación de la infancia, manifestando así las funciones de producción y reproducción que llegan hasta la actualidad[1].
En la edad contemporánea, el niño adquiere un status como categoría social. Se separa definitivamente del mundo adulto y aparece como “niñx-alumnx, niñx-hijx y niñx que juega con su grupo de iguales”. Esta situación no se puede descontextualizar de los cambios constantes en la forma de vida y en los modos de producción donde se observa el fortalecimiento del capitalismo. Esto hace que las nuevas formas de trabajo impliquen cambios como, por ejemplo, dejar de trabajar en el lugar de residencia y estando esta situación ligada a de la progresiva escolarización de lxs niñxs.
Aparecen las primeras reformas escolares y los primeros servicios estatales de protección frente al desamparo de la infancia. Nos encontramos en los inicios de la sociedad competitiva y las familias, sobre todo las pertenecientes a la burguesía francesa, demuestran una preocupación por la educación de sus hijxs. Aparece la ternura y el sentimiento, pero además la exigencia y ambición por su futuro. Las clases altas esperaban que sus hijxs reproduzcan su status social y las clases bajas una movilidad ascendente. Vemos que evoluciona el concepto de protección y que ahora esta misma pasa a ser compartida entre la familia y el estado. La escuela adquirió múltiples funciones complementarias siendo una de ellas, el preparar a lxs niñxs para transformarlos en trabajadores y mejores ciudadanos. El estado y la iglesia, pugnan por el control de la escuela.
El autor separa la infancia en tres escenarios: la escuela, la educación no formal y el tiempo realmente desocupado. En este capítulo se enfoca en la educación no formal y el tiempo desocupado. Tiene un pensamiento crítico sobre la educación no formal, en tanto que le roba el tiempo desocupado a lxs niñxs, notado una infancia sobreocupada por el incremento de actividades pedidas a lxs niñxs. A pesar de que valora las declaraciones formales de los derechos del niño[2], menciona la dificultad de que el incumplimiento de estos derechos reflejan las desigualdades sociales. Es decir, que el reconocimiento de derechos no implica que de hecho se efectúen.
...