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Que Son Las Preguntas Generales


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  3.216 Palabras (13 Páginas)  •  618 Visitas

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EN TORNO A LA AXIOLOGÍA Y LOS VALORES

MSc. Jesús Armando Martínez Gómez*

jesusarmando@suss.co.cu

jesusamg@fcm.ssp.sld.cu

Universidad “José Martí Pérez” de Sancti Spíritus, Cuba.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Martínez Gómez, J.A.: En torno a la axiología y los valores, en Contribuciones a las Ciencias

Sociales, marzo 2010. www.eumed.net/rev/cccss/07/jamg3.htm

RESUMEN: En el trabajo se analiza en síntesis la evolución del pensamiento axiológico a partir de la

antigüedad clásica, para desde él definir sus dos conceptos más importantes: valor y valoración,

deslindando su contenido en sí de una de su manifestación específica en los valores morales, y

significando el aporte dado por exponentes fundamentales de este pensamiento con el objeto de

ayudar a interpretarlos y contribuir a su definición, para facilitar su comprensión mediante el

esclarecimiento de sus significados, que son los que en última instancia dan las claves para poder

desentrañar el universo simbólico que en ellos se funda.

PALABRAS CLAVES: Axiología, valores, estimación, valoración.

El análisis filosófico de los valores es vital para poder tomar conciencia de la llamada “crisis de los

valores” y de los incontables problemas que acompañan a las decisiones humanas en condiciones

límites en las que no todo lo que se puede hacer se debe hacer. A pesar de los innumerables logros

de la razón y del humanismo, la mayoría de las sociedades se siguen plegando al poder y no al

deber, y esto es altamente preocupante. Por ello incursionaremos brevemente en la axiología para,

desde ella, poder iluminar el horizonte de nuestras valoraciones.

La palabra axiología (del griego axia-valor, y logos-estudio) es de origen reciente, pues su

introducción se produce a principios del siglo XX1. No obstante, ya los antiguos griegos dedicaban

una parte de la reflexión filosófica a los llamados problemas de valor, tratándolos dentro de la llamada

“filosofía práctica” o “conciencia práctica”. Ellos, como casi siempre ocurre, comenzaron por constatar

intuitivamente la existencia de los valores, y sólo después se ocuparon de su análisis filosófico. En la

vida real el hombre aprende primero a estimar y a desestimar, a evaluar y a devaluar, en fin, a

valorar, antes de tomar conciencia plena de qué es en sí el valor o determinado tipo de valor, e

indagar acerca del camino de su conocimiento o aprehensión espiritual y exposición teórica. De la

misma manera procedieron los griegos, con la especificidad de que la moral fue el objeto por

excelencia de sus meditaciones axiológicas.

En la incipiente sociedad esclavista griega, el poder estaba en manos de la aristocracia. Era una

sociedad basada sobre todo en la agricultura y la ganadería, y en una esclavitud más bien patriarcal

en la que comenzaban a gestarse los primeros oficios. Por tanto, estamos en presencia de una

economía natural en la que los aristoi –literalmente “mejor gente”- fomentaban valores exclusivistas

que se concretizaban en el concepto de areté. Para los antiguos griegos, la areté significó excelencia

o virtud humana superior, propia de los aristoi o nobles, y no de cualquier otro ciudadano2; y la

consideraban integrada por: el plutos (éxito material), el olbo (riqueza y felicidad), la euthymia (paz y

serenidad del espíritu), el kalón (la hermosura física y moral), el cleos (la gloria), y la doxa (opinión

pública favorable)3. Pero los valores que encarnaba la Areté no se podían adquirir a través de la

observación de determinada conducta. La Areté era algo exclusivo del Aristócrata, y éste lo era por

herencia. Quiere esto decir, que la Areté era tan hereditaria como la condición nobiliaria. Por tanto,

era algo que no se ganaba ni se obtenía mediante la práctica de un catálogo de virtudes; se recibía

por herencia y esa herencia estaba vinculada a la condición nobiliaria que encarnaban los

propietarios terratenientes esclavistas.

Pero este estado de cosas comenzó a cambiar una vez que una nueva clase esclavista, la de los

comerciantes, empezó a regir la vida económica y política. El comercio es una actividad que sólo

puede tener lugar cuando hay ciertos mínimos de igualdad y de libertad entre las partes, y en las

condiciones descritas esto era muy poco posible o probable; por eso se impuso el cambio del orden

de cosas, y las monarquías esclavistas comenzaron a ser sustituidas, no sin incansables luchas, por

formas de gobierno democráticas. Desde entonces los asuntos públicos empezaron a resolverse en

asambleas populares, y el ágora devino recinto por excelencia para tomar las grandes decisiones. En

semejante forma de organización social, el discurso y la conducta de los oradores llegaron a ser en

muchas ocasiones prácticamente determinantes a la hora de decidir un litigio.

Las anteriores transformaciones condicionaron que la filosofía griega cambiara el objeto de reflexión,

que anteriormente era la naturaleza, por el hombre y su vida en la polis. En este contexto el tema de

las virtudes o valores morales y políticos devino fundamental. Ya en los Sofistas (siglo V a.n.e) y en

Sócrates (470-399 a.n.e) encontramos valoraciones interesantes en materia axiológica, y Platón (428-

347 a.n.e) en sus Diálogos nos muestra amenas reflexiones de gran trascendencia estimativa. La

Ética Nicomáquea de Aristóteles (384-322 a.n.e.) es tal vez la obra axiológica de mayor envergadura

del mundo antiguo. En ella el estagirita no sólo reflexiona acerca de la compleja esencia de la virtud,

sino que también ofrece interesantes consejos y sugerencias para ayudar a la solución de los

conflictos de valor.

Pero los griegos no llegaron a establecer una disciplina específica para el estudio de los valores, y su

reflexión se dirigió sobre todo al análisis de un tipo específico de valor: el moral; y la razón de lo

anterior puede estar dada por el hecho de que para ellos el bien y los valores vinieron a ser

prácticamente lo mismo. Otro tanto ocurrió en la edad media, donde las virtudes morales y teologales

siguieron siendo parte central de la reflexión axiológica. Los modernos no pudieron superar tampoco

esta forma de pensamiento. Enmamuel Kant (1724-1804) aún identifica los valores y el bien moral,

del cual excluye lo placentero

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