Reconociendo la base pedagógica y estructural de un programa de formación

Reconociendo la base pedagógica y estructural de un programa de formación.

     La formación en ambientes virtuales de aprendizaje, como reto para la universalización de la educación, es la alternativa más viable para que haya igualdad de oportunidades de capacitación para todos los ciudadanos colombianos. De acuerdo a Silva (2011, p 77), un ambiente virtual de aprendizaje es un entorno modelado pedagógicamente para una comunidad de aprendices, mediada por herramientas informáticas, interactúe para enseñar y producir aprendizaje. Dicha interacción en comunidad se ve reflejada en características manifiestas para el aprendiz, el instructor y el programa de formación titulada en modalidad virtual.

     La principal razón de ser de los programas de formación virtual es el aprendiz. En él, se busca el desarrollo humano integral a partir de la articulación de lo tecnológico y lo social para que actúe de manera critica y creativa en la sociedad. De acuerdo a lo anterior, el aprendiz virtual tiene a su favor aspectos diferenciadores que no tiene el aprendiz presencial. En cuanto a las ventajas, Mazorra (2009), sugiere que, en la formación virtual, el aprendiz se convierte en el gestor de su propio aprendizaje. Por lo tanto, el tiene que asumir una posición más activa de su proceso a través de la cual puede investigar y explorar contenidos con la intención de ser un aprendiz autónomo y adquirir conocimiento. Con lo anterior, quiero decir que el aprendiz es beneficiado de manera positiva, ya que encuentra una formación de su interés apoyada por la flexibilidad del uso de su propio tiempo y ritmo de aprendizaje desde la comodidad de su casa.

     En segundo lugar, el éxito de un proceso de formación titulada en modalidad virtual no puede lograrse sin el acompañamiento de un profesional que imparta formación a través de un ambiente virtual de aprendizaje. Llorente (2006), destaca el importante papel que juega el desempeño del tutor virtual para garantizar la calidad y eficacia del proceso formativo. En este mismo sentido, el autor hace énfasis en cómo la contribución del tutor se encamina hacia orientar a los aprendices en la construcción de su propio conocimiento, encargándose desde su punto de vista propositivo, de animar el sano debate de temas para responder dudas cuando ocurran. También, valora las contribuciones de cada aprendiz para ayudar a sintetizarlas y potenciar el proceso de aprendizaje cooperativo. Lo anteriormente descrito, es lo que en términos más técnicos se ha denominado como las competencias que el tutor virtual tiene que tener para el beneficio y éxito del proceso de formación.

     Mas allá del papel benéfico que juega el tutor a favor del proceso de formación, también hay que tener en cuenta lo contrario. Esto es para decir que las acciones de omisión del tutor traen consecuencias negativas que afectan el desarrollo de un programa de formación titulada en modalidad virtual. El no realizar un adecuado alistamiento en la plataforma virtual genera un impacto en proceso formativo que es visible e impacta de manera negativa al aprendiz, al instructor y a la institución.

     El aprendiz puede desmotivarse por dificultades o inconsistencias en la plataforma cuando no encuentra de manera clara la información que necesita para el desarrollo de su proceso de manera exitosa. Esta desmotivación se puede convertirse en frustración. Hara y Kling (1999), explica que el peligro de que un estudiante frustrado no vuelva a participar en la formación en línea es real. Mas allá de los dos factores anteriormente mencionados, el abandono y la deserción son el detonante final en esta cadena de errores que, eventualmente inicia con el hecho irresponsable, de parte del tutor de no efectuar un alistamiento apropiado de su programa semilla.

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