Reflexionando sobre la evaluación educativa

Reflexionando sobre la evaluación educativa

Existen muchos conceptos de evaluación educativa y en algunas ocasiones tendemos a malinterpretar los términos evaluar y calificar, o solemos entender la calificación como la única manera de evaluar a nuestros educandos. Por lo que podemos entender la evaluación como un proceso de valoración en el cual, el docente recopila información según criterios de evaluación y puntos de referencia con el objetivo de analizar qué grado de comprensión y aplicación tiene un estudiante y poder de esta manera, tomar una decisión con respecto a su aprendizaje.

Existen a su vez, diversas clasificaciones de evaluaciones pero nos centramos en las más tradicionales según funcionalidad: la evaluación sumativa y la evaluación formativa.

La evaluación sumativa consiste en todas aquellas apreciaciones y valoraciones que podemos realizar dentro de una unidad didáctica con el fin de determinar si los objetivos fueron alcanzados y poder dar una calificación al estudiante. En nuestro sistema educativo actual, estamos plagados de este tipo de evaluación que encasilla a los estudiantes y no  nos permite evaluar enteramente, a mi parecer, el desempeño de un estudiante en su totalidad. Sin embargo, es la evaluación más aplicada debido a varios factores, entre ellos la facilidad de elaboración y poder devolver de una manera más rápida el resultado. Considero así mismo, que es difícil crear consciencia para ir desplazando este tipo de evaluación porque si analizamos nuestro entorno, casi todo lo que nos rodea está condicionado a los puntajes numéricos. Consideramos altas las personas que miden más de 1.70 cm. Entendemos los descuentos en precios por un precio en el producto. Gana el atleta que hace el menor número de tiempo posible en una competición deportiva. En el mundo laboral, se considera una persona estable económicamente si sobrepasa los $2500 dólares. Entonces a mi parecer, los estudiantes y padres están tan condicionados a todos estos elementos que es muy complicado hacerles ver que existen otras formas de evaluar. y no solamente las pruebas sumativas.

Por  otro lado, tenemos la evaluación formativa que sirve para monitorear todo el progreso de aprendizaje y ofrecer al estudiante una retroalimentación de sus logros y oportunidades de mejora (Sánchez Mendiola, 2008). Este tipo de evaluación proporciona al estudiante algunos puntos positivos como adquirir consciencia de lo que se aprende y capacidad para autorregular el aprendizaje (Delgado, Hortigüela, Ausín y Abella, 2018).

Además, la evaluación formativa nos permite tener un mayor número de posibilidades de retroalimentación pues no solamente el docente corrige sino que puede sentirse evaluado por cada integrante de la clase. Esto permite que los estudiantes den valoraciones tanto a su trabajo como al de los demás (Wanner y Palmer, 2018).

Podemos también mencionar que parte de una buena evaluación es el papel que juega la retroalimentación en los estudiantes. Entendemos entonces la retroalimentación como aquella información que se utiliza para reducir la diferencia entre los resultados de aprendizaje obtenidos por el estudiante y los resultados esperados (Ramaprasad, 1983).

Encontramos así dos tipos de retroalimentación: la intrínseca y la extrínseca. En el primer tipo, el estudiante es guiado por el docente durante el proceso de elaboración de la actividad o tarea que se le ha encomendado con el objetivo de mejorar. En cambio en el segundo tipo, la retroalimentación se realiza al terminar dicha ejecución de la actividad.

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