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SABER DEL DOCENTE


Enviado por   •  19 de Mayo de 2012  •  1.743 Palabras (7 Páginas)  •  397 Visitas

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Exégesis de los Capítulos I, II, III y IV

del Libro Ética para Amador de Fernando Savater

Consideraciones previas

Para mí siempre es fascinante sumergirme en el amplio y profundo mar de la filosofía, donde se puede encontrar la razón a algo que carece de sentido y donde la razón no necesariamente tiene porque serlo. Es un embrollo maravilloso que a primera vista luce ininteligible, y luego puede resultar tan sencillo de comprender.

Pues, si en principio concebimos a la ética como la define el Diccionario de la Real Academia “parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”, probablemente tengamos que estar muy claros en saber que es la moral y cuales son las obligaciones del hombre, para finalmente conocer el significado del vocablo ética. Toda vez que se habla de moral y obligaciones del hombre, no hay unanimidad de criterios, se hace más cuesta arriba saber de ética. Sin embargo, es dable entender la ética, a la luz del relato del Catedrático de Filosofía Fernando Savater en su ensayo “Ética para Amador”, con la meridiana claridad con que un padre le puede hablar a su hijo.

Exégesis. ÉTICA PARA AMADOR

Capítulo I. DE QUE VA LA ÉTICA.

En este capítulo el Autor mediante una serie de ejemplos prácticos de la vida cotidiana explica a que se le llama ética, para concluir que es saber vivir o arte de vivir.

Hay muchos mensajes que pueden estar inmersos dentro de esos conceptos: saber vivir o arte de vivir. Se puede pensar que saber vivir como la frase lo indica es sólo de sabios. Para luego reflexionar qué necesito para ser sabio, para ser un erudito de la vida. Y todo parte, como lo señala Fernando Savater, de la libertad. De algún modo tiene que ver con el principio del libre albedrío, es decir, con el poder que tienen los seres humanos de elegir y tomar sus propias decisiones.

El escritor hace una aclaratoria respecto a la libertad, ya que, si bien es cierto que somos libres de hacer lo que queramos, no menos cierto es que no podemos elegir lo que nos pasa, sino libres para responder a lo que nos pasa, y además, ser libres de intentar algo no significa que lo lograremos indefectiblemente, pues ya ahí entra en juego la capacidad de acción que tengamos.

Entiendo de esto, que no basta con elegir lo que queremos en determinadas circunstancias, si nuestro deseo no va acompañado de acción y de cuan preparados estemos para lograr lo que queremos.

Savater distingue la libertad de la omnipotencia, claro está hay cosas que dependen de la voluntad del ser humano (libertad), pero no absolutamente todo depende de él, pues el hombre no omnipotente. Por supuesto, es que el hombre forma parte de muchos sistemas y por ende, existen otros elementos de dichos sistemas que influyen en su vida.

Definitivamente, hay cosas que escapan de nuestras manos, verbigracia: una tormenta, un terremoto, lo que hagan los demás, etc. Aunque difiero del autor cuando señala que padecer un cáncer o ser atropellados por un coche, también escapa de nuestra voluntad. Tal vez no sea nuestra voluntad directa, pero si tiene que ver con nuestra programación.

En el primer caso, puede suceder que influyan factores hereditarios, pero en muchos casos no son mas que el producto de una somatización, esto es, el proceso por el que una afección psíquica se transforma en orgánica, y eso también lo podemos manejar nosotros los seres humanos, pues un profundo estrés causado por un problema, una fuerte preocupación, puede desencadenar en un cáncer, en ese sentido cabe reflexionar que es posible que no podamos evitar que el estrés produzca el cáncer, pero sí podemos contralarnos para evitar el estrés, y en consecuencia el cáncer.

En el segundo caso, si prestamos atención a lo que hacemos cuando vamos caminando por la calle, y nos fijamos bien por donde andamos, estamos en nuestro presente-presente, respetamos las señales de transito, es un tanto difícil que un coche nos atropelle.

A pesar de estas someras discrepancias con el autor, es propicio advertir que Fernando Savater al señalar que “parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar”, pareciera que nos da la fórmula exacta para saber vivir.

Claro está la cuestión no es tan sencilla, pues -parafraseándolo un poco- hay cosas buenas y malas, las primeras nos convienen y las segundas no. El asunto se complica un poco cuando se trata de cosas que en unos aspectos son buenas, pero esas mismas cosas en otros aspectos son malas, nos convienen hasta cierto punto y hasta cierto punto no nos convienen, ambigüedades frecuentes en las relaciones humanas.

Sin duda, al fin y al cabo, somos seres humanos y no máquinas autómatas programadas para actuar exclusivamente de determinada manera frente a determinadas circunstancias. Normalmente, los seres humanos tenemos una capacidad de raciocinio que nos diferencia de los animales propiamente dichos, de las plantas y de los objetos, y esa característica aunada a las diferentes emociones que somos capaces de sentir, nos hacen unos seres especiales, nada predecibles ni en nuestras decisiones, ni en vivir y mucho menos en el saber vivir.

Porque si a eso le adicionamos las diferencias culturales, étnicas, religiosas,

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