Sexualidad Sagrada
Enviado por rosypegaso • 18 de Marzo de 2013 • 3.925 Palabras (16 Páginas) • 394 Visitas
Sexualidad Sagrada
Crear Amor
La sexualidad humana es mucho más que los órganos estrictamente sexuales y la práctica del coito. Constituye una poderosa energía que abarca el cuerpo entero, despierta y activa facultades conscienciales y tiene en el eje periné – coxis, como se subrayó en el contexto del Pentáculo Binario, el “asiento” desde el que -a través de la columna vertebral, el bulbo raquídeo y el sistema de comunicación compuesto por el cerebro de la cabeza y la glándula pineal- se desparrama por todo el organismo, lo que ha dado lugar a la antigua tradición en torno a la Kundalini.
Esta comprensión profunda de la sexualidad llevo hace milenios hablar de la Sexualidad Sagrada, que nada tiene que ver con la percepción de la sexualidad como seducción, posesión, complemento y contento del momento: ansia de dominio (celos), control (renuncia a espacios propios, apropiación), miedo (a la pérdida) y ámbito egóico de nuestro pequeño yo.
La Sexualidad Sagrada no es ni caza (instinto masculino) ni apropiación (instinto femenino). Incluye las relaciones sexuales, pero sabiendo que éstas no son sólo practicar el sexo, al igual que esta práctica no es sólo copulación. Y en ella, “hacer el amor” se transforma en Crear Amor: seres libres y plenos que, desde el Amor que Son, Amor Crean. Y esta libertad y plenitud hace innecesaria la sexualidad monógama, que, realmente, es una fuente permanente de promiscuidad sexual. La Sexualidad Sagrada es libre y esta libertad trasciende la promiscuidad para concentrarse en la conexión vibracional con otro ser con el que se armoniza frecuencialmente desde la dimensión interior de la persona y durante el tiempo –días o vidas- en el que esa conexión vibracional se mantenga.
KUNDALINI YOGA
Los orígenes del Kundalini Yoga están envueltos en las nieblas del amanecer de la civilización en el subcontinente de la India. Los Yoguis dicen que Kundalini es la energía total que el Hombre posee y que se encuentra dormida en la base de la columna vertebral.
Kundalini Sakti, la energía "femenina" enrollada y adormecida, es el vasto potencial de energía psíquica presente en todos nosotros. Normalmente se simboliza como una serpiente enrollada tres veces y media, con su cola en la boca y girando en el axis central (sacro o hueso sagrado) en la base de la columna. El despertar de esta serpiente y la manifestación de sus poderes es un objetivo primordial de la práctica de Kundalini Yoga.
Sabemos que las técnicas básicas evolucionaron en los monasterios de la India y el Tíbet a lo largo de un periodo de miles de años. Allí los “rishis” probaron y perfeccionaron sistemáticamente los movimientos precisos, las posturas, sonidos y respiración que activan distintas partes del cuerpo y el cerebro para producir resultados específicos.
El despertar de Kundalini viene cuando nosotros miramos hacia el Alma y no hacia el cuerpo, ya que Kundalini no está en el cuerpo, no avanza en el cuerpo. Kundalini es Consciencia y la energía consciente que, desde el manantial de los chakras, viaja hacia senderos ignotos, hacia un Universo sin forma, sin columna vertebral, sin fin...
En el entrenamiento iniciático la conciencia del cuerpo debe quedar abolida para que pueda quedar lugar para la manifestación de la energía Cósmica, las energías deben pasar por la conciencia y no por el cuerpo, en esta labor la atención debe enfocarse en la conciencia, el órgano sutil de la energía.
La suma general de la energía que le permite a los seres pensar y moverse en la Creación no es sino el mismo soplo que arranca las tormentas y mantiene en armonía esa Creación. Y esta energía de una consciencia dormida en el individuo, lo limita a una acción basada en condicionamientos, mientras que el despertar por la consciencia le permite una clase de acción que comunica a cada movimiento la manifestación de esta energía que no muere nunca.
El ascenso de la consciencia por la toma de la energía de los chakras elevados al nivel del Alma, es el poder que produce el fulgor de la conciencia del Ser y su unión con la Creación. Este es el despertar de Kundalini.
Fuente: http://www.publispain.com/yoga/kundalini.html
Una visión masculina y materialista de la sexualidad
Sin embargo, la llamada civilización ha ido metiendo a la sexualidad en una extraña paradoja: por un lado, se le carga con el peso de la culpabilidad y el sentido de lo pecaminoso o, incluso, “sucio”; y, por otro, se anima de numerosos modos a que su práctica sea abusiva, promiscua, mecánica, limitante e inconsciente. ¡Toda una contradicción!. Si se escarba en ella, es fácil percatarse de que su razón de ser se halla en una visión y una realización de la sexualidad masculina y materialista.
Por lo primero, se ha degradado el papel de la mujer y se le ha imbuido una percepción tanto de “estar al servicio” del varón como de pintar con tintes de “suciedad” el deseo íntimo femenino de vivir una sexualidad diferente, más afectiva y menos física, más selectiva y menos masiva, más “lenta” y menos imbuida del culto a la velocidad que contamina todas las expresiones de la sociedad moderna.
Y por lo segundo, se ha olvidado radicalmente la dimensión sagrada de una sexualidad que, teniendo una indudable base física e individual, permite transcender de ella para elevarse a un plano de conexión espiritual con la pareja que abre las puertas a la Divinidad y Unidad que en todo ahí y Todo Es.
Frente a esta visión masculina-materialista, la auténtica esencia de la sexualidad es espiritual y ligada al principio hermético de género –femenino/masculino-, esto es, al equilibrio, interacción y fusión de las energías que en ella fluyen y confluyen.
Se podría ahondar más sobre todo ello, pero lo enunciado es suficiente para entender el por qué tantas mujeres viven la sexualidad como algo raro o con dificultades para gozarla de manera completa y realmente placentera. En el transfondo de ello late la necesidad de una sexualidad diferente a la imperante. Una sexualidad descargada de prisas y de metas propias, liberada de la carga de ser el espacio donde se “ahogan las penas” de las frustraciones y sufrimientos cotidianos y ajena a la dinámica de pretenden suplir en ella, en el encuentro con el otro, las carencias de una vida incompleta y vacía. Una dinámica tan absurda como estéril que, en último extremo, lleva al hombre y a la mujer a sacar sus miedos y fobias y sus instintos de conservación en forma de “cazador”: el hombre, como cazador masivo,
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