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Sexualidad


Enviado por   •  20 de Enero de 2014  •  9.076 Palabras (37 Páginas)  •  182 Visitas

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SEXUALIDAD

TEOLOGÍA MORAL

SUMARIO

I. La sexualidad en el mundo contemporáneo:

1. Contenido de tabú;

2. Objeto de consumo;

3. Ámbito de reapropiación;

4. Inductor de miedos.

II. Mensaje cristiano y sexualidad:

1. En la Biblia;

2. En la historia de la teología;

3. En el magisterio de la Iglesia.

III. Comprensión actual de la sexualidad:

1. Dimensión personal;

2. El tú y el nosotros;

3. Apertura a la vida;

4. El goce y el placer;

5. El significado proyectivo.

IV. Búsqueda de criterios éticos:

1. Un modelo centrado en el acto;

2. Un modelo centrado en la persona.

V. Una pedagogía para la sexualidad.

I. La sexualidad en el mundo contemporáneo

Interrogar a la realidad es una operación indispensable cuando se intenta incidir en ella a través del discurso ético. Sin embargo, las más de las veces se obtiene una respuesta tan variopinta y articulada, que luego resulta difícil reducir todo a un denominador común. Es la sensación que se tiene también cuando nos asomamos al tema de la sexualidad y formulamos la pregunta sobre cómo la concibe el mundo contemporáneo. Ya la índole compleja de la respuesta es un elemento que hay que tener en consideración: en el mundo de hoy la sexualidad no tiene un rostro único; la vivencia se escribe en plural, puesto que en el contexto en el cual los hombres y las mujeres de hoy viven su vida, y por consiguiente también su sexualidad, es pluralista. No obstante, es posible ponerse a buscar factores comunes, líneas de tendencia que permitan individuar los rasgos salientes de un cuadro cuyo reconocimiento es importante para la construcción del discurso ético.

Tener en cuenta contemporáneamente lo fragmentario de las experiencias y de las conductas, pero también la posibilidad de obtener un diseño especificante, es condición imprescindible para superar algunos equívocos. Por una parte, el que tiende a dar una lectura unívoca, carente de diferenciaciones y de matices. En este equívoco suelen caer los que se complacen en esquematizar en categorías demasiado masivamente unificadoras una realidad cotidiana que, por el contrario, aturde por su carácter poliédrico. Se termina así coloreando con tintas iguales una realidad polícroma, incurriendo en el defecto de emitir juicios generales, en los cuales se pierde de vista la complejidad. El otro equívoco consiste en vaciar de significado la realidad, como si no tuviera nada que decir en orden a una reflexión sistemática. Cuando se vacía el contenedor que es la historia, se obtiene una separación esquizofrénica entre praxis y teoría, entre reflexión orgánica y experiencia existencial.

En el intento de permanecer equidistantes de estos dos riesgos, se propone aquí un análisis sumario de algunas indicaciones que se desprenden de la actual situación sociocultural considerada en el contexto occidental, para poder comprender en qué categorías se piensa hoy la sexualidad.

1. CONTENIDO DE TABÚ. En toda cultura existen mecanismos particulares de control social para el correcto funcionamiento de la vida colectiva. Entre estos mecanismos hay que mencionar el de la prohibición para organizar la conducta en orden a un determinado fin. La sexualidad se ha visto siempre afectada por estos mecanismos: se ha regulado socialmente mediante una rígida malla de obligaciones prohibitivas, para evitar que la base instintiva que la sustenta se impusiese y que la arbitrariedad de la conducta del individuo disgregase el tejido social. El tabú (de la lengua polinesia tapu = prohibido) tiene una función positiva de defensa de formas avanzadas de degradación (piénsese en el tabú del incesto presente en todas las culturas). Sin embargo, la utilización del tabú como elemento de persuasión y de educación en los valores suscita grandes reservas; el recurso indiscriminado a él lleva a un comportamiento neurótico. En el ámbito de la sexualidad es algo que está claro si revisamos la historia de las costumbres: se nos presenta plagada de un sufrimiento indescriptible de los individuos a causa de su incapacidad para adecuarse a las normas morales dictadas por el grupo. En la cultura contemporánea destaca como clara línea de tendencia el esfuerzo, ambivalente en sus resultados, pero ciertamente positivo.en su intento, de liberar a la sexualidad de la esfera del tabú para restituirle dignidad y fuerza de convencimiento sin recurrir a otras esferas de autoridad moral. Esto no quiere decir que la sociedad no deba defenderse de eventuales tendencias destructoras, ni tampoco que la persona deba ignorar su responsabilidad social. La fuente de inversión de la dimensión moral debe desplazarse hacia los niveles de la concienciación y de la adopción consciente de la propia responsabilidad personal.

Como contenido de tabú la sexualidad recibe su más fuerte ataque de la tesis de Wilhelm Reich, el cual, en la segunda posguerra, teoriza la "revolución sexual" como elemento de crecimiento hacia la madurez personal y colectiva. La cultura contemporánea se hace intensamente eco de la llamada y de las intenciones de Reich y ha desarrollado una actitud de liberación y de permisividad, sobre cuyas proporciones y consecuencias habría que discutir sin duda.

2. OBJETO DE CONSUMO. Liberada de los mecanismos de control y entregada nuevamente al individuo, no siempre previamente educado para ella, la sexualidad se ha con vert~do en objeto de amplio consumo, tanto en sentido privado como en sentido público. Cautiva de la c''ímlización consumista, donde crece la demanda dei tener y disminuye la demanda del sentido, la sexualidad se convierte en objeto de intercambio materializado. El ejercicio de la actividad sexual. asume la dimensión de un banco de prueba del propio valor. Entre adolescentes y jóvenes (pero no raramente también entre adultos de nombre) triunfar en el intento predatorio supone una autoafirmación, una confirmación de la propia imagen. De ahí se deriva una conducta sexual medida cuantitativamente por la prestación que se consigue ofrecer, por una fuerte reducción de la sexualidad a acto sexual, preferentemente genital.

Evidentemente, el consumo es concepto correlativo al de oferta. Se desarrolla así una red de persuasión más o menos oculta para optimizar el consumo sexual. En ello piensa por una parte, de modo indirecto, la técnica publicitaria explotando la necesidad de visualizar, típica de una civilización de la imagen como la nuestra. El sex appeal se convierte en una presencia marcada: a él recurre todo el que desea publicitar

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