Shock Del Futuro
Enviado por yessicar • 23 de Julio de 2013 • 1.664 Palabras (7 Páginas) • 372 Visitas
INTRODUCCIÓN
Este libro trata de lo que le pasa a la gente que se siente abrumada por el cambio.
Trata del modo en que nos adaptamos —o dejamos de adaptarnos— al futuro.
Mucho se ha escrito sobre el futuro. Sin embargo, la mayoría de los libros sobre el
mundo venidero tienen un áspero sonido metálico. Estas páginas, por el contrario,
se ocupan de la cara «suave» o humana del mañana. Más aún: se ocupan de los
pasos que hemos de dar para poder alcanzar el mañana. Tratan de materias
corrientes y cotidianas: los productos que compramos y los que rechazamos, los
sitios que dejamos atrás, las corporaciones en que vivimos, las personas que
pasan, cada vez más de prisa, por nuestras vidas. Sondean el futuro de la amistad
y de la vida de familia. Investigan extrañas y nuevas subculturas y estilos de vida,
junto con una serie de temas diversos, desde la política y los campos de deportes
hasta los vuelos espaciales y el sexo.
Lo que les sirve de lazo de unión —en el Libro, como en la vida— es la estrepitosa
corriente del cambio, una corriente hoy tan poderosa que derriba instituciones,
trastorna nuestros valores y arranca nuestras raíces. El cambio es el fenómeno por
medio del cual el futuro invade nuestras vidas, y conviene observarlo atentamente,
no sólo con las amplias perspectivas de la Historia, sino desde el ventajoso punto
de vista de los individuos que viven, respiran y lo experimentan.
La aceleración del cambio en nuestro tiempo es, en sí misma, una fuerza elemental.
Este impulso acelerador acarrea consecuencias personales y psicológicas, y también
sociológicas. En las páginas que siguen se exploran sistemáticamente, por primera
vez, estos efectos de aceleración. El libro sostiene, espero que con diafanidad, que,
a menos que el hombre aprenda rápidamente a dominar el ritmo del cambio en sus
asuntos personales, y también en la sociedad en general, nos veremos condenados
a un fracaso masivo de adaptación.
En 1965, en un artículo publicado en Horizon, inventé el término «shock del futuro»
para designar las desastrosas tensión y desorientación que provocamos en los
individuos al obligarles a un cambio excesivo en un lapso de tiempo demasiado
breve. Fascinado por este concepto, empleé los cinco años siguientes en visitar
numerosas universidades, centros de investigación, laboratorios y oficinas del
Gobierno; en leer innumerables artículos y documentos científicos; en interrogar a
centenares de técnicos sobre diferentes aspectos del cambio, sobre las formas de
comportamiento y sobre el futuro. Premios Nobel, hippies, psiquiatras, físicos,
hombres de negocios, futurólogos, filósofos y profesores me expresaron su
preocupación por el cambio, su ansiedad por la adaptación, su miedo del futuro.
Salí de esta experiencia con dos convicciones turbadoras.
Primera: vi claramente que el «shock» del futuro ya no es un posible peligro
remoto, sino una verdadera enfermedad que afecta a un número creciente de
personas. Este estado psicobiológico puede describirse en términos médicos y
psiquiátricos. Es la enfermedad del cambio.
Segundo: me espantó, gradualmente, lo poco que saben hoy en día de
adaptabilidad tanto los que exigen y producen grandes cambios en nuestra
sociedad, como aquellos que pretenden prepararnos para hacer frente a tales
cambios. Graves intelectuales hablan enérgicamente de la «educación para el
cambio» o de la «preparación de la gente para el futuro». Pero, virtualmente, nada
sabemos sobre la manera de hacerlos. En el medio más velozmente cambiante con
que jamás se haya enfrentado el hombre, seguimos ignorando lastimosamente las
reacciones del animal humano.
Tanto nuestros psicólogos como nuestros políticos se sienten turbados por la
resistencia, aparentemente irracional, al cambio de que dan muestras ciertos
individuos y grupos.
El jefe de empresa que quiere reorganizar un departamento, el profesor que quiere
introducir un nuevo método de enseñanza, el alcalde que quiere conseguir una
pacífica integración racial en su ciudad, todos ellos tropiezan, en un momento dado,
con esta ciega resistencia. Sin embargo, sabemos poco sobre sus orígenes. De la
misma manera, ¿por qué algunos hombres anhelan, incluso febrilmente, el cambio,
y hacen todo lo posible para que se produzca, mientras otros huyen de él? No sólo
no encontré respuesta convincente a estas preguntas, sino que descubrí que incluso
carecemos de una teoría adecuada de la adaptación, sin la cual es sumamente
improbable que hallemos aquella respuesta.
Por consiguente, el objeto de este libro es contribuir a nuestra adaptación al futuro,
a enfrentarnos, con mayor eficacia, con el cambio personal y social, aumentando
nuestra comprensión de cómo el hombre responde a tal cambio. Con este fin,
plantea una amplia y nueva teoría de la adaptación.
También llama la atención sobre una distinción importante y a menudo desdeñada.
Casi invariablemente, el estudio de los efectos del cambio se centra más en el
destino a que éste nos conduce que en la rapidez del viaje. En este libro, trato de
demostrar que el ritmo del cambio tiene implicaciones completamente distintas, y a
veces más importantes, que las direcciones del cambio. A menos que captemos
este hecho, no puede ser fructífero ningún intento de comprender la adaptabilidad.
Todo propósito de definir el contenido del cambio debe incluir las consecuencias de
la rapidez de éste, como parte de tal contenido.
William Ogburn, con su célebre teoría de la retardación cultural, sostuvo que las
tensiones sociales proceden de los grados desiguales de cambio en diferentes
sectores de la sociedad. El concepto de «shock» del futuro —y la teoría de la
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