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Enviado por j7hernandez • 15 de Julio de 2015 • 2.314 Palabras (10 Páginas) • 166 Visitas
Kant tiene fama de ser un autor de escritura difícil y soporífera. Es quizás, junto con Aristóteles y Hegel, el arquetipo de filósofo esotérico, cuyos textos solo pueden entender una exigua minoría de personas. De hecho, se le atribuye a Borges la boutade de que es más fácil comprender a Kant en inglés que en su lengua materna, el alemán, puesto que en la versión original de la Crítica de la razón pura abundan los párrafos interminables en los que se anudan los paréntesis y las matizaciones, mientras que en la traducción inglesa se ha optado por separar estos párrafos con puntos que hagan respirar el texto y faciliten su lectura.
Su traductor inglés se quejaba del estilo kantiano en los siguientes términos: “Kant fatiga al lector con frecuentes repeticiones y emplea un gran número de palabras para expresar de la manera más torpe posible algo que podría haber dicho de manera más clara y precisa con unas pocas palabras”. Quizá la fama que tiene la filosofía alemana, y especialmente la de Kant, de ser pesada y aburrida se deba en gran parte a la propia lengua alemana. O quizás se deba al poco tiempo que dispuso para escribirla, o a que quiso decir demasiado, pues él mismo afirmaba que “más de un libro hubiera sido mucho más claro si no hubiera querido ser tan enteramente claro”.
Filósofo mundano
Pero además de sus tres célebres Críticas, Kant escribió también una serie de opúsculos dirigidos a un lector no especializado, donde su estilo es más claro y comprensible y en los que trata cuestiones más accesibles para el público general. Es decir, Kant, como David Hume o Bertrand Russell, no fue solo un filósofo esotérico, es decir, un filósofo que escribe únicamente para un público restringido, compuesto casi exclusivamente de filósofos, sino que también fue un filósofo exotérico, alguien que escribió textos dirigidos al ciudadano de a pie. O para decirlo con terminología kantiana, Kant no solo fue un filósofo académico, sino que también cultivó la filosofía mundana (De hecho, fue el primer filósofo de la Edad Moderna cuyo trabajo consistió en ser profesor de filosofía, pues Descartes, Locke, Spinoza o Hume eran más bien filósofos amateurs que se ganaban la vida con otra ocupación: mercenario, médico, pulidor de lentes o diplomático). Según Kant, el filósofo que no tenga en cuenta las aspiraciones de la filosofía mundana traiciona la vocación principal del filósofo: la responsabilidad de dirigirse a las necesidades intelectuales de sus conciudadanos. Si la práctica de la filosofía se realiza exclusivamente por especialistas y se dirige exclusivamente a las necesidades e intereses de los especialistas, entonces no debería llamarse propiamente filosofía.
Así que además de la Crítica de la razón pura, la Crítica de la razón práctica y la Crítica del juicio, que suelen ser huesos duros de roer para el neófito en filosofía, Kant también escribió otros libros en los que abordaba cuestiones que podrían interesar a un público amplio, como Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y de lo sublime, una de sus primeras obras; Antropología en sentido pragmático, la última de ellas; o alguno de sus opúsculos más conocidos, como La paz perpetua, donde propugna la creación de una institución que sería algo así como la Organización de Naciones Unidas para evitar la guerra entre los estados; o ¿Qué es la Ilustración?, el texto que hemos elegido para introducir su filosofía.
Minoría de edad
En 1794, la Berlinische Monatsschrift, la revista mensual de Berlín, le pide a Kant que escriba un breve artículo explicando a sus lectores qué significa para él la Ilustración, y Kant les entrega su Contestación a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?, que se publica dos meses después de que Moses Mendelssohn escribiese la suya. Estas diez páginas que Kant escribió para la ocasión llegarán a convertirse en uno de los textos fundamentales del autor, imprescindibles para entender tanto la Ilustración como la filosofía contemporánea.
El primer párrafo del texto es sobradamente conocido: “La Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía de algún otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración.”
Y el texto continúa así: “Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tantos hombres continúan siendo con gusto menores de edad durante toda su vida. […] Es tan cómodo ser menor de edad. Bastar con tener un libro que supla mi entendimiento, alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a un médico que me prescriba dieta, etc., para que yo no tenga que tomarme tales molestias. No me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros asumirán por mí tan engorrosa tarea”.
Pensar por sí mismo
La idea que defiende Kant es que el ser humano debe abandonar el estado de dependencia (Unmündigkeit) o minoría de edad espiritual en el que se encuentra por su propia culpa, por simple cobardía y pereza. Debe emanciparse de esa situación y atreverse a utilizar la razón para guiarse a sí mismo, sin la tutela ejercida por su confesor, su médico de cabecera o cualquier otra figura de autoridad. En suma, debe ejercitar la capacidad de pensar por sí mismo (Selbstdenken) y no permitir que otros piensen por él.
“Así pues, al querer definir el término «Ilustración» –explica Roberto Aramayo en la excelente introducción que ha escrito para este texto–, Kant viene a identificarla con su propio quehacer como profesor universitario. Sus alumnos, según el testimonio de Herder, no recibían otra consigna que la de pensar por sí mismos y ésa será justamente la divisa del movimiento ilustrado: ¡atreverse a pensar! Acostumbrarse a ejercitar nuestra propia inteligencia sin seguir necesariamente las pautas determinadas de cualquier otro. El hombre debe aprender a emanciparse de toda tutela y alcanzar una madurez suele rehuir por simple comodidad”.
En ¿Qué significa orientarse en el pensar?, otro opúsculo que escribió dos años más tarde, Kant amplía alguna de las ideas fundamentales que expuso en ¿Qué es la Ilustración?: “Pensar por cuenta propia significa buscar dentro de uno mismo (o sea, en la propia razón) el criterio supremo de la verdad; y la máxima de pensar siempre por sí mismo es lo que mejor define a la Ilustración. La Ilustración no consiste, como
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