TERPIA ANCIANOS Y PEROS
Enviado por GLORIAGYC • 11 de Junio de 2013 • 701 Palabras (3 Páginas) • 270 Visitas
ancianos en una residencia.
Llegan los perros y los especialistas del programa. Los ancianos
acuden a una sala habilitada para pasar un rato con los animales, para
entretenerse y para interactuar. Es la residencia de tercera edad «Vitalia
Pirineos», en Sabiñánigo. Para los ancianos es un momento de paréntesis en
la monotonía. Y para este equipo de especialistas es un día más con el que
conocer cómo un perro puede ser un extraordinario estímulo para dar calidad
de vida a personas mayores, algunas incluso con Alzheimer.
Desde diciembre y con el soporte económico de la aragonesa Caja
Inmaculada, la Asociación Protectora de Animales y Plantas de Huesca
desarrolla este programa pionero. El proyecto lo dirige el veterinario
Sergio Otal, especializado en psicología animal y terapia canina. Coordinó
la formación del equipo de técnicos que se encarga de esta experiencia y
que, además de este veterinario, está integrado también por la psicóloga Ana
Isabel Muñoz y por un terapeuta. Les apoyan los voluntarios de la Asociación
Protectora de Animales y Plantas que se encargan del cuidado y traslado de
los perros.
En síntesis, la metodología de esta terapia geriátrica es simple. Se
llevan los perros para que pasen un rato con los abuelos, que interactúen,
fomentar el contacto y el intercambio de sensaciones, incluidas las
emociones. Pero el trasfondo es más amplio, según explica a ABC la psicóloga
Ana Isabel Muñoz. «Buscamos que se desarrolle comunicación entre los
ancianos, que se relacionen más entre ellos», y los perros median para que
eso ocurra.
Luchar contra el pesimismo
«Es habitual que entre estas personas mayores que están en una
residencia no hablen, falta mucha comunicación entre ellos» y se produce el
aislamiento. En buena medida es consecuencia de una sensación de «pesimismo,
del rol que tienen asumido de ser personas mayores, que están en una
residencia y que no les quieren», indica esta psicóloga. Sin embargo, se ha
apreciado que la presencia de los perros ayuda a romper esas barreras de
comunicación y de sentimiento.
«Las primeras sesiones eran muy difíciles, los mayores eran reacios
a actividades nuevas, pero a partir de la tercera sesión ya vimos que se
avanzaba claramente». Según Ana Isabel Muñoz, el día que llevaron a un
cachorro confirmaron que el cambio se había producido, «lo cogían, lo
acariciaban, hablaban del animal entre ellos, en los días siguientes
preguntaban por él y se comprobó que se había entablado una comunicación en
un grado que antes no existía».
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