Teoría del conocimiento

Teoría del conocimiento

Kant nos presenta su crítica acerca del conocimiento, indicando que el conocimiento emana de dos fuentes principales, de la capacidad humana de recibir impresiones sensibles, así como la facultad del entendimiento para conocer el objeto mediante estas, vale decir nuestra mente conoce mediante las intuiciones puras (forma a priori de la sensibilidad) y por medio de las categorías del entendimiento que son los conceptos puros libres e independiente de la empírea.

Estos conceptos puros no pertenecen ni a la intuición ni a la sensibilidad, sino al pensar y al entendimiento, es decir, las impresiones sensibles del mundo exterior constituyen la materia del conocimiento, lo que el Kant llama noúmeno. Noúmeno es definido como “una cosa en la medida en que no puede ser reconocida por medio de la intuición sensible y a su vez como un objeto que puede ser conocido por medio de la intuición no sensible” o la cosa en sí. (Navarro, y Pardo, 2009)

Las impresiones sensibles constituyen la materia de nuestro conocimiento, estas sensaciones irrumpen en nuestro intelecto de forma caótica desde el mundo exterior, tras esto el sujeto las ordena en un espacio y en un tiempo determinado sirviéndose de las formas a priori, de la sensibilidad, que son las intuiciones puras del espacio y el tiempo, construyendo de esta forma el Fenómeno; “El objeto en tanto que aparece y es conocido”(Navarro, y Pardo, 2009), o el conocimiento obtenido tras filtrar la realidad.

Las categorías son las estructuras organizadoras de lo que se nos es dado por la primera organización que se ha hecho, tiempo y espacio, entonces vemos como nunca tenemos acceso a las cosas en si misma, por tanto al noúmeno, sino que siempre conocemos lo que organiza nuestra razón, el fenómeno o la cosas en mí.

Por tanto el intelecto con sus formas a priori de la sensibilidad, así como también con su categoría construye tomando como materia a las impresiones sensibles el objeto no como noúmeno, sino ya organizado como fenómenos.

Esto hace que Kant sea consciente de que al conocer la realidad la transformamos, no podemos tener acceso a las cosas tal y como son en sí mismas, pues tanto al percibirlas como al conocerlas las transformamos, aportándoles la forma que nuestra razón les impone a través de los elementos puros a los que nos referimos.

Un ejemplo de esto sería cuando un grupo de personas observa un mismo objeto, pero cada uno de estos observadores aprecia características diferentes en el objeto estudiado, por tanto, el objeto seria el noúmeno, y la visión de cada uno de los observadores seria el fenómeno, en este caso según lo planteado por Kant el sujeto sería el más relevante.

Por tanto cada uno tiene percepciones diferentes de una misma realidad y ese conocimiento es muy difícil de compartir y explicar

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