Territorios Del Mal

Territorios del Mal (Freddy Castillo osorio)

¿Cual es el sentido del transito?, ¿caminamos, a través de ideas y actos, orientados a subsistir estacionados, a conducir-nos al extravío o estamos a la búsqueda de situarnos, aunque sea temporalmente, en posiciones que nos lleven de ninguna a cualquier parte?, o ¿intentamos construir veredas que permitan dis-poner de una extra-ordinaria gama y diversidad de derroteros, meandros, rizomas, condiciones y posibilidades para el múltiple desplazamiento, franquear el límite y trashumar continuamente de ningún lugar (utopos) a lo extraño (atopos), de lo inclasificable, lo im-pre-visible y que carece de lugar (atopía) a la densa red de espacios heterogéneos (heterotopías), es decir, de la transición de la inmóvil virtualidad de espacios vacíos, universales y homogéneos hacia la tensión incesante de los lugares otros, de los espacios paradójicos constituidos por la sociedad? ¿Para qué interpretamos? ¿Cuál es el sentido de seguir, de rastrear indicios, huellas y señales?, ¿para “conocer”?, si es así, ¿qué es el conocer, cómo com-prendemos el acto de conocer?, ¿cómo lo diferenciamos y que relación tiene con el pensar?, ¿qué es pensar?, ¿es la condición de un posible?, ¿implica des-cubrir, in-ventar, crear o repetir…?, ¿cuál es la intención, el deseo, que subyace, ya desde hace mucho tiempo atrás, este recorrido?, ¿es acaso por la vacuidad del deseo o el vestigio tendido por alguna herida e incisión narcisista, o talvez ambos?, ¿son estos quienes animan la tarea de trazar, de fraguar, más que un itinerario, un horizonte de sentido que intenta comprender la borradura de la marca, residuos de con-mociones, impresión de ausencias, sin-sentidos sobre los cuales deambulamos sin saber porqué ya desde hace bastante tiempo? Con pasos inciertos hemos caminado, lo que en ocasiones nos hace pensar ¿en realidad, sabemos… a dónde llevaran nuestros pasos?, ¿importan el “origen”, la trayectoria o el “punto de llegada” en sí mismos? o, tal vez, en parte, ¿lo desconocemos? Y si es así, ¿hasta donde?, ¿sabemos o creemos saber?, ¿qué es el saber? Parece, además, como si, de un modo u otro, aunque, por una parte, reconocemos que comprendemos, por la otra, parece que quisiéramos negarlo… El camino hacia la Casa es poco transitado, al mirar alrededor y me doy cuenta de un lugar al que había prestado poca atención, un lugar de entrenamiento para perros del tipo lazarillo; unos metros más adelante, se encuentra ubicado el CAIS Atlampa, fundado en el 2006, y sitio de residencia de personas postradas en situación de abandono social, indigentes. Es extraño pero, la Avenida Canal Nacional, en el tramo que esta comprendido entre la Calzada del Hueso y La Avenida de las Bombas, tiene poca circulación de transeúntes. A lo lejos se ve un sujeto, quien se aproxima con lentitud pues le falta la pierna izquierda y se desplaza por medio de una vieja muleta, es un individuo delgado, se ve ya entrado en años, viste ropas sucias, parece lo que coloquialmente llamamos un mendigo. Lo que más llama la atención, lo extraño de él es que, desde que comencé a observarlo, ríe y conversa, murmura y gesticula, actúa como si hablara con alguien más, y digo extraño porque, nadie, ninguna persona lo acompaña. Al momento del nuestro fugaz “encuentro” por la calle, desvío la mirada con la intención de evitarle, pero sorpresivamente él saluda a con voz dulce y clara diciéndome: “¡Buenos días jefe!”. Situación confusa que deriva en mutismo, que en un segundo se manifiesta en una tímida respuesta que se materializa en una mueca que intenta ser una sonrisa. Unos metros más adelante, se despliega una larga barda sobre la cual se encuentran diseminadas algunas prendas de vestir, pantalones y playeras, a la altura de un antiguo pórtico de metal. Por otra parte, hay algunas piezas de calzado tiradas junto al muro, así como desechos fecales distribuidos en las proximidades del portal. Una especie de peste que empieza a permear el ambiente, ligeramente fétido, se incorpora a mis pulmones,

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