UNA COMPARACIÓN ENTRE TEORÍA CLÁSICA DEL BIENESTAR Y TEORÍA DEL BIEN ESTAR EN RELACIÓN CON EL DESARROLLO
Laurita Solano MendozaEnsayo31 de Octubre de 2015
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COMPARACIÓN ENTRE TEORÍA CLÁSICA DEL BIENESTAR Y TEORÍA DEL BIEN ESTAR EN RELACIÓN CON EL DESARROLLO
LAURA JOHANA SOLANO MENDOZA
UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA
FACULTAD DE FINANZAS, GOBIERNO Y RELACIONES INTERNACIONALES
ECONOMIA DEL BIENESTAR
BOGOTÁ D.C.
2015
El presente ensayo tiene por objeto contrastar ampliamente la teoría clásica del bienestar con la teoría del bien estar, estas dos corrientes mantienen posturas de convergencia y de divergencia, en donde el interlocutor sentirá la necesidad de identificarse con una de las dos, con elementos de ambas o con ninguna, y finalmente se relacionaran al agudo concepto de desarrollo.
Para reconocer el desarrollo como una expresión versátil y bastante utilizada, identificaremos sus principios ya concebidos desde hace décadas, además de reconocer su origen y estrecha relación entre la teoría clásica del bienestar y su transición cronológica hasta a la teoría del bien estar, es por ello que la definición de cada una de estas teorías determinará las bases éticas, económicas y políticas que veremos relacionadas con el desarrollo.
Iniciando este recorrido haremos un acercamiento conceptual a las teorías de estudio anteriormente mencionadas, iniciando desde el utilitarismo, que se concibió una teoría moral, en la que el individuo es el centro y describió sus motivaciones desde los deseos, placeres y utilidades. El individuo estaba fijado intrínsecamente por una ética utilitarista que tenía por objeto principal maximizar su propia utilidad (u) en otras palabras su propia felicidad, que también se entiende como un fenómeno psicológico con unidades de medición sin especificar. Las características de este individuo se limitan sobre tres elementos el i. Hedonismo (busca estar un reino del placer y alejarse del reino del dolor), ii. Egoísmo (busca aumentar la felicidad para sí mismo) y iii. Raciocinio (uso consiente de los medios para alcanzar su fin), esto le permitirá al individuo tener fines claros como el consumo de bienes y servicios y maximizar la utilidad individual.
El consumo de dichos bienes y servicios está concebido dentro de canastas de bienes, en donde se encuentran los bienes primarios y mercantiles, que son aquellos bienes que el individuo considera de su preferencia para amplificar su utilidad, está selección en ningún momento concibe principios moralmente “correctos”, ya que el individuo puede maximizar su placer o deseos desde el consumo de sustancias psicoactivas, incurrir en prácticas homicidas, cometer hurtos, entre otras variables que para la sociedad actual no están admitidas como políticamente correctas, pero para el individuo es la forma de aumentar su felicidad.
De acuerdo a estas preferencias el individuo se caracteriza por las siguientes razones: i. El individuo tiene preferencias, esto quiere decir que el individuo se considera así mismo mejor si elige una combinación de bienes y servicios preferida frente a una alternativa que evalúa como mejor, ii. El individuo tiene un conjunto efectivo de elección, es decir, que el individuo elige dentro del conjunto factible que tiene a su disposición, trata sobre reales y no sobre imaginarios. iii. El individuo tiene la capacidad de ordenar preferencias, o sea, organiza sus preferencias de lo más preferido a lo menos preferido y hace su elección con base en una ordenación de preferencias, esta organización de preferencias se categorizan de acuerdo a sus principios o juicios de valor, recurriendo así a su hedonismo reflexivo y a su egoísmo en particular.
De acuerdo al principio de utilidad, surge el primer juicio ético, “cada individuo es el mejor juez de sus propios intereses”. Es por ello que el valor de los bienes no depende de su costo de producción como tal, sino de la satisfacción que experimenta el individuo al obtenerlo. Es por esto se entiende que el individuo tiene a su disposición un conjunto de n bienes y servicios en una canasta, es decir, X = (X1, X2, X3, X4,…, Xn), como se dijo anteriormente él tiene el poder de organizar su cesta de bienes y servicios de acuerdo a sus preferencias (de lo más preferido a lo menos preferido).
Conforme al ordenamiento de sus preferencias el individuo cumple los siguientes axiomas: i. Asimetría, al pasar el tiempo el individuo mantiene su relación de preferencia; ii. Completitud, en donde nos indica que el individuo es capaz de comparar dos cestas de consumo y después de esta comparación define la relación que existe que entre dichas cestas; iii. Monotonía, en donde el individuo prefiere consumir más a consumir menos; iv. Transitividad; esta consiste en que si hay más de dos cestas el individuo tiene una preferencia directa sobre A y B y B a C, entones prefiere A a C, v. continuidad, En donde el individuo prefiere una cesta A0 respeto a una cesta B, el individuo siempre preferirá una cesta A1 (parecida a A0) respecto a B; vi. Irreflexibilidad, de acuerdo a este axioma la relación es directa con la cesta, la cual es igualmente preferida sobre ella misma, y vii. Aciclicidad.
Continuando con el recorrido teórico, dentro de los principales exponentes del utilitarismo encontramos a Adam Smith[1], quien define que el hombre es un ser activo que siempre busca la felicidad y el bienestar, (en este punto del texto lo que usted prefiera definir como bienestar) su deseo es encontrar y poseer la felicidad y, para ello, busca incrementar su nivel de riqueza, pues es de allí donde surge el bienestar. En su trabajo económico, Smith resalto siempre el egoísmo, ya sea para obtener riqueza o para obtener bienestar.
(…) Los hombres siempre son egoístas, pues “no obtenemos los alimentos de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de su preocupación por su propio interés” [2] (…)
Lo anterior llevo a Smith a estudiar la división del trabajo y a mostrar que el hombre moderno depende en gran medida de otros trabajos para satisfacer sus necesidades. Esto lo expreso en su teoría del valor trabajo y de Laissez Faire[3]. Según Adam Smith, el mercado funciona como una máquina, como un todo articulado y armonioso, que mediante el egoísmo y la búsqueda del lucro personal logra obtener el beneficio de toda sociedad, dejando libre a cada individuo para que consiga el máximo bienestar personal, asegurando automáticamente el máximo bienestar de todos los individuos. El egoísmo de todos es el bienestar de todos.
Dentro de esta primera generación se encuentran exponentes como Gossen, quien fue un pionero sobre las ideas del utilitarismo y describe su pensamiento sobre utilidad decreciente, en donde la utilidad adicional del bien disminuye a medida que se consume mayor cantidad de ese bien. Igualmente, expuso el equilibrio de utilidades marginales en la que la última unidad de dinero gastado por producto produzca la misma cantidad de utilidad extra de otro producto. Miembro también de esta primera generación es William Stanley Jevons, quien además de estar de acuerdo de que la utilidad marginal es decreciente aclaro que no hay herramientas para su medición, el único método que considero fue la observación de las conductas y preferencias y añadio que solo son comparables las utilidades de bienes sucesivos de un solo bien pero las utilidades marginales entre varios bienes. Su trabajo arrojo resultados como “El valor del trabajo debe determinarse a partir del valor del producto y no el valor del producto a partir del valor del trabajo”. De igual manera sus aportes fueron valiosos ya que dieron solución a la paradoja del valor, que para Adam Smith no creía en la relación de la magnitud del valor del intercambio y la utilidad.
Ejemplo. (U agua > U diamante <-> V diamante > V agua), su solución se basó en sobre la teoría de la utilidad marginal decreciente (UT agua > UT diamante, pero UM diamante > UM agua), ya que el agua es abundante, y no se tiene una unidad adicional de agua, mientras que cada diamante es una unidad adicional (la utilidad marginal de los diamantes crece mucho más rápido que la del agua).
Karl Menger miembro de esta misma generación estableció como medida de estudio las necesidades de los individuos y los modos de satisfacerlas. Por esto estableció que un bien debía cumplir con las siguientes condiciones: existencia de la necesidad, capacidad del objeto de satisfacer la necesidad, conocer su capacidad, disponibilidad suficiente del bien y su teoría concluyo que hay igualdad entre el valor del intercambio con la utilidad total. La medida de valor de Menger es subjetiva de los mismos bienes que hacen diferentes individuos y finalmente argumenta que el comercio se lleva a cabo para implementar la utilidad total de ambos comerciantes, es decir, es el esfuerzo para asegurar la máxima satisfacción posible de sus necesidades.
A partir de estos exponentes empieza a determinarse la diferencia entre la primera y segunda generación de marginalistas, ya que tomaron estos enfoques para interpretar la conducta del individuo, su relación con el mercado y los agentes que en él se manifiestan, cuestionando los análisis que alguna vez fueron realizados por Adam Smith y por David Ricardo. Lo que se empieza a identificar como la diferenciación entre la primera y segunda generación de marginalistas, en donde se comparte la división acerca del trabajo, la propiedad privada de los medios de producción, los mercados, la ley de Say (Cuantos más se produzcan, mas bienes existirán que constituirán una demanda para otros bienes, es decir, la oferta crea su propia demanda), un modelo con una ausencia por parte del Estado (participación mínima), el rol de la moral y la elección racional del individuo egoísta (como se nombró en líneas anteriores, un enfoque filosófico utilitarista) el método deductivo abstracto (refiriéndose así al modelo de David Ricardo y dejando a un lado el modelo de Adam Smith), y encontrando sus divergencias en la teoría de valor, ya que los clásicos se basan en la oferta (valor dado por los costos de producción) y los marginalistas en la demanda (cantidades solicitadas para satisfacer las necesidades).
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