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Una Chica Muy Rara (deviantart)


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  1.871 Palabras (8 Páginas)  •  294 Visitas

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Una chica muy rara

• by ~Irvin-chan, Oct 30, 2011, 6:51:11 AM

• Literature / Prose / Fiction / Humor / Short Stories

Una chica muy rara

El bando enemigo entonaba su cántico de victoria mientras los derrotados se alejaban del campo de batalla. Al grito de "¡Ya no juego!", Eleone se levantó del charco de barro y se fue hacía a casa haciendo la sirena, dejando a los demás niños en la plaza de Winhill.

La niña esperaba que el escándalo fuera suficiente para que Raine saliera del bar y regañara a los malhechores; pero Raine no estaba en la planta baja, así que Eleone calló y decidió ahorrarse el llanto para el público. Subió por las escaleras y llegó al cuarto de baño, lleno de vapor, ruido de agua y música a todo volumen.

Eleone miró la silueta en la cortina floreada y empezó a sollozar de nuevo.

– ¡Raine, unos niños me han empujado al barro y me han hecho daño! –dijo mientras se señalaba las rodillas llenas de mugre pero, por lo demás, intactas.

Raine no dio señales de haberla oído. La pequeña repitió su queja, pero su voz de cuatro años no se sobrepuso a la radio a pilas que cantaba sobre el armario, lejos del suelo húmedo y las manos infantiles. Eleone se decantó por el plan B (lavarse primero y quejarse después) así que acercó la escalerilla a la pila y se encaramó a esta para lavarse, o mejor dicho expandirse el barro por todo el cuerpo. Cuando ya estuvo chorreando de la cabeza a los pies, cogió la toalla de ducha que se hallaba solícitamente plegada sobre el lavabo y se cubrió con ella como un fantasma a la antigua usanza.

Se descorrió la cortina de la ducha y Eleone empezó a quejarse de nuevo desde las profundidades de la tela rizada, hasta que asomó la cabeza alborotada con convincentes lágrimas en la cara y vio que no estaba hablando con Raine, sino con Laguna.

Laguna miró a Eleone, y Eleone le devolvió la mirada.

La radio sonaba como si se le estuvieran acabando las pilas.

–La toalla, por favor –pidió Laguna sin moverse de la alfombrilla.

La niña le tendió una toalla mugrienta y salió del baño dejando huellas de agua y fango.

***

Raine había regresado a casa poco después y había escuchado la melodramática historia de la pequeña, la había mimado y tranquilizado (cosa que le gustaba) y había dicho que hablaría con las madres de los agresores mañana (cosa que le gustó menos) y subió a la niña para darle un baño y comprobar que realmente no se había hecho más daño que en el orgullo.

La mujer fregaba el pasillo mientras Eleone enviaba a la valiente tripulación del Barco de Plástico a buscar un unicornio sin cuerno (también conocido como Caballo) al Otro Lado de la Bañera.

–Por cierto, Eleone –, comentó Raine mientras se asomaba a la puerta fregona en mano –Laguna me ha dicho que antes has entrado en el baño mientras se duchaba.

–Sí –aceptó ella.

– ¿Recuerdas lo que te dijimos sobre llamar a las puertas antes de entrar? –en casa de Raine no había pestillos de ningún tipo por si a la niña se le ocurría encerrarse en alguna habitación.

– ¡Es que pensaba que eras tú! –grito ella mientras hundía el Barco de Plástico.

–Igualmente. Siempre has de llamar. Y has de esperar a que te den permiso para entrar. Es de buena educación.

– ¿Qué se ha enfadado? ¿Me vas a castigar?

–No, no se ha enfadado, ni te voy a castigar; pero intenta recordarlo.

– ¿De verdad? Porque me ha mirado con una cara muy rara.

–Eso es porque no te esperaba. Y la gente no se enfada por esas cosas –mintió.

–Ah… –Raine la vio rescatar el Barco de plástico vaciando gran parte de la bañera en el proceso.

Pensó que la conversación estaba terminada cuando Eleone dijo:

–Laguna es una chica muy rara, ¿no?

Raine dejó la fregona y entró en la piscina que era el baño, mirando a la niña como si hubiera visto a un alienígena.

–Perdona, no te he oído bien allí afuera.

–Que digo que Laguna es una chica muy rara. No es como tú. Le faltan unas cosas… y tiene otras cosas…

–Espera… ¿Laguna es una chica?

–¡Claro! Lleva el pelo largo y pendientes, y se pone la misma ropa que tú.

La revelación le llegó a Raine como un mazazo. En Winhill no había hombres adultos y Eleone nunca había visto a ninguno. Para ella, las diferencias de sexo venían marcadas por cosas como pendientes, melenas, faldas y pestañas exageradas; como en los dibujos animados. Pero en Winhill, donde las mujeres tenían que hacer todo el trabajo, no había tiempo para vestidos ni maquillaje. La única fémina que había llevado un vestido en los últimos 4 años era Eleone, y ella no respetaba nada esta prenda, pues de comportaba igual que si llevara pantalones de pana.

Raine empezó a considerar si aquel distanciamiento forzado que todos tenían respecto al género masculino no afectaría a la educación de la niña. Las damas del pueblo eran más duras que cualquier soldado de infantería ligera, y la feminidad brillaba por su ausencia. ¿No tenía ella un estuche de maquillaje? A saber en que profundo cajón se había perdido.

Y ahora resulta que Eleone consideraba que, como todas las personas que había conocido de entre 18 y 60 años eran mujeres, Laguna también entraba en esa clasificación.

Raine se vio en la comprometida encrucijada educativa de sacar a su hija adoptiva del error.

–Verás, Eleone –empezó Raine, agachándose al lado de la bañera –, Laguna no es una chica, ¿sabes? Es un

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