Yo Explico
Enviado por Johaz13 • 25 de Mayo de 2014 • 3.252 Palabras (14 Páginas) • 294 Visitas
YO EXPLICO ••• PERO ELLOS ¿APRENDEN?
Michael Saint-Onge
Este enfoque de la realidad escolar ignora el vínculo dinámico que relaciona la enseñanza con el aprendizaje. Es evidente que ese vínculo no puede ser causal: la enseñanza no es la causa de los cambios internos (las aptitudes nuevas) resultantes del aprendizaje. Aunque éste se produce con ocasión de la enseñanza, es la actividad del alumno la que genera esos cambios. Sin embargo, existe un vínculo, en cierto sentido, ontológico entre esas dos actividades: el sentido de la enseñanza depende del sentido que se dé al aprendizaje, y el de éste depende de las actividades ideadas por la enseñanza. Enseñar puede equivaler a transmitir sólo información si por aprender se entiende memorizar esa información.
Antes de aminorar la responsabilidad del cuerpo docente conviene responder a algunas preguntas. ¿Los diferentes modos de enseñar entrañan diferencias en el modo de aprender? ¿Todo tipo de enseñanza facilita el aprendizaje? ¿La actividad del alumno no guarda ninguna relación con la enseñanza que ha recibido? ¿El trabajo del alumno se refleja después realmente en lo que aprende?
Cuando se oye decir a un profesor decepcionado por el resultado de los alumnos "¡Pero si yo lo había explicado bien!", uno entiende que los alumnos no comprendan necesariamente lo que el profesor piensa haber expuesto con acierto. Pero en esa exclamación se está confundiendo enseñar con exponer, explicar, anunciar, proponer, etc. Lo que parece evidente es que la adquisición del conocimiento no se consigue por simple contacto con el saber de otra persona. Hay que recrearlo en uno mismo. Y, para ello, hay que ser capaz de hacerla
Con frecuencia damos nuestras clases sin preguntamos si lo que han de hacer los alumnos a lo largo de ellas contribuye a desarrollar las aptitudes que deseamos para ellos. Esta es la comprobación que realiza Marilla Svinicki, profesora en la Universidad de Tejas.
En un artículo titulado "It Ain't Necessarily So: Uncovering Some Assumptions About Learners and Lectures" (1985), la autora presenta ocho principios que incluyen en muchas profesoras y profesores para seguir defendiendo la exposición como única estrategia de medición en su método de enseñanza y para convencerse de que sus disertaciones magistrales son eficaces por sí mismas. Estos principios, expuestos también en el artículo de Christopher K. Knapper "Is What You Teach What They Learn?" (1987), nos servirán, en este libro, como punto de partida para una reflexión sobre nuestra práctica de enseñanza.
Presentaremos cada uno de esos principios y los comentaremos brevemente. A continuación, se volverán a tomar y se analizarán de forma completa. De pronto sólo pretendemos conocer las ideas heredadas que perjudican a la evolución de la enseñanza.
Primer postulado
La materia que explico es muy interesante y ella sola puede atraer la atención de los alumnos
Muchas profesoras y profesores se identifican aún como tales por la materia que enseñan. Hay, pues, químicos que enseñan, técnicos en electrónica que enseñan o filósofos que también enseñan. Su interés se fija más en su materia que en el modo de enseñarla: ellos piensan que su entusiasmo y el dominio que tienen de su disciplina son suficientes para garantizar la eficacia en la enseñanza. Es el caso de la profesora o profesor que se niega a adoptar nuevas prácticas pedagógicas con e pretexto de que su asignatura es demasiado extensa para cambiar la forma de enseñar.
El interés por la asignatura que uno enseña nada tiene de malo. Todo lo contrario, es fundamental. Pero hay que situarlo dentro de la perspectiva de la enseñanza. Entonces, el captar la atención de los alumnos se convierte en un objetivo por alcanzar. Y no se consigue por el solo contenido, sino por la estrategia educativa que constituye el método de enseñanza de la profesora y el profesor.
Para conseguir despertar y mantener el interés de un alumno, hay que tener en cuenta muchos elementos a la hora de elaborar el propio método de enseñanza. Entre ellos recordamos:
• la utilidad del contenido del curso Para los alumnos, habida cuenta de sus conocimientos;
• las técnicas para suscitar la curiosidad y motivar con ellas a los alumnos a aprender;
• el modo de enseñar (es decir, ¿es éste suficientemente variado como para mantener la atención de los alumnos a los que se dirige el curso?)
Como se ve, la motivación, o más exactamente la entrega al estudio de una asignatura, no surge necesariamente del contenido mismo. Con todo, circula aún entre los profesores la idea de que unas asignaturas interesan a los alumnos mientras que otras los desaniman. Esta opinión se asocia a otra también perjudicial: hay una forma de enseñar para cada materia. Por eso, si los alumnos aborrecen las matemáticas o la historia no hay nada que hacer, ¡porque estas asignaturas no pueden enseñarse de otra forma! Reflexionando sobre esto, ¿no hay entre los profesores de una misma materia formas de explicar que fomentan en los alumnos una mayor o menor entrega al estudio para aprender?
Segundo postulado
Los alumnos son capaces de retener e integrar una corriente informativa durante más de 50 minutos
Si una clase fuera como un boletín de noticias, bastaría con transmitir las informaciones una tras otra durante períodos largos de tiempo. Algunas clases magisteriales dan la impresión de que la actividad del profesorado se reduce a dar información y el de los alumnos a reproducir en su "memoria de papel" a la espera de poderla memorizar en el tiempo de estudio. El proceso sería el siguiente: transmitir -transcribir -memorizar. En este supuesto no es extraño oír decir que hay que "aprender" la materia, aunque sea sólo más tarde cuando se comprenda y se descubra para qué puede servir.
Para que la enseñanza sea pura transmisión de contenidos, hay que presuponer que el aprendizaje es una simple operación de registro. Pero, para llegar a reducir el aprendizaje a estos términos, hay que ignorar el fenómeno de la comprensión y el proceso de creación de sentido. Concretamente, lo que se registra es el sonido, la forma en que la información es transmitida. La lectura de los apuntes de clase de los alumnos muestra que esto es lo que ocurre la mayoría de las veces: las frases están incompletas, los contenidos se relacionan sin sentido, algunas palabras sólo tienen un cierto parecido con lo que se ha expuesto. Los alumnos, entonces, se han preocupado sólo de reproducir, de captar la exposición del profesor. El tiempo se ha dedicado a esta tarea; la comprensión se ha dejado para más tarde.
Cuando el aprendizaje se entiende
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