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Aprender Oratoria


Enviado por   •  21 de Mayo de 2015  •  1.780 Palabras (8 Páginas)  •  235 Visitas

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Aprende a orar, pensar y hacer todo lo bueno para mejorar tu vida y alcanzar tus sueños.

Todos queremos vivir mejor y sólo se logra superando malos momentos. No puede irte bien siempre porque no serías formado. Vivir es un aprendizaje. En el mundo religioso se enseñan muchos ritos y costumbres, aprendemos a ir al culto, servicio religioso u homilía, pero no se enseña a vivir. Jesucristo dijo “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. No es lo mismo tener vida que saber vivirla.

Estamos vivos, existimos pero también pensamos y convivimos con otros, tenemos que lograr objetivos. Vivir no es mecánico e inconsciente como respirar. Tomamos aire sin pensarlo, es un acto reflejo. Para aprender a vivir recomiendo leer los libros de Proverbios y Eclesiastés. Ambos son directos y nos ofrecen consejos para tener y desarrollar una mejor vida.

No es posible llegar a los 50 años sin saber cómo hablar con tus hijos. Tampoco es razonable llegar a la tercera edad con la misma debilidad de carácter de un adolescente y sin manejar el afán que te atormenta desde joven. Un hombre de 90 años dijo que su secreto para llegar a esa edad fue descubrir que tarde o temprano, todos los problemas se superan, sólo hay que tener paciencia. A vivir no se aprende escuchando una cátedra. Muchos podemos aconsejarte y darte información, la propia vida y Dios pueden tratar con algunas áreas, pero al final, sólo tú puedes aprender y trabajar en cambiar tu actitud.

El buen alumno aprende

Pablo nos dice en Filipenses 4: 11-13: No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Pablo con su experiencia en diferentes circunstancias nos da palabras claves para aprender a vivir: “He aprendido”, “sé vivir”, “estoy enseñado”. El mensaje es: “A vivir se aprende, siempre hay algo y alguien que me enseña”. Si eres buen alumno, el maestro aparecerá. Cierta vez, como hombre casado, intenté aconsejar a un joven soltero sobre su noviazgo pero comenzó a rebatirme. Entonces desistí porque cuando el alumno no quiere aprender, no hay maestro que pueda enseñarle. Es como si Cristiano Ronaldo quisiera enseñarme a jugar fútbol y yo intente darle consejos. Algunos somos mejores para aprender que otros, pero al final todos terminamos aprendiendo a la buena o a la mala. Mi madre me enseñó de las dos formas, para ella lo importante era que no olvidara la lección, fuera con palabras o a “chancletazos”.

Lo mejor es que te dejes guiar y aconsejar para afrontar las dificultades que sean necesarias y no las que pudiste evitarte. Todos debemos madurar, nadie puede vivir sin crecer emocional y espiritualmente. No puedes morir sin aprender a vivir. Es cierto que después de la vida hay algo más, la eternidad, pero el Señor nos dio esta vida para que la aprovechemos. Dios tiene que ver con ambas vidas, Su plan se cumplirá acá en la tierra.

Ojalá puedes decir como el apóstol Pablo: sé vivir, he aprendido, puedo tener escases y abundancia, he sido enseñado y lo mejor, todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Las dificultades que he afrontado como líder del ministerio me han enseñado a dominar mi carácter y ser fuerte. Es imposible aprender sin malos momentos, debemos sacarles provecho para aprender a pensar, resistir y ser sólidos en Cristo. Te daré tres claves para ser mejor y aprender a vivir.

Orar

Filipenses 4: 6-7 comparte: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

De nuevo el Señor nos insiste en la necesidad de orar y pedir. Ahora hace énfasis en que nuestra petición debe ser notoria. No me cansaré de decir que Dios quiere escuchar nuestras peticiones. Otro mensaje claro es no afanarnos por nada. La oración se lleva el afán y produce una paz que da descanso. Cuando oramos pidiendo resolver lo que nos afana, estamos demostrando nuestra fe y nace la confianza. Repítelo hasta que lo entiendas, hay que orar por todo y no afanarse por nada.

Por ejemplo, ante un problema económico, primero debes orar porque el Señor te ayude a administrar tus ingresos y ser más ordenado. La sensatez será el primer milagro. Dios te hará ver que tal vez no es el momento de comprar el televisor nuevo o el carro del año, sino que es momento de ahorrar para el colegio de tus hijos. En el momento que seas más ordenado con tus finanzas, podrás pedir que se incrementen tus ingresos. Cuando dejes de ser un inmaduro pidiendo milagros, recibirás lo que necesitas. Cree y deja de afanarte.

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