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Breve análisis del feminismo


Enviado por   •  15 de Mayo de 2022  •  Trabajo  •  1.836 Palabras (8 Páginas)  •  115 Visitas

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El siglo XIX y principios del XX fue un periodo caracterizado por muchas reivindicaciones sociales, pero de entre todos esos movimientos, a mi parecer, cabe destacar el feminismo. Dicho movimiento no solo abarca la lucha de las mujeres contra el patriarcado, es un movimiento que va más allá de eso, como dijo Gloria Steinem – periodista, escritora, conferencista y activista política conocida por ser un referente del movimiento feminista – “una persona feminista es cualquiera que reconozca la igualdad y la plena humanidad en mujeres y hombres”. [1]

El feminismo es un movimiento bastante arcaico por lo que es casi imposible señalar con exactitud su nacimiento. Hay quienes opinan que nació a finales del siglo XII con la teóloga y filósofa Guillermine de Bohemia y su intento de crear una iglesia para mujeres, y quienes dicen que nació con las brujas, es decir, entre los siglos XV – XVIII. El feminismo nació interrumpiendo en la esfera política y demandando educación y derechos iguales para hombres y mujeres, pero desde que nació hasta el día de hoy el movimiento ha experimentado cambios para adaptarse a las nuevas generaciones, por ello, para poder entenderlo mejor es necesario que lo hagamos analizando, desde un punto de vista cronológico, sus cuatro olas: la primera abarcará desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX; la segunda comprenderá desde la segunda mitad del siglo XIX hasta principios del XX; la tercera englobará desde los años 60 o 70 hasta los 90; y finalmente, la cuarta correspondería a la actualidad.

PRIMERA OLA: FEMINISMO MODERNO[pic 1]

La primera ola feminista comenzó durante la revolución francesa, ya que fue cuando por primera vez las mujeres participaron organizadamente en la política. Durante las primeras revuelvas las mujeres salían a protestar para defender los derechos de los franceses y denunciar la precaria situación económica y la escasez alimentaria que atravesaba Francia, sin embargo, no fue hasta la Constitución Francesa de 1791 cuando, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano – conseguida por los reformistas y que excluía a las mujeres y a otros grupos minoritarios – se convirtió en el preámbulo de la constitución,  las mujeres decidieron iniciar la batalla por la igualdad de los derechos civiles. Como dijo la historiadora Estelle Freedman “the era of industrialization fosteres both a sense of injustice and the resources to protest, first in western of Europe and North America and later through much of the world.”[2]

Hasta el momento la escaza participación de la mujer en la política estaba reducida a las mujeres blancas. Las mujeres negras también buscaban poder participar en la política, y aunque también luchaban por los derechos de la mujer, su lucha iba más encaminada a la liberación del pueblo negro. Con la abolición de la esclavitud, donde la mujer negra jugo un papel muy importante, estas se centraron en la defensa por la educación de las mujeres y los derechos de los ciudadanos.

Muchos defensores de la igualdad social creían que la igualdad femenina llegaría con la abolición de la esclavitud, por ello, al ver que no fue así enfurecieron y avivaron en ellos sentimientos racistas, xenófobos y clasistas. Esto trajo una ruptura en el movimiento y dificultó la participación de las personas negras dentro del movimiento, lo que las obligo a luchar no solo contra el sexismo, también contra el racismo y clasismo.

Durante los años posteriores, la lucha feminista se centró en conseguir poder político y acabar con los privilegios masculinos, además, comenzó a plantearse muy fervientemente la necesidad de conseguir el sufragio femenino, sin embargo, la posibilidad de ello dividía al movimiento, puesto que muchas mujeres consideraban que el voto estaba ligado no solo al sexo, también a la raza y a la clase social.

SEGUNDA OLA[pic 2]

De esta segunda ola destaca el papel de las sufragistas, mujeres activistas que luchaban por conseguir el derecho a voto y a la propiedad. Como ya se vio, la primera ola acabó con la polémica del sufragismo femenino, pues bien, la segunda ola se basará fundamentalmente en la reivindicación por el sufragio universal, puesto que se consideró que sin el derecho a voto femenino sería imposible conseguir el resto de los derechos que se solicitaban. Además, los reformistas de mediados del siglo XIX no solo buscaban la igualdad femenina, también buscaban conseguir “peace, racial justice, temperance and labor activism.”[3], de hecho, no hay que olvidar que el feminismo no se ha basado nunca únicamente en la lucha por la igualdad femenina, siempre ha ido ligado a la lucha contra el racismo y clasismo.

En este periodo se logró, además de aumentar la visibilidad de la mujer en la sociedad, conseguir derechos importantísimos para las mujeres como el derecho a la propiedad, al trabajo remunerado y al sufragio.

Aún la diferencia racial seguía dificultando la alianza de las mujeres activistas, de hecho, la participación de las mujeres no blancas dentro del movimiento aun no era nada igualitaria, sin embargo, las grandes oleadas migratorias que se vivieron, sobre todo a principios del XX, ayudaron a paliar estas diferencias. “At the outer edges of the movements for woman suffrage, racial equality and labor rights, radical women articulated uncompromising view about race, sex and class that angered mainstream movement leaders but also helped for forge new kinds of coalitions.”[4]

Una vez conseguido el sufragio universal – el primer país en conseguirlo fue Nueva Zelanda en 1893 – muchas activistas decidieron continuar la lucha mientras que otras muchas la abandonaron al considerar que exigir más solo las terminaría perjudicando, lo que generó una nueva brecha en el movimiento que termino debilitándolo.

TERCERA OLA[pic 3]

Hasta el momento las mujeres habían luchado muy enérgicamente por la igualdad ante la ley, “but, at least at first, they were not moved by what we might see as overtly “feminist” sentiments”[5], cosa que cambia con la nueva mentalidad progresista que surge en Europa. A diferencia del feminismo anterior, este no solo buscaba conseguir una igualdad legal o normativa, se trataba de un feminismo que iba más allá, es decir, se amplió a temas como la sexualidad, la familia, los derechos reproductivos, las desigualdades laborales y la violencia de genero.

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