CONSUMO ENERGETICO Y SOCIEDAD

1. CONSUMO ENERGÉTICO Y SOCIEDAD

El descubrimiento del fuego fue la apertura al consumo de fuentes de energía diferentes a la propia capacidad física por parte del hombre. Existen evidencias de hace 1.000.000 de años, cuando la sociedad primitiva, representada por el “Homo erectus” comenzó a hacer uso y dominio del fuego [14]. Esta importante invención, fue el primer paso en la larga carrera que emprendió el hombre en la explotación de los servicios energéticos que la naturaleza nos ha ofrecido.

Posteriormente, en los albores de la civilización, los grupos humanos concentraban sus necesidades energéticas en una estructura de sociedad cazadora-recolectora (periodo paleolítico, hace 55.000 años aproximadamente), cuya actividad primordial estuvo basada en la movilidad de sus miembros en la búsqueda y obtención de alimentos (caza y pesca fundamentalmente) [15]. La mayoría de energía que consumía esta sociedad era el alimento, es decir, energía endosomática o metabólica. Otro tipo de energía usada era la energía exosomática representada en el fuego, que sirvió principalmente para cocinar, alumbrar y calentarse.

Es admirable vislumbrar como los cazadores-recolectores vivían en comunión con su entorno, tal como lo muestra Raquel Carrillo en su obra “La Vida de los Cazadores Recolectores”, “buscaban siempre la máxima eficiencia, es decir, invertían el mínimo esfuerzo posible”, sentían un profundo respeto por la tierra, su naturaleza y los beneficios justos y necesarios que obtenían de ésta para vivir.

El consumo energético en las sociedades primitivas era aproximadamente 2.500 Kilocalorías al día por persona, lo que es comparable con tener encendida una bombilla incandescente de 120 vatios las 24 horas del día. Más adelante, en la civilización cazadores-recolectores, cuando el ser humano disponía de la energía suministrada por su cuerpo y la energía de la leña, su consumo energético se duplicó alcanzando un promedio de 5.000 Kilocalorías al día por persona, de las cuales alrededor de 2.000 correspondían a la energía exosomática [16].

La Revolución del Neolítico, hace 10.000 años en Asia Central, es considerada como el primer paso del hombre hacia el “control” del medio ambiente [17]; en otras palabras, el ser humano dejo su papel de cazador-recolector para convertirse en un pastor y agricultor (sociedad agrícola primitiva). Es así como mediante la ganadería y la agricultura, el hombre descubrió la manera de domesticar animales y plantas para su propio bien y se aseguró una fuente constante de alimentos (energía).

En esta época, se impulsó el desarrollo en alfarería, siendo el uso del fuego transcendental en la cocción de la cerámica. Junto a esto, se llevó a cabo el descubrimiento de los metales, y dio inicio el proceso de obtención de metal a partir de minas minerales. Por esta razón, es posible indicar que la primera industria que requirió un consumo intensivo de energía fue la metalurgia, ya que necesitaba de altas temperaturas, que a su vez eran obtenidas por combustión de la madera o del carbón vegetal en grandes cantidades. Este fue el gran nacimiento de la comercialización del cobre en primera instancia y más adelante del hierro, que finalmente se extendió por Oriente Medio, Gran Bretaña (Escandinavia), Oriente próximo y el resto del mundo [18].

Ya instaurados en la sociedad agrícola avanzada, inventos como la rueda (3500 A.C.) facilitaron el transporte con ayuda de la fuerza animal y humana; además, ésta creación, conllevó al desarrollo del molino hidráulico y el molino de viento, que eran usados para bombear agua, moler cereales y minerales, los cuales fueron habituales en la Edad Media en Europa. Igualmente, se inventó la “vela”, que permitió el aprovechamiento de la energía propiciada por el viento en el transporte marítimo [19].

La concepción del arado de hierro y la herradura, incrementó la productividad del agro, y al mismo tiempo gracias a herramientas como el hacha y la reja de hierro fue posible el talado de bosques, es así como inicio el uso intensivo de la madera. Con la aparición de herramientas como tenazas, sierras, martillos, palancas, tornillos, poleas, entre otras, las cuales ayudaron a redoblar la fuerza humana; la madera fue convertidad en el distintivo de esta época, razón por la cual las primeras máquinas, barcos, carretas, carros, herramientas y casas fueron construidas en madera.

Mientras que en la sociedad agrícola primitiva, en consecuencia a la aparición de las primeras urbes, el consumo energético era  de 500 vatios por persona aproximadamente; en la sociedad agrícola avanzada, este gasto era más significativo, estaba alrededor de los 1.700 vatios por persona [20]; esto sucedió en gran medida al uso de energía en transporte y a la intensificación en los procesos agrícolas e industriales (Ver Figura 1).

A finales del siglo XVII, se efectuaron diversos descubrimientos científicos en áreas como la Física y la Química. Este período vislumbró los primeros intentos por construir máquinas a vapor, como por ejemplo, el trabajo realizado por Thomas Savery, quien construyó una máquina que bombeaba agua desde las profundidades de las minas; ésta presentaba grandes inconvenientes debido a su poca eficacia. La máquina de Savery fue mejorada por Thomas Newcomen, gracias al uso de un pistón y un cilindro, lo que conllevaba a una menor presión en la máquina. Años más tarde, el Escocés James Watt construyo su propia máquina a vapor, mejorando notablemente el rendimiento de los mecanismos anteriores [21]. Justamente fue la máquina de Watt, que impulsó la Primera Revolución Industrial (Sociedad Industrial), que tuvo sus inicios en Inglaterra. Período distinguido por la mecanización de los procesos económicos, de las actividades agrícolas, el transporte, la producción industrial de bienes, y la utilización a gran escala del carbón y el petróleo. Fue así como los países industrializados alcanzaron un consumo energético equivalente a los 3500 vatios por persona; 35 veces el consumo de la sociedad primitiva [20] (Ver Figura 1).

En la primera mitad del siglo XX, se presentaron la Primera y Segunda Guerras Mundiales, éstas contribuyeron a posicionar el consumo del petróleo en muchas de las actividades de la sociedad. Entre tanto, el consumo de energía eléctrica siguió creciendo en gran medida, y por consiguiente la intensificación en el desarrollo de centrales hidroeléctricas y térmicas en todo el mundo. Gracias a los avances alcanzados en la Física, fue posible motivar un importante progreso en la generación de la Energía Nuclear.

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