Como Hablar En Publico
Enviado por omegama • 17 de Febrero de 2015 • 8.377 Palabras (34 Páginas) • 173 Visitas
Cómo hablar en público
Di Bartolo, Ignacio. Cómo hablar en público. Manual de oratoria contemporánea. Corregidor. Buenos Aires. 1998 Capítulo 1. Miedo Oratorio Nuestro sistema nervioso está preparado pare enfrentar situaciones difíciles, de una manera siempre igual, estereotipada y comparable, tanto sea en una circunstancia de peligro físico, como de stress emocional importante. El factor de mayor valor, responsable de todas las reacciones, es una rápida descarga de adrenalina que liberan las glándulas suprarrenales, y que como primera manifestación física, acelera el pulso, eleva la presión arterial y libera glucosa proporcionando una fuente de energía adicional de la que en el acto pueda disponerse. Esta reacción es normal y necesaria. Si no la tuviéramos frente a una emergencia tendríamos una marcada inferioridad de condiciones físicas... El cuerpo no entiende la diferencia entre exigencias intelectuales, emocionales y físicas. Cada vez que el cerebro transmite una exigencia, se produce una descarga de adrenalina que prepara a todo el organismo pare la emergencia. Alerta es la palabra. Cada sistema, cada órgano, cada célula, está dispuesta a rendir el máximo de su potencial. Los psicoanalistas distinguen clararmente el miedo de la angustia. El primero consiste en una reacción normal frente a un peligro que realmente existe, mientras que la angustia se refiere al miedo sin objeto real. Es absolutamente necesario conocer nuestras sensaciones para poder comprenderlas y dominarlas. No nos equivoquemos, eso que sentimos al enfrentar un auditorio es miedo. No es angustia. Es sólo el miedo natural normal que debemos sentir frente a una situación de stress emocional. Es el miedo saludable de asumir un compromiso en el que se juegan muchas cosas: nuestro prestigio y la responsabilidad de quien nos ha invitado. Es miedo respetuoso del auditorio que nos escucha. Es miedo digno de una empresa que se nos ha confiado, y que merece este alerta que nos impone nuestro cuerpo. “No se preocupe; tenga miedo”. Este título de un artículo de Gabriel García Márquez, nos viene justo para el concepto que queremos afirmar en estas páginas. El miedo profesional es el que padece toda persona en el momento que afronta la realidad de su profesión. Es normal que le tiemble la mano al cirujano cuando comienza una operación difícil; es normal que se crispen los puños de un piloto apretando el volante a la hora de la largada; es normal que le flaqueen las piernas al boxeador cuando suena la campana; es normal y saludable que nuestro pulso se acelere y nuestra boca se seque cuando afrontamos el compromiso de hablar en público responsablemente. Seguro que a medida que se concentren en lo suyo se afirman las manos del cirujano y del piloto, las piernas del boxeador y se serene el pulso del orador ni bien note que lo escuchan con atención, que lo que dice tiene sentido, que está volcando sin contratiempos lo que preparó con esmero y dedicación para ese día. Lo que ocurrió no fue otra cosa que la vibración natural del arco cuando se tensa con fuerza antes de partir la flecha. Después se ablanda, serenamente se cumple su destino. 1. ORADOR A. PERSONALIDAD ("Usted es usted") 1. El factor más importante de una conferencia es el orador 2. Nunca se excuse 3. Cuidado con la gracia 4. La mirada, complemento indispensable 5. Poner en juego el silencio A. PERSONALIDAD ("Usted es Usted") La psicología afirma la premisa de que la personalidad contribuye más que la inteligencia al éxito y a la felicidad en la vida. Para hablar bien en público afirma Ander Egg son necesarias dos condiciones básicas: a) tener una personalidad bien definida: la propia identidad personal es la exigencia fundamental para la comunicación de un mensaje; b) estar preparado en el tema que quiere trasmitirse. La tarea de hacernos creadores implica necesariamente afianzarnos en nuestro estilo personal, fortalecerlo y mejorarlo. Pero no cambiarlo. En oratoria, la imitación es suicidio. Creemos que la capacidad de hablar en público es una equilibrada combinación entre lo innato y lo adquirido. No se puede negar que ciertas cualidades o dones naturales facilitan la tarea de quien se propone aprender a hablar en público; pero no es menos cierto que esas cualidades pueden cultivarse con esfuerzo y dedicación. La historia y nuestra vida moderna constituyen elocuentes ejemplos de esta realidad que ya no se cuestiona. Cualquiera sea la condición natural que se tenga, es posible aprender a hablar en público. Basta proponérselo con seriedad, y dedicarle tiempo y preocupación. Tiene plena vigencia el pensamiento que el romano Quintiliano dejó definitivamente establecido en una frase inmortal: "El orador se hace, el poeta nace". Alguna vez leí esta frase de Paul Meyer y la copié, sin pensar que podría reproducirla hoy a propósito de nuestro tema: "Todo lo que vívidamente imaginemos, ardientemente deseemos, sinceramente creamos y entusiastamente emprendamos... inevitablemente sucederá". Y comencemos ya. Tomemos notas. Subrayemos. Destruyamos este manual sin vacilar, si nos sirve para nuestro propósito. Simplifiquemos. Premisas prácticas, sencillas, como ésta: El factor más importante de una conferencia es el orador. Antes de hablar debe hacerse una cuidadosa inspección, y resolver cuál es el mejor lugar desde donde hacerlo. La luz debe darnos sobre la cara. El público quiere ver bien al orador. y si es posible de cuerpo entero. Las minúsculas alteraciones de nuestro rostro, son una parte muy importante del proceso de la expresión. Sin lugar a dudas la parte visible de un mensaje es, por lo menos, tan importante como la audible. La comunicación no verbal es más que un simple sistema de señales emocionales, y no puede separarse de la comunicación verbal. Ambas están estrechamente vinculadas entre sí. La vista y el oído están integrados en el mensaje que quiere transmitirse. Y quien lo recibe, conciente o inconscientemente, integra las sensaciones y las interpreta mediante lo que se ha dado en llamar un "sexto sentido". El orador tiene que ser el centro de atención. Es muy frecuente ver que el temor al auditorio nos lleve en principio a pretender escondemos detrás de una mesa, un atril, una lámpara. ¿Se dan cuenta ahora de todo lo que está perdiéndose? No menos que la mitad de nula posibilidad de trasmitir nuestro mensaje. Albert Mehrabian, un estudioso de la comunicación no verbal, llega a la siguiente conclusión: "E1 impacto total de un mensaje es verbal en un 7%, 38% vocal (tono, matices, y otros sonidos) y 55% es no verbal. No sólo debemos estar a la luz, de pie y sin nada que nos oculte, sino que en lo posible la atención del público no debe compartirla nada ni nadie. Tratemos de estar
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