Congelamiento De Precios
Enviado por rorroytizi • 22 de Mayo de 2013 • 2.266 Palabras (10 Páginas) • 496 Visitas
El congelamiento de precios
Introducción:
El control de precios y su forma más extrema, el congelamiento de los mismos, tiene mala prensa en la Argentina. No sólo es atacado por la ortodoxia económica, lo cual es previsible, sino que tampoco encuentra grandes simpatías en el movimiento sindical ni en sectores de la heterodoxia del pensamiento económico local. En la memoria colectiva se asocia el final del control de precios de 1974 con la estampida inflacionaria del Rodrigazo y la caída de los controles bajo el Plan Primavera en 1988, que fue seguida por la primera gran hiperinflación del 89. Precios sin control luego de estar congelados o duramente controlados: desabastecimiento.
Mi objetivo es aproximarme a los controles desde las teorías de los precios que se sustentan, contribuir a su crítica e intentar analizar los alcances del congelamiento vigente, asociándolo en un punto con otra experiencia, más lejana en el tiempo, El Plan de Emergencia de 1952, bajo la primera década peronista.
El pensamiento neoclásico, que abreva en la escuela denominada marginalista, afirma que un mercado libre de restricciones, es decir sin ninguna influencia externa (por parte del Estado centralmente) determina precios para cada bien, que denomina precios de equilibrio. A dichos precios las empresas deciden qué cantidad producir, aceptándolos como un dato sobre el que no pueden influir. En dichos mercados, denominados de competencia perfecta, existen muchos oferentes y demandantes, de modo que en teoría ninguno puede tener una influencia determinante sobre los precios.
Al precio de mercado no todas las empresas obtendrán el mismo beneficio, dado que poseen diferentes instalaciones fijas, número de trabajadores, etc., lo que implica diferentes costos. Entonces, cada empresa individual producirá la cantidad de bienes (se denomina a esto su curva de oferta) que determine su costo de producción (denominado costo marginal). “La competencia perfecta es una representación idealizada de los mercados de bienes y de servicios en que la interacción recíproca de la oferta y la demanda determina el precio”.
En el supuesto de mercados competitivos como decían Murga y Zelada las ventas de las empresas están limitadas por el tamaño del mercado, es decir la capacidad de la demanda en absorber la oferta productiva y los precios de sus competidores. El congelamiento actúa fijando el precio para el productor de alimentos, por lo tanto el margen unitario sobre sus ventas Lo opuesto a esto, siguiendo el mismo esquema teórico, son los mercados de competencia imperfecta en el que los productores pueden influir sobre el precio, centralmente por su tamaño, como en el caso del monopolio o los oligopolios. En general los casos típicos de este tipo de mercados son los servicios públicos, mercados específicos, en los que, dada su estructura, un número grande de oferentes no redundaría en mejores precios. (Por ejemplo, sería casi ridículo imaginar varias empresas tendiendo simultáneamente y en el mismo espacio físico caños para el transporte de agua corriente) En resumen, para el paradigma neoclásico cuando mayor sea el número de participantes del mercado, más competitivo resultará el mismo.
Claramente, si para los neoliberales el precio es un dato que surge de la libre interacción de la oferta y demanda, la fijación del mismo por parte del Estado altera la ecuación de costos y beneficios de las empresas de un modo insalvable. Había dicho anteriormente que la competencia perfecta era una representación idealizada del mundo para el pensamiento marginalista, bajo el supuesto que una infinitud de compradores y vendedores, sin ningún tipo de interferencias, en forma simultánea determinaran los precios y las cantidades de todas las mercancías, según un modelo teórico de subasta que imaginó uno de sus pensadores claves, León Walras. Esta construcción no describe realidad alguna de la Historia. Su fuerza, más allá de su belleza expositiva formal, reside en haber sido adoptada por el poder económico capitalista en la forma de una teología, como afirmaba Galbraith, un credo potente e ideal desde el cual estigmatizar las amenazas a su hegemonía provenientes de la voluntad reguladora del Estado.
El enfoque post keynesiano o kaleckiano (de Michel Kalecki) de formación de precios, muy presente en el denominado estructuralismo latinoamericano, supone, según Gustavo Murga y María Eugenia Zelada que “la vasta mayoría de los bienes y servicios son objeto de comercio en mercados donde las firmas establecen sus precios. Una vez establecidos los mismos, las ventas de las empresas están limitadas por el tamaño del mercado y la competencia de los rivales. Los empresarios típicamente fijan precios, calculando los costes medios variables de la producción y adicionando un plus a los mismos (margen unitario) para su beneficio”.
Es lo que se conoce como la teoría del mark-up (margen) sobre costos variables, es decir salarios e insumos. Los costos fijos (las instalaciones, básicamente) no forman parte de esta ecuación. En las antípodas del análisis neoclásico, en que el precio es un parámetro, un dato que las empresas toman del mercado, aquí el precio es establecido por las empresas que a posteriori compiten. En el análisis marxista y en David Ricardo el precio es regulado por la cantidad de trabajo contenida en el bien. En el caso de Marx el precio de producción, al que se le incorpora la utilidad del capital, es que luego al ofrecerse en el mercado va a ser convalidado o no por éste. Aquí también las mercancías concurren al mercado con un precio que posteriormente entra en el juego de la competencia.
No podrá modificarse ante la suba, no ya de sus insumos, sino de los salarios, que no han sido congelados. En la cadena de distribución (supermercados, comercios, etc.), en la que los insumos son los bienes de consumo masivo producidos por la industria, otro tanto. Como los salarios no se congelan, por lo tanto, la reducción de la tasa de ganancia sería compensada por el incremento en los ingresos, es decir vender más productos al mismo precio ante una demanda de bienes de consumo masivo (los bienes congelados) con mayor disponibilidad de recursos en manos de los asalariados.
Este análisis implica supuestos opuestos a la creencia altamente generalizada entre muchos economistas heterodoxos u ortodoxos y en parte de la opinión pública, incluso la progresista, de que siguiendo a Murga y Zelada “el incremento de precios en nuestro país es consecuencia de los aumentos autónomos de los márgenes unitarios (mark-ups) a nivel agregado, en respuesta a los incrementos de la demanda”. O lo que es lo mismo, la estructura oligopólica de los mercados es una de las causas centrales de la inflación, provocada por el permanente ajuste de los márgenes
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