Educación y desigualdad.

La tecnología, la puerta a una mejor sociedad

Juan S. Santoval V. (201519025)

Ingeniería Civil

Universidad de los Andes, Colombia, 2015

Que la riqueza mundial está desigualmente repartida es algo que a estas alturas duda muy poca gente. La desigualdad sigue creciendo a nivel mundial y de forma particular, la sociedad actual es testigo de un gran problema social que en los últimos años se ha hecho más notorio en el mundo, la inequidad (Singer, 1993). Según un estudio que publicó el banco suizo Credit Suisse, 2015 pasara a la historia por un dato incomodo, el 1% de la población mundial ya posee tanto dinero como el resto de la humanidad, este logro ha sido alcanzado este año, aunque forma parte de una tendencia creciente que se remonta a 2008. Las cifras lo demuestran:

34 millones de personas, el 0,7% de la población mundial, acaparan el 45,2% de la riqueza mundial. El resto se reparte de forma desigual. De hecho, 3.386 millones de personas, el 71% de la población mundial, se reparten un 3% de la riqueza global. (Credit Suisse, 2014)

Según este informe, la riqueza de la clase media ha crecido a un ritmo más lento que la de la clase alta, donde las clases medias han sido exprimidas a costas de los más ricos. Así mismo, las personas de bajos recursos son las que se ven más afectadas con esta alarmante situación de desigualdad mundial, ya que esta población es más vulnerable y desprotegida, porque no posee la cantidad de recursos necesarios para suplir por completo sus necesidades básicas.

Ahora bien, la pregunta es ¿cómo brindarles una mejor calidad de vida a estas personas vulnerables para mejorar la situación de inequidad? La solución a este problema está en la educación como reducción de la desigualdad social y de la pobreza. Dado que, si se permite que personas de bajos recursos tengan acceso a educación académica de calidad, estas van a tener un mayor nivel de preparación intelectual en algunas áreas específicas. Esto les permitirá tener una mejor calidad de vida, económicamente hablando, debido a que podrán aspirar a mejores empleos y salarios en las áreas de estudio que se especializaron. Además, serán personas que le puedan brindar o aportar mejorías a la sociedad, sin mencionar  el hecho de que su conducta como ciudadanos será mejor.

De acuerdo con los resultados de las pruebas PISA^[1], los países ricos o desarrollados tienen los mejores puntajes en esta prueba académica. Donde se observa que países como Corea, Finlandia, China, Nueva Zelanda, Japón, Estados Unidos y Canadá encabezan el listado con los mejores puntajes (OCDE, 2010). “Los mejores resultados educativos son un fuerte pronosticador para el crecimiento económico futuro,” dijo el Secretario General de la OCDE Ángel Gurría.

Con forme con los resultados de la prueba, también se concluyó que los países con mejores puntajes también eran los países con mejor infraestructura en las instituciones de educación pública y sus recursos académicos y tecnológicos en el nivel de adquisición de conocimientos de sus alumnos. Dejando en evidencia que la calidad de la educación está muy relacionada con el acceso a distintos recursos (ordenadores, biblioteca, laboratorio, etc.) que faciliten el aprendizaje de los alumnos. ^[2]

Es decir, los países que garantizan el acceso de recursos tecnológicos a sus poblaciones, son los mismos países que presentan los mejores estándares de calidad en educación, ya que la tecnología es una herramienta que facilita el acceso a la información (académica, científica, actualidad. Etc.) desde cualquier lugar con conexión a la red. Por esta razón,  son los mismos países con las economías más fuertes y con los menores niveles de pobreza.

Es por esto, que en muchas ocasiones los ciudadanos de algunas regiones se dan cuenta del poder de la educación para mejorar una sociedad, y le exigen a sus gobernantes la implementación de mejores políticas educativas. Como fue el caso de la revolución Pingüina en Chile, donde los estudiantes se unieron y mediante el uso de las TIC^[3] hicieron visible ante el mundo su petición, por reclamarle al gobierno chileno una mejor calidad de educación. (Valderrama, 2013)

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