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El Contrato Social


Enviado por   •  6 de Febrero de 2013  •  14.737 Palabras (59 Páginas)  •  325 Visitas

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K. Marx & F. Engels

Manifiesto del Partido

Comunista

(1848)

Digitalizado para el Marx-Engels Internet Archive por José F. Polanco en 1998.

Retranscrito para el Marxists Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999.

PRÓLOGOS DE MARX Y ENGELS A VARIAS

EDICIONES DEL MANIFIESTO

1

PRÓLOGO DE MARX Y ENGELS A LA

EDICIÓN ALEMANA DE 1872

La Liga Comunista, una organización obrera internacional, que en las

circunstancias de la época -huelga decirlo- sólo podía ser secreta,

encargó a los abajo firmantes, en el congreso celebrado en Londres en

noviembre de 1847, la redacción de un detallado programa teórico y

práctico, destinado a la publicidad, que sirviese de programa del partido.

Así nació el Manifiesto, que se reproduce a continuación y cuyo original

se remitió a Londres para ser impreso pocas semanas antes de estallar la

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revolución de febrero. Publicado primeramente en alemán, ha sido

reeditado doce veces por los menos en ese idioma en Alemania,

Inglaterra y Norteamérica. La edición inglesa no vio la luz hasta 1850, y

se publicó en el Red Republican de Londres, traducido por miss Elena

Macfarlane, y en 1871 se editaron en Norteamérica no menos de tres

traducciones distintas. La versión francesa apareció por vez primera en

París poco antes de la insurrección de junio de 1848; últimamente ha

vuelto a publicarse en Le Socialiste de Nueva York, y se prepara una

nueva traducción. La versión polaca apareció en Londres poco después

de la primera edición alemana. La traducción rusa vio la luz en Ginebra

en el año sesenta y tantos. Al danés se tradujo a poco de publicarse.

Por mucho que durante los últimos veinticinco años hayan cambiado

las circunstancias, los principios generales desarrollados en este

Manifiesto siguen siendo substancialmente exactos. Sólo tendría que

retocarse algún que otro detalle. Ya el propio Manifiesto advierte que la

aplicación práctica de estos principios dependerá en todas partes y en

todo tiempo de las circunstancias históricas existentes, razón por la que

no se hace especial hincapié en las medidas revolucionarias propuestas

al final del capítulo II. Si tuviésemos que formularlo hoy, este pasaje

presentaría un tenor distinto en muchos respectos. Este programa ha

quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso desarrollo

experimentado por la gran industria en los últimos veinticinco años, con

los consiguientes progresos ocurridos en cuanto a la organización

política de la clase obrera, y por el efecto de las experiencias prácticas de

la revolución de febrero en primer término, y sobre todo de la Comuna

de París, donde el proletariado, por vez primera, tuvo el Poder político

en sus manos por espacio de dos meses. La comuna ha demostrado,

principalmente, que “la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión

de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus

propios fines”. (V. La guerra civil en Francia, alocución del Consejo

general de la Asociación Obrera Internacional, edición alemana, pág. 51,

donde se desarrolla ampliamente esta idea) . Huelga, asimismo, decir

que la crítica de la literatura socialista presenta hoy lagunas, ya que sólo

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llega hasta 1847, y, finalmente, que las indicaciones que se hacen acerca

de la actitud de los comunistas para con los diversos partidos de la

oposición (capítulo IV), aunque sigan siendo exactas en sus líneas

generales, están también anticuadas en lo que toca al detalle, por la

sencilla razón de que la situación política ha cambiado radicalmente y el

progreso histórico ha venido a eliminar del mundo a la mayoría de los

partidos enumerados.

Sin embargo, el Manifiesto es un documento histórico, que nosotros

no nos creemos ya autorizados a modificar. Tal vez una edición

posterior aparezca precedida de una introducción que abarque el período

que va desde 1847 hasta los tiempos actuales; la presente reimpresión

nos ha sorprendido sin dejarnos tiempo para eso.

Londres, 24 de junio de 1872.

K. MARX. F. ENGELS.

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2

PRÓLOGO DE ENGELS A LA EDICIÓN

ALEMANA DE 1883

Desgraciadamente, al pie de este prólogo a la nueva edición del

Manifiesto ya sólo aparecerá mi firma. Marx, ese hombre a quien la

clase obrera toda de Europa y América debe más que a hombre alguno,

descansa en el cementerio de Highgate, y sobre su tumba crece ya la

primera hierba. Muerto él, sería doblemente absurdo pensar en revisar ni

en ampliar el Manifiesto. En cambio, me creo obligado, ahora más que

nunca, a consignar aquí, una vez más, para que quede bien patente, la

siguiente afirmación:

La idea central que inspira todo el Manifiesto, a saber: que el régimen

económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva

necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual

se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto,

toda la historia de la sociedad -una vez disuelto el primitivo régimen de

comunidad del suelo- es una historia de luchas de clases, de luchas entre

clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con

las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en

que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya

emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin

emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la

explotación y las luchas de clases; esta idea cardinal fue fruto personal y

exclusivo de Marx .

Y aunque ya no es la primera vez que lo hago constar, me ha parecido

oportuno dejarlo estampado aquí, a la cabeza del Manifiesto.

Londres, 28 junio 1883.

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PRÓLOGO DE ENGELS A LA

EDICIÓN ALEMANA DE 1890

Ve la luz una nueva edición alemana del Manifiesto cuando han

ocurrido desde la última diversos sucesos relacionados con este

documento que merecen ser mencionados aquí.

En 1882 se publicó en Ginebra una segunda traducción rusa, de Vera

Sasulich, precedida de un prologo de Marx y mío. Desgraciadamente, se

me ha extraviado el original alemán

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