Enfoque por competencias

El fin último de la educación en todos los individuos es el de ser liberadora, pero para ello es necesario que estos reciban una enseñanza que los forme en el desarrollo de competencias que posibiliten su inserción al mundo social y económico que la rodea de manera proactiva, critica y analítica, para alcanzar esos propósitos la educación a nivel mundial, nacional, estatal y regional adecuan el currículo a las necesidades que requieren para su población.

Revisando la carta de los fines de la educación del siglo XXI de la Educación Básica y Media Superior en nuestro país nos dice que el propósito de esta es  “contribuir a formar ciudadanos libres, participativos, responsables e informados, capaces de ejercer y defender sus derechos, que participen activamente en la vida social, económica y política de México” (SEP, 2017: 1-2) Es necesario realizar una pequeña pausa en esta enunciación para entender de qué manera el desarrollo de un ser competente tanto en su vida personal, social, económica y política  se educa bajo un enfoque por competencias y el reto que ello implica desde la práctica docente.

El termino competencia se utilizo desde el siglo VXI y fue acuñado en 1960 por el Gobierno de Estados Unidos mientras realizaba investigaciones para determinar las características de lo que implica ser un buen trabajador, en el cual según Frade citado por Trujillo (2014:308) se concluyó que “los empleados exitosos no sólo poseían conocimientos sino que manejaban habilidades y destrezas que se plasmaban en actitudes propias que se desprendían de sus creencias, valores, percepciones e intuiciones; y todo esto caracterizaba a una persona competente” Es claro que este concepto tiene su génesis en el campo laboral para eficientizar los procesos de producción y contar con personas que puedan afrontar  nuevos retos y adaptarse a tales condiciones movilizando sus saberes.

La transición entre lo laboral y lo educativo se efectúa a través de la Educación Media  Superior y en la que Zabala (2008) citado por Trujillo (2014: 311) declara que existen tres factores pero el tercer referente es el que cabe resaltar de entre estos pues en este asevera la función de la función social de la enseñanza, al formar las capacidades del ser humano para que este pueda dar respuesta a los problemas de su vida diaria, es decir, una educación pertinente y emancipadora para la época y tiempos específicos en los que se desarrollan los individuos.

El primer país de Latinoamérica en implementar el concepto de competencias en su currículo fue México surgiendo en 1993 con el Proyecto de Modernización de la Educación Técnica y la Capacitación (PMETyC),, las autoridades educativas en búsqueda de solucionar las diversas problemáticas de su población  y el mercado laboral incorporan a su programa de estudios el termino competencia, es termino es acuñado para que la formación de los profesionales empate con los requerimientos entre la formación educativa y la inserción de personal calificado al mundo profesional, este concepto fue estratificado hasta los programas de educación básica en los cuales lo definen como “la capacidad de responder a diferentes situaciones, e implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimiento), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes) (SEP, 2011: 29).Este enfoque de la educación basado por competencias genera un choque de posturas y debates entre los integrantes del magisterio acostumbrados a modelos tradicionalistas con metodologías conductistas y que en la actualidad queda reminiscencia de ello en las prácticas docentes.

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