Feminismo: Revolución, Igualdad y Libertad
Enviado por Roberto Infante • 6 de Mayo de 2020 • Ensayo • 1.235 Palabras (5 Páginas) • 154 Visitas
Feminismo: Revolución, Igualdad y Libertad
Roberto Beltrán
Desde hace mucho tiempo, aproximadamente desde la segunda mitad del siglo XIX, se han manifestado movimientos que proclaman por una liberación y empoderamiento de la mujer, en todos los ámbitos de la vida como por ejemplo familiar, laboral, educacional, en derechos, seguridad, etc. Estos movimientos tienden a converger en una etapa de clímax en cierto momento de la historia, caracterizada por manifestaciones que involucran grandes marchas y protestas a nivel masivo, de acuerdo a los últimos sucesos, en los últimos años se han acrecentado este tipo luchas llamadas feministas a lo largo del mundo. Pero ya no es la misma lucha que el siglo pasado, las demandas se diferencian bastante de lo que en un principio motivó a las mujeres (junto con algunos hombres de distintos sectores de la sociedad) a organizarse con el objetivo de mejores condiciones de vida. Si bien los tiempos han cambiado y es imposible luchar por las mismas causas, el movimiento feminista ha tenido desde siempre un pilar central que se mantiene con más fuerza que nunca en estos días, y que se encuentra como definición misma de la palabra feminismo, la igualdad. Mediante el siguiente ensayo se pretende plantear la lucha feminista a través de la visión de connotados intelectuales, contrapuestos en sus visiones ideológicas, Karl Marx y Friedrich von Hayek, abarcando los conceptos de revolución, libertad e igualdad.
En primer lugar, al analizar el concepto más importante y que se describió como el pilar fundamental del movimiento feminista, tenemos a la igualdad, una palabra que por si sola evoca un sentimiento de justicia y una épica por la cual luchar. Desde su génesis el feminismo ha buscado reivindicar una serie de derechos tanto civiles, políticos y sociales, rechazando por completo la discriminación sexual que tan evidente era durante aquella época. El primero de nuestros intelectuales, von Hayek manifiesta en sus obras una profunda defensa por la igualdad, no cualquier igualdad, si no la que se manifiesta hacia la ley, ya que ésta es imprescindible para desarrollar la libertad de cada individuo.
“El gran objetivo de la lucha por la libertad ha sido conseguir la implantación de la igualdad de todos los seres humanos ante la ley. Esta igualdad ante las normas legales que la coacción estatal hace respetar puede completarse con una similar igualdad de las reglas que los hombres acatan voluntariamente en sus relaciones con sus semejantes. La extensión del principio de igualdad a las reglas de conducta social y moral es la principal expresión de lo que comúnmente denominamos espíritu democrático, y, probablemente, este espíritu es lo que hace más inofensivas las desigualdades que ineludiblemente provoca la libertad. […] La igualdad de los preceptos legales generales y de las normas de conducta social es la única clase de igualdad que conduce a la libertad y que cabe implantar sin destruir la propia libertad. […] Está en la esencia de la demanda de igualdad ante la ley que la gente debe ser tratada por igual a pesar del hecho de ser diferentes.” (Hayek, 1960)
Y es que a pesar de que existan diferencias sustantivas entre cada persona, existe una igualdad en dignidad, la que incide en que todos seamos tratados de igual forma ante la ley. Es la base fundamental para que las mujeres puedan gozar de una libertad y soberanía de sus propias vidas. Los fundamentos liberales apoyan esta lucha en reivindicación de derechos, que han sido otorgados a una parte de la sociedad (hombres), y sin embargo negados a otros (mujeres), con las mismas condiciones de personas dignas.
No obstante, el liberalismo también manifiesta el sumo cuidado que hay que tener con el deseo igualitario, al perseguir este fin puede llegarse a creer que la igualdad material es igual de necesaria, aunque la desigualdad generada por el buen uso de la libertad tenga principios de justicia. En este caso Hayek manifiesta que:
“[…] De la circunstancia de ser en realidad los hombres muy diferentes se deduce, ciertamente, que, si los tratamos igualmente, el resultado será la desigualdad en sus posiciones efectivas, y que la única manera de situarlos en una posición igual es tratarlos de distinta forma. Por lo tanto, la igualdad ante la ley y la igualdad material no solamente son diferentes, sino contrapuestas, pudiendo obtenerse una de las dos, pero no las dos al mismo tiempo. La igualdad ante la ley, que la libertad requiere, conduce a la desigualdad material. Con arreglo a tal criterio, si bien el Estado ha de tratar a todos igualmente, no debe emplearse la coacción en una sociedad libre con vistas a igualar más la condición de los gobernados.” (Hayek, 1960)
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