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Formativa 4


Enviado por   •  13 de Junio de 2013  •  2.856 Palabras (12 Páginas)  •  373 Visitas

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EL DESGARRON HISTORICO

Desde la Conquista, América ha tenido una historia periférica y

extravertida. El mundo se ha insertado en ella, como una

avalancha que rompe el dique de contención y permanece

extraña al área invadida. Sus acontecimientos eran

acontecimientos europeos, extraños, exóticos; le- tras de un

alfabeto que pertenecían a un

-

lenguaje distinto; signos y

símbolos impuestos desde fuera y, por lo tanto, incapaces

de expresar ningún estilo, ninguna intimidad entrañable y

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congénita.

Cuando Roma somete a Grecia, la cultura griega conquista,

a su vez, al invasor; pervive dentro de él y se continúa en

floraciones magníficas. Más aún, la cultura griega a través de

Roma se universaliza, toma un vuelo poderoso y gana el

imperio del mundo. Conquistadora de su vencedor hace

de él el mejor vehículo de su expansión universal. Hasta

Roma, la cultura griega no fue sino una cultura provincial, una

cultura mediterránea, hasta cierto punto localista y

circunscrita. Con Roma, el mundo se heleniza y la abeja

ática prende sus panales en Britania, en la Galia, en

Germania, en Hispania, centros de donde se irradia después

al porvenir. Ninguna conquista, como la romana, sirvió mejor

los designios más profundos, el destino esencial de una raza

«vencida». Roma jugó un papel decisivo para Grecia y, tal vez,

sin ella, su cultura habríase extinguido sin repercusión mundial, a

orillas del mar Egeo. El mundo habría tomado, entonces, otros

caminos. En realidad, la conquista romana no fue para Grecia, en

último extremo, una tragedia, sino un florecimiento, una

expansión vital, una continuidad histórica.

Para América, la conquista europea fue una catástrofe, una tragedia

de proporciones cósmicas, ya que ella significó no sólo el

hundimiento y el eclipse de una raza que había llegado a un

estadio resplandeciente de civilización, sino también la inserción

de un alma extraña que vino, a su vez, a trizarse o, cuando menos,

a deformarse dentro de las poderosas fuerzas geo-biológicas que

actuaban en la tierra continental

-

como un disolvente, como una

energía letal y corrosiva. De este choque salieron moribundas y 67

cadaverizadas, como sombras espectrales, el antigua alma

indígena y el alma invasora de Europa.

En la historia del mundo, América es un gran desgarrón. El desgarrón de una raza vigorosa por obra de la conquista y la

violencia de la barbarie occidental. Esta raza cumple un ciclo de

vida y de cultura superior, sin el concurso ni la aportación de las

otras razas. Caso único en que se abre el seno de un Continente

como un hipogeo cósmico, para que vinieran a cadaverizarse y

podrirse todos los pueblos de la tierra, dejando un humus

humano, rico en elementos fecundantes y en posibilidades

inauditas.

Por eso, América ha vivido sin su propia experiencia. Toda su vida

histórica, es decir, toda aquella parte de su vida que se inserta en

el acontecer del mundo, ha sido un abismarse de Europa en ella,

una fusión de todas las razas en sus tórridas entrañas. Caso en que

una prehistoria es superior, es más que la historia, porque lo que

conocemos del Imperio Incaico era ya, desde hacía mucho

tiempo una decadencia, y porque Europa, que en el sentido vital

de la palabra no ha creado todavía nada en América, no ha hecho

sino repetirse mal y repetirse destruyendo lo que había de vivo,

orgánico y fuerte en esta parte del mundo. Y éste es el desgarrón

de América. Un desgarrón que se cumple hasta en el hecho

simbólico de que un navegante sale en busca de una cosa y, de

súbito, se encuentra con otra. América es, pues, la aventura, el

gran tropezón histórico de Colón y, por eso, en cierto sentido, la

hija de lo fortuito y de lo inesperado. América constituye el

recomienzo de una vida nueva para la cual no sirven, en su

significado concreto y particular, ni la experiencia, ni las leyes, ni

las normas que ensayaron el hombre europeo y el hombre oriental

a través de los siglos. América es una nueva posibilidad humana.

Mientras el resto del mundo se encuentra, ya en formas cristalizadas y fijas, ya en plena fusión disgregativa, América es

todavía un plasma móvil, un fenómeno en plena refundición

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vital. Mientras todas las demás culturas se hallan en su madurez o

en su declinación porque han encontrado el sentido de su

solución humana, América es todavía una infancia, una

incógnita problemática. Y si hasta hoy ha sido un sepulcro, es

indudable que ya comienza a ser una cuna.

III

SÍNTESIS DE RAZAS Y CULTURAS

Desde hace cuatro siglos todas las razas están derritiéndose en la

hoguera de América. Para ayer, necesaria fusión disgregativa;

proceso de integramiento y de reconstitución, para mañana. El ojo

miope y retrasado no ve sino el caos, la heterogeneidad

momentánea y epidérmica, de la cual casi no puede hablarse sino

en pretérito, puesto que ha comenzado el proceso de integración.

El indio, el blanco, el asiático, el negro, todos han traído su

aporte y se han podrido o están acabando de podrirse en esta

inmensa axila cósmica, para libertar sus respectivas

superioridades integrantes que harán el hombre americano,

cumplido ya para el porvenir de la humanidad.

Ha sido precisa esta encrucijada de América para que todas las

razas no encuentren el ultra, el más allá del hombre sino

desintegrándose. Parada o involución de un proceso que habría

de seguir después su continuidad, América está cumpliendo o ha

cumplido ya su función de osario o pudridero para ser la macro

cósmica entraña del porvenir.

Hasta este momento las razas se han desarrollado unilateralmente,

aisladas, circunscriptas, ignorándose y despreciándose

mutuamente. La palabra ostys, con que el ciudadano romano

designaba al extranjero, continúa definiendo todavía la actitud

que, en el fondo, un pueblo adopta con respecto a otro, por más

que se disimule este sentimiento bajo las ceñidas fórmulas de la

cortesía

...

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