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LIBERTAD SNDICAL


Enviado por   •  5 de Mayo de 2013  •  1.818 Palabras (8 Páginas)  •  299 Visitas

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INTRODUCCION

Proclamar la revisión de los valores, conduce a la negación de la cultura y las normas de la moral y de la justicia, frutos de la actividad del género humano, sin conocer la realidad del saber es negar la objetividad del conocimiento, es sostener que el mismo no refleja el mundo objetivo.

Lo anterior conduce a la negación de la posibilidad de crear una ética científica a partir de la interpretación de la moral, basándose en la afirmación de que los conceptos y nociones morales, no solo tienen un carácter convencional, es decir que la moralidad no depende de las condiciones sociales únicamente, es así profundamente injusto discriminar la tutela de igualdad en cuanto a la libertad sindical y desarticular el derecho regular en este caso del trabajo, mediante la abstracción en la naturaleza del patrono para concurrir en trabajadores protegidos laboralmente y en oposición otros súbditos sometidos al derecho administrativo o de los privilegios del Estado, por lo tanto los valores y la ética tienen la justificación de la moralidad, por eso hasta ahora los hombre se han formado siempre ideas falsas acerca de si mismos, acerca de lo que son o debieran ser.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El propósito de este estudio fue el que invocando la teoría estatutaria, el vínculo legal y reglamentario, la unilateralidad como expresión de autoritarismo totalitarismo del Estado, sobre la libertad sindical bajo el sometimiento del empleado al derecho público, al acto condición de imposición de las condiciones del empleo, su posición de servicio, la función deber social, la jerarquía, el interés público de la administración, su condición de servidores y no de asalariados, el no ser la administración un patrono, por todo ello se negaba el derecho de asociación sindical a todo sector de los trabajadores y de ninguna manera podemos apartarnos del hecho político.

Así, el hecho social de la organización sindical no puede apartarse del hecho político que si bien últimamente se ha optado por alejarlo totalmente del derecho sindical, él no ha sido ajeno a la materialización del mismo y por el contrario en momentos especiales fue base y fundamento para que el Estado mirara con atención las inquietudes de la clase trabajadora y pudiera consagrar en una norma de derecho las aspiraciones de ésta. Tal ocurrió por ejemplo como consecuencia del conflicto de las bananeras y especialmente a partir del año 30.

Desde la administración de José Hilario López (1849-1853), se habló de las sociedades democráticas, las que se deben desechar como antecedente sindical, pero se debe ligar al desarrollo de esta materia en virtud de ser un acontecimiento político, ya que de una u otra manera fue un medio habilitado para el desarrollo futuro de los trabajadores organizados en asociaciones sindicales, las que con otras similares a estas apenas fueron unos antecedentes ideológico-político de lo que más tarde y trascendiendo en la clase obrera pudo capitalizarse a favor de su propia clase como medios reivindicatorios de conquistas laborales, por lo cual las sociedades democráticas fueron de pasajera existencia ya que nacen y mueren en la segunda mitad del Siglo XIX, por no tener una estructura laboral que les permitiera solidez en el tiempo, sino que fueron organizaciones canalizadas hacia la conquista de la soberanía nacional, utilizando como bandera la plataforma económica de la época que perseguía una mayor participación en el campo mediante la defensa y desarrollo de las fuerzas de producción.

No había pues, un entendimiento claro de lo que eran las políticas típicamente laborales como destino inmediato de las organizaciones sindicales, y la utilización de la masa trabajadora como medio adquisitivo del poder político y económico.

La sociedad de artesanos de Bogotá que concluyó por ser la sociedad democrática, se vio comprometida en la política partidista por el apoyo al candidato y después presidente José Hilario López.

En El siglo XX, donde surgen en diferentes partes organizaciones de tipo semi-sindical que por cierto son nuevos peldaños hacia un sindicalismo organizado, como fueron las sociedades de auxilios mutuos, hasta llegar a la organización de artesanos de Sonsón cuyo reconocimiento en 1909 abre paso a una vida sindical organizada. Sin embargo es apenas a partir de 1918 cuando el sindicalismo colombiano despierta hacia una realidad, donde el aprovechamiento de una fuerza grupal es capitalizado para encausar movimientos huelguísticos con fines de redención económica, especialmente en la parte salarial, dejándose sentir estos movimientos de protesta en Cartagena, Barranquilla y Santa Marta primero y otras ciudades después.

En 1976, Siguiendo a Miguel Urrutia Montoya en su historia del sindicalismo colombiano, a eso del 3 de enero se supo en Bogotá de una huelga trabajadora en Barranquilla donde levantaron los rieles del ferrocarril e impidieron que se llevara agua a Puerto Colombia. El aumento de sueldo obtenido con este movimiento, sirvió para otras protestas obreras aparecidas en otras ciudades de la región. El 8 de enero, carreteros y trabajadores de Puerto Cartagena también se declaran en huelga, la que por la desconfianza entre las partes degenera en motín con 2 civiles y 1 policía muertos.

Ya desde el año 20 los obreros van tomando conciencia de su propia clase, de unirse y de que la huelga es el instrumento propio para las conquistas laborales, razón esta como factor multiplicador en el devenir histórico de la década del 20 al 30, pero lo que a su vez impulsa al Gobierno a la aplicación del Artículo 121 de la Constitución Nacional, implicatorio del

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