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La Oratoria del Facilitador Una práctica, un arte, una necesidad


Enviado por   •  25 de Agosto de 2019  •  Ensayo  •  1.422 Palabras (6 Páginas)  •  169 Visitas

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La Oratoria del Facilitador

Una práctica, un arte, una necesidad

Yenitza Anseume

Dirección de Interacción Comunitaria

 Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez

        

        Todas las personas que dominan un área con habilidades y destrezas y sobresalen ante otros por la pericia y creatividad con que lo manejan, suelen ser llamados artistas. Así, nos encontramos en nuestro entorno con artistas en pintura y poesía o música pero también con artistas en mecánica, arquitectura, diseños curriculares, milicia, investigación,  informática, ingeniería,  comida y en general, en  cualquier área o ámbito que nuestros ojos, manos, olfato, sabor, oído y voz puedan tener alcance.

        Cuando (Nos referimos) a nuestra voz, (reseñamos) entre otras cosas al arte de hablar en público con fluidez, elegancia y distinción. Es un talento del que muchos hablantes han sido privilegiados por la naturaleza misma. Y es que no es extraño ver a  docentes, facilitadores, religiosos, políticos y locutores con un dominio perfecto de sus discursos, sermones, cátedras, narraciones o enseñanzas de la que se valen del uso de la palabra con  un arte y destrezas envidiables: Jesucristo, Churchill, Gandhi, Mandela, Francisco de Miranda, Bolívar, Martín Luther King, Fidel Castro, Hugo Chávez y tantos otros.

        Este arte de hablar en público se conoce como oratoria, que según Sosa (2009) es “el arte de la bella y correcta expresión oral”, pero la oratoria no es solo una cualidad natural en algunas personas, también es una habilidad que se aprende a través de la práctica constante. Es oportuno acotar la vieja expresión “La práctica hace al maestro”.  Artola y Salmerón (2009)  aseguran que “Si el arte de la palabra, como las demás artes, se beneficia de ciertos dones naturales, también puede enseñarse y aprenderse como todas las demás artes” (p.10). De manera que no encontraremos ningún buen orador que jamás se haya parado frente al público sin tener una buena razón y ninguno que teniendo una buena razón, no sepa qué va a decir y cómo lo va a decir, y mucho menos un orador que no haya hablado en público muchas veces.

        Así pues, la oratoria es un arte, pero también tiene su método.  Como toda práctica tiene su proceso en que la planificación y organización de la información debe contar con un inicio, un desarrollo y un cierre. Ernesto "Che" Guevara  decía "Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia” (1962).

        Para hacer más explícito lo anterior, es importante recordar las malas prácticas, que por lo general son malas por carecer de métodos adecuados. Cuántas veces nos hemos encontrado personas hablando en público que son un desastre en sus discursos, o profesores a los que no les entendemos muchas explicaciones porque tratando de aclarar “enturbian” y expositores tan egocéntricos que hablan durante horas de cosas tan poco interesantes que llegan a aburrir a su audiencia. Sin temor a equivocarme, estoy segura que todos estos casos se deben a la falta de organización y planificación de los  discursos.  En este sentido, es oportuno  mencionar a Roca (2010) quien destaca una propuesta de oratoria que se opone a esta mala práctica, al respecto señala:

“Hablar debe convertirse en una fuente continua de placer para el que habla pero también para el que escucha. No hay que olvidar que para ser un gran orador hay que saber lo que se quiere decir, ser capaz de decirlo y, sobre todo, saber cuándo hay que callar” (p.1)

        Así pues, hablar en público requiere su método. Muchas personas se atreven a hablar en público porque no tienen miedo escénico pero  manejan “…discursos vacíos de pensamientos o llenos de pensamientos triviales y de expresiones incorrectas (…)” (Sánchez p.19).

        Otro caso, es el de las personas con muchas cosas interesantes que decir, pero que el miedo y pánico escénico los descontrola y desequilibra hasta el punto de quedarse mudos en el escenario, (se les obnubila la mente) o que pudiendo llegar a decir algo, se tornan enredadas, confundidas e inseguras. De acuerdo con muchos profesionales de la oratoria, una de las maneras más eficaces de perder el miedo escénico en un discurso, aparte de la respiración y la relajación, es prepararse bien, manejar el tema y sus contrapropuestas, lo cual le otorga seguridad al hablante.

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