La Polla Con Cebolla
Enviado por Toni234 • 31 de Mayo de 2014 • 1.897 Palabras (8 Páginas) • 379 Visitas
Este texto forma parte del repositorio de concimientos de Grid_Spinoza. Un proyecto
experimental sobre investigación artística y científica impulsado por Hangar - Centro de
Experimentación y Producción Artística y el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona
(PRBB) y financiado por la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT)
La verdad está aquí dentro: relaciones y
tensiones entre arte y ciencia
Raquel Rennó
"No estamos hablando de las muchas opciones para la sustitución de un único mundo real,
sino de la multiplicidad de mundos reales".
Nelson Goodman: Manières de faire des mondes.
Si salimos a la calle a preguntar al ciudadano de a pie, ¿qué es arte?, muy
probablemente tendríamos la respuesta: “El arte es la expresión de la emoción”. Por
más evidencias que existan de la racionalidad en el arte, todavía es difícil escapar de
la dicotomía entre arte-corazón y ciencia-mente. En parte los medios de
comunicación contribuyen a mantener vivos estos estereotipos, donde los científicos
son descubridores de la verdad indudable y los artistas son grandes creadores de
ficciones. En síntesis, habría una oposición entre los que buscan acercarse a la
realidad (la objetividad científica) y los que se alejan de ella (la subjetividad artística).
Tampoco se puede ignorar que por detrás de esta visión hay intereses económicos que
desvalorizan el trabajo artístico por ser “superfluo”, y que dan valor solamente a lo
inmediato y práctico del producto final (no por casualidad estos valores son la base de
la producción y consumo de bienes físicos). Si nos centramos únicamente en lo que
producen los científicos y los artistas, seguramente tendremos la idea de que se tratan
de mundos extremadamente distintos e irreconciliables. Sin embargo, si empezamos a
recuperar los procesos de conocimiento y observación, es decir, si evidenciamos la
investigación que hay en las artes y en la ciencia podremos encontrar más puntos en
común de lo que se imagina.
La división entre sujeto y objeto, o entre objetividad y subjetividad, no es una
oposición directa, sino que se trata de distintas estrategias enunciativas. En una
estrategia de discurso (la artística) se da más voz al sujeto, y en la otra (la científica)
al objeto. Según Flusser (2010:s/n), la realidad no reside ni en el sujeto ni en el
objeto, sino en la relación entre ambos. El discurso científico sería una de las muchas
ficciones que componen el mundo tal y como lo conocemos. Esto no quiere decir que
la realidad no exista, o que el discurso científico sea una sofisticada artimaña para
encubrir la verdad esencial, sino que objeto y sujeto son parte de un proceso
sistemático de adquisición del conocimiento, ya sea artístico o científico. Como
apunta Davis (1969:24-26), “el ideal científico de una verdad absoluta separada del
juicio humano es una peligrosa falacia que impide seriamente el progreso científico”.
Tampoco se defiende aquí que el discurso científico deba mezclarse o volverse
igual al discurso artístico. Desde la teoría de la comunicación se sabe que el
intercambio de información entre dispositivos idénticos es inútil, por carecer de
complejidad. La interacción, al nivel de la información, es contraria a la simetría. La
especialización de los saberes (y sus respectivos lenguajes) crea una necesidad recíproca de comunicación. Como bien define Lotman (1981:28): “No se trata de
transformar la ciencia en cultura, o viceversa. Cuanto más arte sea el arte y más
ciencia sea la ciencia, más específicas serán sus funciones y tanto más el diálogo entre
ellas será posible y fecundo”.
Bajtín (1997:376) observa que no hay una orientación científica que se preserve en
su forma primitiva, inalterada. En las ciencias, no hubo una época en que existiera
una única orientación. Según el autor, “la fusión de todas las visiones en una única y
misma orientación seria fatal para la ciencia. No hay ningún mal en delimitaciones
muy marcadas, siempre y cuando sean conciliadoras, y se reconozcan las fronteras
(en las que suelen surgir nuevas orientaciones y disciplinas)”.
Si bien la idea de unidad ha prevalecido hasta principios del siglo XX, hoy, con los
avances en los campos de ciencias como la biología y la psicoanálisis (que influyó
cómo pensamos acerca de la cultura y de la comunicación), hay una creciente
conciencia de que vivimos en un mundo fragmentado y heterogéneo. Están surgiendo
múltiples epistemologías como resultado de cuestionar los conocimientos delimitados
y controlables, revelando la importancia de fenómenos que fueron ignorados hasta
entonces, por la imposibilidad de ser descritos por los aparatos conceptuales
previamente establecidos.
Estos descubrimientos no han llegado sin dificultades, sin cuestionar viejas ideas
acerca de la identidad, la mutabilidad y la estabilidad de la esencia fundamental del
hombre y el mundo que le rodea. Como resultado, presenciamos una serie de críticas
sobre lo que podríamos llamar discursos de la diversidad, basadas principalmente en
la idea de que no poseen una forma o expresión epistemológica adecuada. Más que un
llamamiento a los “buenos principios de conducta teórica”, podemos pensar que la
tranquilidad de un discurso unificador sigue siendo atractivo también en las ciencias.
Como propone Sousa Santos (2007:243), estamos presenciando la emergencia de
epistemologías alternativas, residuos que deben ser silenciados, estigmatizados,
trivializados y marginados. Por eso mismo la alternativa se encuentra en estos bonos,
estos huecos, estos fragmentos. Según el autor, la ciencia moderna sufre de un
"horror vacui", que se intenta neutralizar con ideas de permanencia, duración,
identificación y clasificación.
La idea de perfección, estabilidad y armonía es todavía perseguida en algunas
ramas de las ciencias de un modo bastante más intenso y dogmático de lo que se cree.
En la física, por ejemplo, el principio de simetría siempre ha sido un instrumento
fundamental. Sin embargo, el físico Marcelo Gleiser (2010:14) explica que durante
los últimos cincuenta
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