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Lider educativo y pensamiento axiológico


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2024  •  Ensayo  •  6.150 Palabras (25 Páginas)  •  36 Visitas

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FILEC I: filosofía y formación ética y ciudadana I

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CAPÍTULO VI: La democracia



ción estatal es ineficiente, produce pérdidas, y que la crisis
económica no permite ocuparse de las necesidades básicas
de la población, por lo que propone la privatización de los
servicios y la reducción de las funciones del Estado.

3. DEMOCRACIA DIRECTA E INDIRECTA 3.1. La democracia directa

Rousseau sostenía que la única forma posible de de— mocracia era donde el ciudadano gobernaba por sí mismo, en forma directa, sin intermediarios. Pero para ello debían reunirse varios requisitos: que el Estado fuera muy peque—
ño, que hubiera sencillez de costumbres y austeridad para
que la ambición no estropeara las decisiones de gobierno, y
que no hubiera diferencias de rangos ni de riqueza dema—
siado pronunciadas, como para que no se impusieran unos
sobre otros en las decisiones. Es decir, es muy difícil que exista
en el mundo una democracia de este tipo por las condicio—
nes requeridas.

Muchos autores suelen dar como ejemplo de democra- cia directa a la de las polis griegas, la de algunos pueblos germánicos primitivos y la que hoy en día se aplica en algu— nos cantones suizos, no para el gobierno general del país sino para tomar decisiones locales, en forma anual. Hay que tener en cuenta que no podemos idealizar el modelo griego, ya que las condiciones sociales distaban de lo que hoy consi— deramos justo, puesto que existía la esclavitud, y las mujeres y los descendientes de extranjeros no participaban en las Asambleas, que era donde los Ciudadanos ejercían sus dere— chos políticos. Sin embargo, entre esos ciudadanos existía
una libertad tal que les fue posible filosofar tan profunda—

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mente, fundando las bases del pensamiento filosófico occi- dental y la reflexión sobre la vida y formas de gobierno de las cuales partimos muchas veces para el análisis de nuestra situación.

Las instituciones de la democracia directa, según Norberto Bobbio, son dos: la asamblea de los ciudadanos deliberantes sin intermediarios y el referendum. El Estado moderno es tan complejo que no puede funcionar solamen- te con uno de ellos, ni tampoco con los dos juntos: se necesi- ta acudir a representantes que nos gobiernen. Para que pu- diera existir una democracia directa, por la cantidad de le- yes que hay que resolver hoy en día, debería convocarse a referendum diariamente. Esta institución de la democracia directa se aplica actualmente para casos extraordinarios, combinándola entonces con el tipo de gobierno representa- tivo en una forma de democracia semidirecta.

3.2. La democracia indirecta o representativa

En todo sistema político basado en la soberanía popular, cuando el pueblo no gobierna directamente, lo hace a través de representantes. Estamos hablando, entonces, de democracia indirecta o representativa. Ésta es la forma de gobierno que tomó nuestra Constitución en su artículo 1°: ”La Nación Ar- gentina adopta para su gobierno la forma representativa...”. Además, en el artículo 22 sostiene: "El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición”.

En la forma de gobierno representativa se adopta la teo—

ría jurídica del mandato, que es un contrato de derecho priva-
do. De acuerdo a la misma, el pueblo es el mandante y los fun-
cionarios elegidos por él son sus mandatarios o servidores,
ejecutores de la voluntad del mandante y obligados a cumplir-
la en ejecución del mandato que éste les ha conferido.

El vínculo que existió entre mandantes y mandatarios, y la forma en que se establece esta representación varió con el correr del tiempo: al principio los representantes debían obedecer el mandato imperativo o expreso del pueblo, de lo contrario eran removidos. La Revolución Francesa de 1789
postuló que los representantes no lo eran de algunos intere-
ses en particular sino de toda la nación, por lo cual debían
juzgar por su propio criterio que’ era lo que mas convenía a
los intereses de ésta, desligandose del mandato imperativo
y transformándose su representación en libre. Se tomó este
ejemplo en muchos otros países; en el nuestro se impuso a
partir de la Asamblea de 1813, y es el tipo de representación
que sigue vigente en la actualidad.

Actualmente las democracias representativas tienen re— presentantes cuyas características, según Bobbio, son las si- guientes: a) en cuanto goza de la confianza del cuerpo electo— ral, una vez elegido ya no es responsable frente a sus electo— res y en consecuencia no es revocable; b) no es responsable directamente frente a sus electores, precisamente porque está llamado a tutelar los intereses generales de la sociedad civil y no los intereses particulares de tal o cual profesión.

El socialismo critica la representación libre, por lo que en el artículo 15 de la Constitución Soviética dice: ”El dipu— tado tiene la obligación de informar a los electores sobre su actividad y sobre la actividad de los soviets. El diputado que

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no sea digno de la confianza de los electores puede ser re- movido de su cargo en cualquier momento por decisión de la mayoría de los electores de acuerdo con las modalidades previstas por la ley”. Este principio fue transmitido a la ma- yoría de las democracias populares, al contrario de lo que su- cede enla mayor parte de las democracias occidentales.

La institución del mandato imperativo y de la revocación del mandato está más cerca de la democracia directa (aunque no forma parte de ella porque en la democracia directa no existen intermediarios), por lo que la analizaremos dentro del punto ”Formas de democracia semidirecta”.





A mí, MPA'MJEL Momz'mnüo MM DELO ¿wz LEPEDÏ ¿AVos lea/AL "esperma " ‘ om cosa







Mi _ DESILUSIDN


4. DEMOCRACIA COMO FORMA DE ORGANIZACIÓN
POLÍTICA Y COMO ESTILO DE VIDA

4.1. Democracia formal y democracia sustancial

Los sistemas políticos actuales se pueden clasificar en aatocracias y democracias, más allá del tipo de Estado que
adopten (unitario o federal) o incluso de la forma de gobier—
no que tengan (monarquía constitucional, república presi—
dencialista o parlamentaria según tenga mayor poder el pre—
sidente o el Congreso).

Como hemos Visto que existe más de un concepto so— bre la democracia, podemos afirmar que ésta tiene distintas características según el régimen político de cada país. Si se pone el acento en una forma de organización política demo— crática, con las reglas que crearon los ideólogos liberales, se puede hablar de democracia formal. Si se dejan de lado al—
gunas de estas normas y se destaca, en cambio, la democra—
cia como forma de Vida con igualdad de posibilidades, bajo
un Estado benefactor, una democracia social o un sistema
socialista, se trata de una democracia sustancial.

La democracia formal (Bobbio, 1995) centra su interés en el cumplimiento de los procedimientos democráticos: por ejem— plo, elecciones libres, pluripartidismo, etcétera. Es decir, la que tiene que ver con la forma de elección de los gobernan— tes, que debe ser del pueblo. Pero, pese a ser elegido por la mayoría, puede ser que una vez elegido, el gobierno favo— rezca a una minoría, que en general es la que detenta el po- der económico. Sin embargo se siguen cumpliendo las re— glas de la democracia formal.

La democracia sustancial es la que se centra en los fines del gobierno, buscando que la igualdad no sea solamente

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jurídica sino también, por ejemplo, económica 0 social, más allá de los medios o procedimientos que se empleen para conseguirla. Por consiguiente, la democracia ”sustancial” es un gobierno para el pueblo, como pueden ser los estados so- cialistas.

El ideal es, entonces, un gobierno ”del pueblo” y ”para el pueblo”, que combine la democracia formal con la sustan- cial.

4.2. Las reglas de la democracia

Para que un régimen pueda llamarse democrático, debe cumplir con la mayor parte de las siguientes ”normas uni— versales de procedimientos”:

1. Que el Poder Legislativo esté compuesto por miembros elegidos —directa o indirectamente— por medio del voto popular.

2. Además del Poder Legislativo tiene que haber otros or- ganismos o instituciones —por ejemplo el Poder Ejecuti- VO- con dirigentes elegidos por el voto popular.

3. Todos los ciudadanos que hayan alcanzado la mayoría

de edad deben poder elegir, sin distinción de raza, de re-

ligión, de ingresos ni de sexo.

Todos los electores deben tener igual derecho a voto.

Debe existir libertad de opinión.

6. Debe haber posibilidad de elegir como mínimo entre dos listas; es decir, debe haber alternativas reales de elección.

" Aunque Bobbio afizma que ”no es posible establecez cuántas de estas reglas deben ser observadas para que un régimen pueda llamarse democrático; puede afirmarse solamen- te que un régimen que no observe ninguna no es por cierto un régimen democrático”.
 7. Se debe tener en cuenta el principio de mayoría numérica.
8. Ninguna decisión tomada por la mayoría debe limitar los
derechos de la minoría.

Además de estas reglas de juego de la democracia for- mal, para que esta sea a la vez sea sustancial, deben cumplir- se las siguientes condiciones:

Igualdad de oportunidades para todos los hombres y mu- jeres, sin distinciones.

Aplicación pareja de la ley.

Reconocimiento y respeto por los derechos humanos. Tolerancia.

Sumisión voluntaria a la ley.

Control del pueblo hacia el gobierno.

5. LA DEMOCRACIA COMO SISTEMA PERFECTIBLE 5.1. Las democracias actuales y sus defectos

En nuestro país hemos sufrido varias dictaduras, cada vez más terribles. Una de las causas fue que al principio par— te de la población esperaba los gobiernos de facto en forma
complaciente por no tener paciencia ante los problemas que
plantea todo gobierno democrático, y no participar modifi-
cándolo sino tratando de eliminarlo. La experiencia siempre
demostró que era mejor un mal gobierno democrático, que
el “mejor” gobierno militar.

La única forma de poder modificar algo es primero conociéndolo a fondo. Norberto Bobbio, en su libro Elfutaro de la democracia, plantea algunos de los problemas con que se encuentra actualmente la democracia. Establece una dife— rencia entre los ideales democráticos y la democracia real, y

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analiza varios conflictos que existen en las democracias rea- les. Sostiene que, cuando comenzó a organizarse la demo- cracia, se hicieron promesas que no se cumplieron. Entre otras, que sería un gobierno del pueblo y que gobernaría en favor de sus intereses. Pero esto no ocurre, al persistir las oligarquias: en vez de haber sido derrotadas con la demo- cracia, las oligarquías —en forma de distintas élites— compi- ten entre si por la conquista del voto popular, o presionan al
Congreso para sancionar las leyes que más les convienen,
sin tener en cuenta realmente el bienestar general sino sola-
mente el propio interés. Las decisiones colectivas o de go-
bierno son generalmente fruto de negociaciones y acuerdos
entre grupos que representan fuerzas sociales o económicas
(por ejemplo sindicatos o entidades empresariales) y fuer-
zas políticas (partidos), más que de votaciones en asambleas.
Cuando éstas se realizan, en realidad lo que hacen es ratifi-
car las decisiones ya tomadas en algún proceso de la nego-
ciación.



Actividades para el alumno Lee el artículo de la página siguiente y responde:

1) ¿De qué modo, según O’Donnell, pueden morir las democra- cias? ¿Qué es necesario hacer para que esto no ocurra?

¿Que importancia tienen para O’Donnell las elecciones? ¿Cómo deberían ser, a su criterio?

¿Qué valor tienen los partidos políticos para una democracia? Explica con tus palabras qué significa "imposibilista". Establece la diferencia con el concepto “utópico” (página siguiente). ¿Que relación deberían tener los representantes con los repre- sentados?

Una crítica democrática ala democracia

Reportaje al politólogo Guillermo O/Donnell por Horacio Verbitsky :
“Las democracias no solo sufren muertes rápidas, como un terremoto, Tam-
bién pueden sufrir, y más insidiosamente, una muerte lenta, como una
casa carcomida por las termitas. Nuestra clase política se esta' portando
como un caso de manual para la muerte lenta. Esto es particularmente
grave, ya que han quedado en pie tantos y tan poderosos reductos autori-
tarios. Advierto una suerte de conformismo, tanto en quienes estan satis-
fechos con esta democracia truncada, como en sus críticos, como si dieran
por sentado que al menos seguiremos teniendo esta pobre democracia.
[...] Un dia uno se despierta y se da cuenta de que las libertades politicas
basicas de la democracia política han sido abolidas de hecho, no necesa-
riamente de derecho. Empiezan a pasar cosas que son casi moleculares. El
sistema legal funciona sesgadamente, los jueces miran para un solo lado,
se condona la violencia sobre gente que no merece consideración . [..,] Al-
gunas asociaciones son perseguidas y reprimidas, la libertad de prensa
padece un sistema de censura de hecho, se piensa que las próximas elec-
ciones van a ser fraudulentas y ese importante espacio de libertades que
define a la democracia política en lugar de haber sido suprimido por un
alzamiento militar se fue perdiendo en un proceso más o menos largo.
Pero las consecuencias no son menos perversas. [..,]
Habría que releer un estudio del gran sociólogo español Juan Linz de la
década del ’70 sobre el quiebre de las democracias. Linz enumera sus ca-
racteri'sticas:

Creciente alejamiento de la ciudadanía respecto de los actores políti-

cos.

Angostamiento de la escena política, que se reduce a escenas de pala-

cio entre un grupo limitado de actores.

El Congreso deja de legislar, el Poder Iudicial deja de ser una entidad

respetada que asume los derechos de todos los ciudadanos: actúa mi-

rando hacia los favoritos políticos o los grandes intereses y se tapa el

otro ojo.

Gran deterioro de la efectividad de esos derechos y de la imparcialidad

en su aplicación. ...] Cuando en 1987 aparece la amenaza de los carapintadas se produce

[

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ese momento emocionante y masivo, de gente que aprendió que tenía que defender la democracia que habiamos conseguido. Después entramos en un período de desilusiones. [...] Habría que crear una nueva categoría conceptual: la de los imposibilistas, que abundan sin distinción de partidos en este gobierno, Hay demasiados cautos funcionarios que ante cualquier idea minima innovadora hacen largos catalogos de por qué es imposible, que los mer- cados, que al presidente no le va a gustar o que los desgraciados de la trenza del piso de abajo la van a vetar. [...] He escuchado muchas más enunciaciones de imposibilidad que proyectos de cosas posibles. Í¿I’or ejemplo? La reforma política no incluye una reforma de ley electoral, porque, me dicen, no pasaría, porque atacaría los intereses de las máquinas partida- rias. Si hay un punto clave para renovar la politica, hacer del Congreso un órgano legislativo y no de prebendas e irresponsabilidades, es renovar la forma en la que se eligen los representantes del pueblo. Con la actual le- gislación son sólo representantes, débiles, de caudillos locales, [m] Si para continuar en una tarea legislativa dependiera mucho mas de los votantes del territorio, [el legislador] se ocuparía de tener mas contacto con la gen- te que va a nominar. Esto establecería relaciones mucho ma's cercanas. Si esa cosa permanente que es el electorado lo reconoce como un legislador bueno, puede pensarse haciendo una carrera legislativa, con honra y sa- tisfacciones que el Congreso actual no puede dar,
[m] No hay democracia política sin partidos políticos, El tema es como los
ubica la ley. Pueden funcionar de diferentes maneras: controlar las candi-
daturas o abrirse a postulaciones ciudadanas. Una característica argenti-
na es el insólito poder de la máquina partidaria para designar a los legis-
ladores, que no existe en ninguna democracia madura contemporánea.
Í¿Cómo debería ser la nominación?
Mediante elecciones más abiertas de representantes por parte de los ciu-
dadanos, que no sean confrontados con una lista cerrada. Los imposibilistas
no han tenido el coraje de plantearlo. El proyecto de reforma incluye elec-
ciones internas sólo para presidente y vice, pero no para los demás car-
gos. Este es otro modo de ocluir la representación.
 Otro problema es el llamado ”poder invisible”, que no
sólo no fue eliminado sino que, según Bobbio, en Italia es
demasiado visible: las logias masónicas, los servicios secre-
tos no controlados, la mafia, la camorra. En la democracia el
poder debe ser transparente, sin máscaras, y la publicidad
de los actos de gobierno es el instrumento para poder dife-
renciar lo lícito de lo ilícito, sin que haya acciones secretas
del gobierno o de los gobernantes.

También es preocupante la apatía, el desinterés de los ciudadanos con respecto a los asuntos públicos. Según Iohn Stuart Mill, lo que le hace bien a la democracia son los ciu- dadanos activos, pero en general los gobiernos fomentan la pasividad de los gobernados, porque es más fácil tenerlos controlados si son dóciles o al menos indiferentes. En los países donde el sufragio no es obligatorio, un alto porcenta- je de los ciudadanos se mantiene permanentemente al mar-
gen de las instituciones democráticas (en Estados Unidos un
35% como mínimo).

Por otro lado, los conservadores o neoliberales se pre- ocupan por la excesiva participación de los ciudadanos, por- que dicen que la desmesurada demanda por parte de la po- blación hacia el gobierno sobrecarga al Estado y lo hace in- gobernable. Sostienen que el Estado democrático, donde muchos toman decisiones, es más lento para gobernar que una autocracia. En ésta se produce el doble fenómeno inver- so al de la democracia: es más rápida para dar respuestas y a la vez dificulta las peticiones o demandas del pueblo. Por eso se fomenta la desmovilización popular: para hacer más
”gobernable” al país.

Uno de los obstáculos para la participación del pueblo

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es la transformación de la sociedad en forma cada vez más compleja; muchos de los problemas planteados requieren el problema de ”técnicos” o ”expertos”. Si bien la población es menos ignorante ahora que hace cien años, también los pro- blemas son más complicados, y quien lleva el papel princi- pal no es el ciudadano común y corriente. Así, la democra- cia se transforma en una tecnocracia o gobierno de los técni- cos, que según Torcuato Di Tella sería la versión actual del concepto aristotélico de aristocracia, porque sigue siendo el gobierno de los que saben, y el vulgo queda reducido al pa- pel de gobernado.

También la burocracia (gobierno de oficinas) es un impedimento para la concreción de una verdadera demo- cracia. Según el Diccionario de la Real Academia, ”burocra- cia” significa ”influencia excesiva de los empleados públi- cos en los asuntos o negocios del Estado”, y ”clase social que constituyen los empleados públicos”. Es decir, la burocracia conforma un aparato estatal que ayuda a gobernar pero que no fue elegido por la ciudadanía, y muchas veces entorpece o frustra las exigencias de los ciudadanos. Bobbio dice que si representamos al sistema político con una pirámide, en la democracia el poder va desde la base hasta el vértice, en
cambio en la burocracia se mueve desde el vértice hasta la
base.

5.2. Algunos problemas de la democracia indirecta Dijimos que la democracia directa es imposible con la complejidad de los Estados actuales. Pero la representación libre, tal como se está llevando a cabo, aleja a los ciudadanos de la Vida política, desde el momento en que sus represen-tantes no están obligados por mandato a responder ante sus
representados por sus actos; sólo son juzgados por los mis-
mos en las siguientes elecciones, ya que entonces serán rati-
ficados o removidos de sus cargos. Los partidos políticos y
los grandes grupos de poder económico y social son quie-
nes toman las decisiones, y el pueblo se limita a corroborar-
las con su voto.

Esto lo afirman diferentes autores. Según Adam Przeworski (en su libro Democracia y mercado), ”las socieda- des democráticas no están integradas por individuos que actúan libremente, sino por organizaciones colectivas capa- ces de coercionar a aquellos cuyos intereses representan”.

En nuestra Constitución, hasta la reforma de 1994, estaba expresamente prohibida la participación del pueblo en el go- bierno si no era a trave's de sus representantes (ver nuevamen- te el artículo 22°). Esto era debido a que se consideraba que el pueblo no estaba capacitado para gobernar, y, al ser ignorante, podía ser manipulado por los tiranos. No hay que olvidar que la Constitución de la Argentina fue sancionada en 1853, des-
pués de la caída de Rosas. Éste tenía el apoyo de las clases bajas
(también el de los terratenientes) pero no el de la burguesía
liberal; el pueblo le había otorgado la suma del poder público
a Iuan Manuel de Rosas, a través de un plebiscito en 1835 —por
aplastante mayoría—. Tambie'n pesaba en contra del plebiscito
el hecho de que éste había sido utilizado por Napoleón en 1802,
para su promoción como cónsul vitalicio. Estos ejemplos de-
mostraban la teoría liberal de que el pueblo no debía decidir
directamente, porque era manipulado por los demagogos para
satisfacer sus propias ansias de poder. Incluso en nuestra Cons-
titución, hasta 1994, el Presidente era elegido en forma indirec-

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ta (mediante electores que formaban un ”Colegio Electoral”), hecho que alejaba aún más la posibilidad del pueblo de dirigir sus propios destinos. Con la reforma de 1994, que da mayor lugar a la participación popular, esto cambió y el presidente y los senadores se eligen por medio del voto directo.

5.3. Las utopías

La palabra utopía deriva del griego (U: negación; topes, lugar) y fue utilizada por Tomás Moro para designar a ese ”País de ninguna parte” o ”República Feliz” que había imaginado en 1516. De acuerdo con el Diccionario de ciencias sociales y politicas (Di Tella, 1989) ”el proyecto de utopía abarca por lo general todo proyecto de gobierno ideal y / o de cambio social conside— rado irrealizable o cuya concreción es juzgada altamente im— probable”. Hubo muchas utopías en distintas civilizaciones, siendo las mas conocidas por nosotros la República de Platón, la Utopía de Moro y las comunidades impulsadas por los socialis— tas utópicos del siglo XIX, especialmente en Francia. Se carac— terizan principalmente por la existencia de justicia plena con gobiernos no corruptos y equitativos, que ejercen su función movidos por la virtud.

La tradición positivista del siglo XIX estuvo en contra de las utopías, porque las calificaba de “sueños exóticos” o ”sim- ples quimeras”. Sin embargo, lo positivo de las mismas es que incitan a la reflexión política, buscando formas de perfeccionar el gobierno o proponiendo nuevas leyes y programas de ac- ción política, en busca de la tan ansiada justicia plena. La de— mocracia perfecta no existe (por eso se habla generalmente de formas mixtas, donde se mezcla la democracia con la demago- gia, o se tiñe de aatocracia, o se convierte en burocracia o tecnocra-

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