Presidente de la República
Enviado por marcos35 • 20 de Marzo de 2013 • Síntesis • 1.903 Palabras (8 Páginas) • 303 Visitas
alabras de S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, al conmemorarse dos años del rescate de los 33 mineros de Atacama.
Santiago, 12 de octubre de 2012
Quiero darles la más cariñosa, sincera y profunda bienvenida a esta Casa de La Moneda, que es la casa de todos. Y hemos querido hacer este acto sencillo, pero con mucho contenido y también con mucha historia y mucho futuro.
Quiero empezar por saludar, agradecer y reconocer a tres mineros que están hoy día con nosotros, y que representan a los 33: a don Mario Sepúlveda, a Samuel, a Juan Carlos, y a través de ustedes a sus compañeros, porque hay momentos que marcan la historia de los países, pero también hay momentos que marcan la historia de las personas.
Yo estoy seguro que ese 5 de agosto y ese 12 de octubre, hace tan sólo dos años, marcaron a nuestro país para siempre, y marcaron no solamente a los que estamos aquí, yo creo que fue una vivencia, una experiencia que todos y cada uno de los chilenos vamos a recordar para siempre, se la vamos a contar a nuestros hijos y a nuestros nietos. Porque, sin duda, dimos un ejemplo al mundo, de fe, de unidad, de esperanza, de compromiso.
Yo quiero también agradecer no solamente a los 33 mineros, sino que también a sus familias, porque una de las cosas que más impresionó a este Presidente, a la Primera Dama, al mundo entero, fue la fortaleza, la fe inquebrantable, la voluntad de lucha que demostraron sus familias, sus hijos, sus madres, sus padres, sus mujeres, sus hermanos, que desde el primer día llegaron, nadie los llamó, llegaron, y sabían que llegaban para quedarse, y formaron ese maravilloso campamento Esperanza, en que la fe, la mística, el compromiso se respiraba por todos los poros.
Cómo no recordar a tantas de sus mujeres y de sus familias, que fueron un verdadero motor, una verdadera inspiración. Cuando flaqueaban las esperanzas, ellas reconfortaban al mundo y al país entero.
Agradecer también a los que participaron en ese proceso, que fue una verdadera odisea, los que contribuyeron y entregaron lo mejor de sí mismos para que lo que empezó como una tragedia en nuestro país, terminara como una verdadera bendición para la humanidad.
Quiero agradecer muy especialmente al entonces ministro de Minería, Laurence Golborne, que tuvo la responsabilidad de liderar y de dirigir ese proceso, y que lo hizo mostrando no solamente sus capacidades técnicas, sino que también sus cualidades humanas.
Agradecer sincera y profundamente a André Sougarret. Yo me acuerdo muy bien cuando volamos juntos, André, ese día domingo, de vuelta a la mina, e íbamos haciendo unos gráficos, tratando de explicarle cómo eran las características del desafío que iba a tener que enfrentar. Él lo comprendió desde el primer minuto.
Agradecer a Cristián Barra, que fue un baluarte en el contacto, la relación con las familias y con todos los que tuvieron que participar. A nuestra ex intendenta, que también entregó el corazón y la ternura de las mujeres chilenas.
Agradecer a tantos, a don Pedro Gallo, a don René Aguilar, a nuestras fuerzas armadas, pero no solamente agradecer a los que estamos aquí, yo también quiero agradecer a todos y cada uno de los chilenos, que se comprometieron en cuerpo y alma y que sintieron el dolor como si fuera propio y la alegría como si fuera propia.
Y también agradecer a los países amigos, porque nos ayudaron mucho, y lo hicieron con generosidad y con entrega.
Y, por supuesto, nada de esto habría sido posible sin tener la ayuda de Dios. Y yo estoy seguro, fue el que nos puso la prueba, sabiendo que éramos capaces de enfrentarla y que éramos capaces de superarla.
Como decía el ministro Golborne, los primeros 17 días fueron de una angustia infinita. Ustedes supieron de la angustia que vivieron a 700 metros en las profundidades de una mina llamada San José, en el desierto más árido del mundo, el Desierto de Atacama, pero también se vivió la misma angustia en la superficie, sus familiares y todos los chilenos.
Los primeros 17 días fueron muy angustiantes. Nadie sabía dónde estaban, no sabíamos si estaban vivos, no sabíamos si íbamos a poder encontrarlos, no sabíamos si íbamos a poder rescatarlos. Pero a pesar de eso, la fe mueve montañas.
Después, efectivamente, un 22 de agosto los encontramos, pero no fue el fin de la historia, era recién el comienzo. Venía después la difícil tarea de rescatarlos vivos, sanos, para devolvérselos a sus familias, al país y al mundo.
Y yo quiero decir que en esa historia se juntaron muchas cosas. ¿Por qué esa historia de los 33 mineros marcó tan profundamente el corazón de los chilenos? ¿Por qué impactó tan profundamente al mundo entero?
Y uno se pregunta, ¿porque fue un accidente minero? No, ha habido muchos accidentes mineros en la historia de Chile y en la historia del mundo. ¿Porque Chile era un país muy conocido, muy destacado? Chile es un país pequeño, en el último rincón del mundo. Lo que le dio esa característica tan profunda, tan trascendente, tan significativa, fueron otras cosas.
Yo diría que, en primer lugar, la fe. El país entero se unió con una fe inquebrantable. Sabíamos que era muy difícil, pero sabíamos también que no era imposible. Y bastaba esa pequeña esperanza de que los íbamos a poder encontrar y rescatar sanos, salvos y con vida, para que el país entero se comprometiera y se entregara como un solo hombre, como una sola mujer.
Pero además de la fe, yo también creo que hubo una voluntad, porque estábamos luchando por valores, estábamos luchando por el valor de la vida
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