Relato histórico del funcionalismo

Título: Relato histórico del funcionalismo

Autor: Granada Karen

Funcionalismo

“Un sistema social –reducido a los términos más simples- consiste, pues, en una  pluralidad  de  actores  individuales que  interactúan  entre  sí  en  una situación  que  tiene,  al  menos,  un aspecto  físico  o  de  medio  ambiente, actores motivados por una tendencia a ‘obtener un óptimo de gratificación’ y cuyas  relaciones  con  sus  situaciones  –incluyendo  a  los  demás  actores- están  mediadas  y  definidas  por  un  sistema  de  símbolos  culturalmente estructurados y compartidos.”

(Talcott Parsons, 1951)

        En la historia de la teoría social son raras las “revoluciones” teóricas genuinas. Las ideas centrales de la perspectiva funcionalista se pueden enunciar de manera simple, los agregados sociales humanos incluyen unidades diferencias, que son interdependientes. Estas unidades pueden consistir en individuos, familias y estructuras de parentesco, en aldeas o estructuras analíticas.

Durkheim recurría a su ficticia sociedad homogénea como arbitrio expositivo para examinar las fuentes de la diferenciación y el problema del mantenimiento del orden en las sociedades cada vez más diferenciadas. Debido a sus extensiones posdarwinianas, Durkheim señaló la importancia de la densidad y el crecimiento de la población y formuló un concepto bastante insatisfactorio de “densidad moral”, cuyo sentido era más o menos “complejidad moral”.

Las transformaciones sociales que acompañaron a la expansión del capitalismo industrial fue la idea central de estudio para Saint-Simon y Comte, en busca de un nuevo orden social. Mientras tanto, Weber comparó sistemas políticos basados en la racionalidad y en la ley. Además, destacó la importancia de los cambios de los valores y las ideas como fuente de transformación estructural. Comte con un enfoque evolucionista elaboró su tesis de los tres estadios, teológica, metafísica y positiva de los sistemas socioculturales.

El funcionalismo penetró en la sociología con temporánea sobre todo merced a la labor de los antropólogos sociales ingleses. La cultura de consideraba ahora como un todo integrado, se tomaba en el sentido amplio de conocimientos, creencias y reglas de conducta, pero también pautas de conducta y formas de organización.

        Durkheim llamó solidaridad “orgánica” a la combinación de diferenciación y de integración, que abrazo la metáfora de la sociedad como un organismo. Así como el mantenimiento de la integración moral de unidades sociales especializadas y a la integración de estos grupos en una trama más general. Su aporte más duradero fue el examen de la anomia, el estado objetivo de ausencia de reglas. Merton llama el “postulado del funcionalismo universal” al sistema que presenta un alto grado de integración sin partes sueltas. Herbet Spencer planteó analogías orgánicas que eran comunes para los evolucionistas sociales posdarwinianos. El empleo de estas en teoría sociológica no se limita a las perspectivas explícitamente funcionalistas sino a un campo más amplio de estudio.

        La introducción de una perspectiva del conflicto ayuda a enfrentar el cuestionamiento que se hace a la teoría social. Los conflictos tienen infinidad de fuentes y manifestaciones, entre estas existen desacuerdos casi puramente “ideológicos”. Parsons quien introduce la administración de tensiones, defensor del “consensualismo”, invalida todo modelo basado en la “integración consensual”. Pare este, el sistema social constituye un modelo complejo de sociedades en que el sistema social provee de nexos con otros sistemas, analíticamente distintos: personalidad y cultura. Parsons investiga esa variabilidad sobre todo con referencia a la personalidad. Junto con la producción biológica, la socialización constituye el proceso rector de la continuidad social.

        Si la cultura se define por vía aproximativa, se dice que incluye diversos subsistemas simbólicos, como el lenguaje, códigos normativos y valores articulados, es evidente que constituye un parte esencial de cualquier descripción de un orden social. Además, a la desviación y los conflictos se tiene que agregar a la discontinuidad entre valores ideales, fines y patrones normativos. Este desacuerdo mueve también la innovación, incluidos la administración de las tensiones, pero además los cambios de estructura social.

El funcionalismo estructural

        Talcott Parsons, comenzaba a elaborar a mediados de los años treinta del siglo pasado. Esta corriente, que posteriormente fue renovada por un antiguo discípulo suyo que se ubicó en la Universidad de Columbia (Robert K. Merton), se constituyó en el gran referente de la sociología en Estados Unidos desde la década de los cuarenta hasta finales de los años sesenta. De hecho, puede decirse que también la sociología vivió una suerte de Guerra Fría desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pues estaba en medio de un conflicto teórico entre el marxismo y el estructural funcionalismo.

Las propias limitaciones de estos dos enfoques macroteóricos, la emergencia de las corrientes micro centradas en el actor social, y los cambios que implicaba el desarrollo de la sociedad post-industrial, supusieron la llamada “crisis de la sociología” y la actual situación de pluralidad de programas de investigación en este campo de las ciencias sociales.

El teórico del estructural funcionalismo presenta como problema central la explicación del orden social y se fundaba en la importancia que el consenso (basado en normas y valores) tiene en dicha explicación. El punto de partida de Parsons es el análisis de la estructura subyacente a la acción social, formada por cuatro imperativos funcionales (el esquema AGIL) para dicha acción y que permiten la constitución del más amplio sistema social (la sociedad). Pero para dicha constitución es menester la previa emergencia de cuatro subsistemas de la acción (organismo conductual o biológico, sistema de la personalidad, sistema social y sistema cultural) que acaban conformando el sistema social y la diversidad de estatus y roles que presenta.

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