SEXUALIDAD HUMANA: VERDAD Y SIGNIFICADO
Enviado por Antonio Gab • 30 de Marzo de 2019 • Resumen • 2.791 Palabras (12 Páginas) • 400 Visitas
RESUMEN
SEXUALIDAD HUMANA: VERDAD Y SIGNIFICADO
1. Entre las múltiples dificultades que los padres de familia encuentran hoy está la de ofrecer a los hijos una adecuada preparación para la vida adulta, en particular respecto a educación sobre el verdadero significado de la sexualidad.
2. En algunas innegables certezas sostiene la Iglesia: el amor, que se alimenta y expresa en el encuentro del hombre y la mujer, es don de Dios; es por esto fuerza positiva orientada a su madurez en cuanto personas, a su vez preciosa reserva para el don de sí que todos, hombres y mujeres están llamados a cumplir. La sexualidad no es algo puramente biológico, sino que mira a la vez al núcleo íntimo de la persona. El uso de la sexualidad como donación física tiene su verdad y alcanza su pleno significado cuando es expresión de la donación personal de hombre y de la mujer hasta la muerte.
3. En la óptica de la redención y en el camino formativo de los adolescentes y de los jóvenes, la virtud de la castidad, que se coloca en el interior de la templanza, no debe entenderse como una actitud represiva, al contrario como la transparencia del amor. El catecismo de la Iglesia Católica describe y, en cierto sentido, define la castidad así: «la castidad significa la integración lograda de las sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual».
I
4. El hombre, en cuanto imagen de Dios, ha sido creado para amar. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano.
La persona es, sin duda, capaz de un tipo de amor superior: el de amistad y entrega, capaz de conocer y amar a las personas por sí mismas. Un amor capaz de generosidad, a semejanza del amor de Dios: se ama al otro porque se le reconoce como digno de ser amado. Todo hombre es llamado al amor de amistad y oblatividad, y viene liberado de la tendencia al egoísmo por el amor de otros. En esto se encuentra la raíz de la fuerza educativa del cristianismo: «El hombre es amado por Dios». El amor revelado por Cristo es ciertamente exigente, porque de este modo constituye el verdadero bien del hombre y lo irradia también a los demás.
5. el hombre está llamado al amor y al don de sí en su unidad corpóreo-espiritual. Feminidad y masculinidad son dones complementarios, en cuya virtud las sexualidad humana es parte integrante de la concreta capacidad de amar que Dios ha inscrito en el hombre y la mujer. La sexualidad humana es un bien: parte de que Dios vio que «era muy bueno». La sexualidad orientada, elevada e integrada por el amor adquiere verdadera calidad humana. Cuando por el contrario falta el sentido y significado del don en la sexualidad, se introduce «una civilización de las cosas y no de las personas; una civilización en el que las personas se usan como si fueran cosas.
6. El don revela, una característica especial de la existencia personal, más aun, de la misma esencia de la persona. Cuando Yahvé Dios dice que no es bueno que el hombre este solo, afirma que el hombre por sí solo no realiza totalmente esta esencia. En la apertura al otro y en la donación de sí se realiza el amor conyugal en la forma de la donación total propia de este estado. A este amor conyugal, y solo a él, pertenece la donación sexual, que se «realiza de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte integrante del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen entre sí hasta la muerte. Signo revelador de la autenticidad del amor conyugal es la apertura a la vida: En su realidad más profunda, el amor es esencialmente don y en el amor conyugal el hombre y la mujer se convierten en cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva persona humana».
II
7. Tanto el amor virginal como el conyugal, que son, las dos formas en las cuales se realiza la vocación de la persona al amor, requieren para su desarrollo el compromiso de vivir la castidad. La castidad es la energía espiritual que libera el amor del egoísmo y de la agresividad.
La castidad es la afirmación de gozosa de quien sabe vivir el don de sí, libre de toda esclavitud egoísta. «La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus paciones y obtiene la paz, o se deja dominar por ella y se hace desgraciado». Cuando la familia ejerce una válida labor de apoyo educativo y estimula el ejercicio de las virtudes, se facilita la educación a la castidad y se eliminan conflictos interiores.
8. «Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal, y las otras practican la castidad en la continencia». Los padres son conscientes de que el mejor presupuesto para educar a los hijos en el amor casto y en la santidad de vida consiste en vivir ellos mismos la castidad conyugal. Esto implica que sean conscientes de que en su amor está presente el amor de Dios.
Para vivir la castidad el hombre y la mujer tienen necesidad de la iluminación continua del Espíritu Santo. «En el centro de la espiritualidad conyugal está… la castidad, no solo como virtud moral (formada por el amor), sino, a la vez, como virtud vinculada con los dones del Espíritu Santo.
9. La educación de los hijos a la castidad mira tres objetivos:
- Conservar en la familia un clima positivo de amor, de virtud y de respeto a los dones de Dios particularmente al don de la vida.
- Ayudar gradualmente a los hijos a comprender el valor de la sexualidad y de la castidad y sostener su desarrollo con el consejo, el ejemplo y la oración.
- Ayudarlos a comprender y a descubrir la propia vocación al matrimonio o a la virginidad dedicada al Reino de los Cielos en armonía y en respeto de sus aptitudes, inclinaciones y dones del Espíritu.
III
10. La familia tiene un papel decisivo en el nacer de las vocaciones y en su desarrollo. Ya se trate de vocaciones al matrimonio o a la virginidad y al celibato, son siempre vocaciones a la santidad.
La formación en el amor verdadero es la mejor preparación para la vocación al matrimonio. Los padres cristianos, empeñados en la tarea de educar a los hijos en el amor, partirán de la experiencia de su amor conyugal. El matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor. Los padres que ejercen el propio y deber de formar en la castidad a los hijos, pueden estar seguros de ayudarlos a formar familias estables y unidas. La Revelación cristiana presenta dos vocaciones al amor: el matrimonio y la virginidad.
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