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SOBRE LA HISTORIA DEL CAPITALISMO MONOPOLISTA


Enviado por   •  6 de Abril de 2017  •  Informe  •  1.618 Palabras (7 Páginas)  •  281 Visitas

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SOBRE LA HISTORIA DEL CAPITALISMO MONOPOLISTA

I.- DESARROLLO

Anteriormente los autores han generado un modelo según el cual debería regirse la historia del capitalismo. Ahora se proponen demostrar que este modelo es aplicable a la historia de los Estados Unidos.

Afirman que la mayoría de los historiadores y economistas están de acuerdo en situar históricamente el desarrollo del monopolio en Estados Unidos, teniendo como inicio el fin de la guerra civil, y desde ese momento se tendría que notar el estancamiento de la economía capitalista. No obstante, advierten los autores, existen fuerzas y tendencias que operan y contrarrestan a aquellas que serían explicadas por el modelo propuesto; pues de otro modo, si los efectos deprimentes del monopolio creciente hubieran actuado sin restricción, la economía de los Estados Unidos habría entrado en un período de estancamiento mucho antes de finalizar el siglo XIX, y es probable, continúan diciendo, que el capitalismo no hubiera sobrevivido para la segunda mitad del siglo XX.

Entre las fuerzas contrarrestantes estarían El ferrocarril, el automóvil y la máquina de vapor, y, desde luego, según ellos, «junto a las innovaciones notables debemos también incluir las guerras, que posterior a ellas las fábricas de guerra se transformaron en fábricas de productos de uso civil, de este modo se crean salidas a la inversión y  como mayor estímulo externo» (pag. 177-178); nadie que no sea sensato, sostendría que en ausencia de guerras la historia económica del siglo XX habría sido lo que en realidad es:  resulta cierto en lo que tiene de tautología, pero en absoluto está probado que la guerra sea el único o el más importante estímulo que mantiene en vida al capitalismo, y menos aún al simple capital como factor privado de producción económica de utilidad pública.

La tendencia del capitalismo monopolista a crear más excedentes de los que puede absorber, quizá pueda neutralizarse o superarse por un mayor estímulo externo, pero se hará sentir de modo característico siempre que este estímulo se debilite o desaparezca; y es lo que tratan de demostrar que ha ocurrido en Estados Unidos

Según los autores, el ferrocarril capto casi la mitad del total de la inversión privada durante las dos últimas décadas del siglo XIX, y dio salida a otras muchas más; no obstante, con la depresión de 1907 hubo una baja en los ferrocarriles. A continuación, la siguiente innovación fue la del automóvil que apenas estaba haciendo su aparición en el ámbito económico, teniendo aun que transcurrir parte de la siguiente década para que Estados Unidos se vea envuelto en otra guerra, concluyen los autores que si su modelo es válido deberían darse señales incuestionables de estancamiento durante el período 1907-1915. Y, dicen, ciertamente las hay, aunque la mayoría de los economistas de hoy parece que las han ignorado.

Para los autores, la guerra llegó en el momento propicio y el cuadro cambió de depresión a incremento. La posguerra y el impulso de la auto movilización se tornaron en factores poderosos para mantener el crecimiento durante varios años más; “y, sin embargo, ahora sabemos que bajo la superficie próspera de los veinte, en la tan celebrada Nueva Era, las semillas del desastre estaban germinando” (pag. 187).

Estudian después el porcentaje de uso de la industria americana en el período 1920-1939. Se paralizan en la gran depresión de 1929 que, resultaba inevitable el hundimiento de la economía, hasta que fuese de nuevo impulsada por un estímulo suficientemente poderoso: La segunda guerra mundial.

Especulan que, posteriormente a la segunda guerra, la industria automotriz vino a ser de nuevo un estímulo económico importante; no lo había sido antes, porque la gente no contaba con la economía suficiente para poder adquirirlos ni facilidades de crédito; en cambio, en 1945 abundaron estos recursos porque se acumularon grandes cantidades de ahorros líquidos. Sin embargo, continuaran aseverando, el verdadero impulso han sido los gastos bélicos, pues “al aumentar los presupuestos para armamentos casi cinco veces, de 11.400 millones de dólares en 1947 a 55.200 millones en 1963, se puede decir, casi con seguridad, que nunca, desde la época del auge del ferrocarril, ha sido objeto la economía americana de tiempos de paz de un estímulo semejante” (pag. 195).

No obstante, se determina que, a pesar de este estímulo, se empezarían a notar las señales de una absorción inadecuada de excedentes; por eso, el desarrollo que en una sociedad racional permitiría un enorme avance hacia la abundancia para todos, bajo el capitalismo monopolista constituiría una amenaza para la subsistencia misma de una proporción creciente de la clase trabajadora.

En este capítulo resalta que pretendan demostrar casi un siglo de efectos depresivos del capitalismo, basándose en dos depresiones, una de las cuales ni siquiera todos admiten. En otras instancias, poco más o menos sería más fácil ultimar con los mismos datos que indican que el capitalismo ostenta algún mecanismo de autorregulación que hace imposible su hundimiento.

EL CAPITALISMO MONOPOLISTA Y LAS RELACIONES RACIALES

Cuando se escribió este libro los problemas raciales en Estados Unidos estaban en la cúspide; los autores, marxistas sin duda alguna, no dejan de aplicar su esquema razonable a esta lucha, para concluir en el próximo desmoronamiento del capitalismo y la necesidad de llegar al socialismo.

Sweezy  y Baran  sostienen que la guerra civil americana no tenía como final deseado la abolición de la esclavitud, en cambio tenía como fin dominar a los sudistas, que más bien eran un obstáculo al desarrollo y a la influencia de los estados capitalistas del Norte. Para ellos la liberación habría sido un resultado indirecto de la lucha, pero no su finalidad: vencidos los sudistas, se convirtieron en tributarios de los estados del norte, que los explotaban al mismo tiempo que les consentían continuar con el mismo trato y explotación sobre la mano de obra negra. Cuando en la segunda década de este siglo creció la mecanización en el campo, que dejó libre la  mano de obra, y además el aumento de industrialización exigió el reclutamiento de más trabajadores, los capitalistas vieron que en el Sur se podían contratar obreros negros en mejores condiciones que las establecidas con inmigrantes europeos; por eso, según los autores, apoyaron la oposición gubernamental a aceptar más inmigrantes europeos por el temor de que propagaran las ideas revolucionarias que dominaban en Rusia y amenazaban a Europa.

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